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viernes, 21 de julio de 2023

Una mujer excepcional

"Ayer" es una palabra que suena a "evocación"; sin embargo, a menudo se extiende hasta el futuro, pues hace poco más de doce horas estuve charlando con una mujer excepcional que dará un recital mañana en Xalapa: Minerva Garibay, guitarrista de concierto, psicoanalista y corredora ganadora de varios premios. No es fácil atender a tantas disciplinas y triunfar en cada una de ellas. Yo, perdonen que hable en primera persona, pero este tipo de narrador está de moda y yo no soy Dios para estar en todas partes y saberlo todo. Más bien, estoy socráticamente consciente de que mi sabiduría se reduce a nada, pero por ello mismo sé más que muchos que creen que saben mucho, je je. A Minerva la conocí en el milenio pasado. Ambos ya no nos cocemos al primer hervor, somos septones, lo cual quiere decir que somos personas que seguimos vivos y funcionando y creo que eso es lo que nos hace interesantes. Yo también he tenido varios oficios, incluído el de la música, mas no siento haber tenido tanto éxito en los deportes: solamente una vez, que quería correr los 5000 metros en competencia, me metí a la de 400 "para calentar motores". Y como competí sin ánimo de ganar, sino en libertad, a la mitad de la carrera ví que mis oponentes estaban echando el bofe y aceleré. Quedé seleccionado, porque llegué en primer lugar. Los organizdores abrieron los ojos cuando dije que había competido para "calentar", que donde realmente iba a hacer mi mejor esfuerzo era en la de 5000. Me recomendaron que no lo hiciera, pero el que estas líneas escribe, teeerco como una mula, me coloqué en la posición de salida. Los demás salieron corriendo como toros de lidia y apenas habían transcurrido los primeros 100 metros yo ya estaba colocado en un honroso último lugar. Porque lo importante no es ganar, sino competir ¿Verdad?. Los organizadores apostaron a que yo no terminaría la carrera y ése fue mi único triunfo, pues sí la terminé. Había que ver la cara de impaciencia que tenían, porque no podían pasar al siguiente evento hasta que yo terminara mi brillante actuación como corredor de medio fondo; en cambio, Minerva ganó varios premios nacionales como corredora. Simplemente se entrenó como lo hacía para ganar velocidad en las escalas. Ésta es una faceta que los músicos no presumen en sus programas de mano ni en su CV, los cuales suelen rezar "estudio con Fulano, Zutano y Perengano, en el Conservatorio de Roma, becado por el gobierno mexicano, y despúes hizo su maestría en el Liceu de Barcelona, para posteriormente obtener su PHD en Harvard. No sólo ha tocado en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, sino en el Carnegie Hall, en el Metropolitan, en el teatro Colón de Buenos Aires y también en el de Bogotá, así como en la iglesia de Nuestra señora de Guadalupe, en Coatepec Veracruz. Es ganador de los premios X, Y, y Z y actualmente se está preparando para lanzar su más reciente sencillo (aunque la industria del disco ya sea tecnología antigua). Recapitulando, a Minerva la conocí cuando formaba un dueto guitarrístico con Alfonso Moreno, quien había sido mi profesor de guitarra antes de que yo ingresara al Conservatorio Nacional de Música y tuve el honor de que estrenara mundialmente mis "Diferencias sobre el prisionero". Enrique Salmerón me ha recomendado que escriba mis memorias y estoy tentado a hacerlo, aunque creo que lo más interesante para el público moderno sería la confesión de mis pecados más graves, cosa que planeo guardarme hasta la tumba, incluidos que ya han salido a la luz y son del dominio público: si ya todo mundo los conoce ¿Para qué hablar otra vez de ellos? Lo hecho, hecho está y por más arrepentido que esté, el daño es irreparable. Lo más que me queda es pedir perdón y aguantarme si no me lo conceden. Vuelvo al tema principal: terminando uno de los recitales donde Alfonso Moreno interpretó magistralmente mis "Diferencias sobre el prisionero", creo que en el auditorio de la Sala Chopin del entonces llamado Distrito Federal, me invitó a cenar. No importa si fue en ese concierto o cuando estrenó mi sonata número uno en el hotel que tiene el Poliforum de Siqueiros, el cual estaba recientemente estrenado. Lo importante es que ahí conocí a Minerva y su amena conversación, la cual estaba aderezada con toques de buen humor algo picantes lanzados por Alfonso. El lugar estaba a media luz y hubo un momento en que a una rebanada de pastel color café oscuro le rociaron Vodka o Ginebra y le prendieron lumbre. O tal vez fue en la copa donde acercaron el cerillo y encendieron una pequeña flama que se veía muy bien y sabía mejor. Gracias a esas charlas es que Alfonso me invitó a competir para unas plazas en la recién estrenada Facultad de Música de la Universidad Veracruzana, para impartir clases de Historia de la Música, Armonía y Análisis, con las cuales me gané la vida durante 31 años, hasta que me jubilé. Mi hijo menor me reclama, diciendo que nosotros la tuvimos más fácil. Puede que tenga razón: la gestión del rector Bravo Garzón y del gobernador Rafael Henández Ocho facilitó la dignificación de muchos oficios, incluídos los artísticos: en vez de tener a artistas mal pagados, sin prestaciones, sin base y sin futuro, al que demostraba ser buen elemento al poco tiempo se le contrataba como personal de base con derecho a prestaciones y jubilación, mas un sueldo competitivo a nivel internacional. Ésta es la razón por la cual la Orquesta Sinfónica de Xalapa es la más antigua de México y probablemente de América Latina, y es una institución que hace su labor con un excelente nivel de calidad. Lo mismo se puede decir de otras agrupaciones artísticas adoptadas o generadas durante esa época dorada: el Coro de la Universidad Veracruzana, la ORTEUV (Organización Teatral de la Universidad Veracruzana), la Orquesta Universitaria de Música Popular y, desde luego, el famosísimo Tlen Hucani,el conjunto que nutre de música al Ballet Folklórico de la Universidad Veracruzana. Lamentablemente, las guerras intestinas entre los profesionales de la danza, echaron a pique a la Compañía Titular de Danza de la Universidad Veracruzana. De no ser por eso, esta compañía todavía estaría funcionando y con un alto nivel de calidad. Pues bien, Minerva Garibay fue fundadora y directora del Ensamble Clásico de Guitarras de la Universidad de Veracruzana, institución que aún funciona y lo hace muy bien. De esto hablábamos ayer, pues surgió sobre la mesa la noticia de que alguien comentaba que la gestión de Bravo Garzón le hizo mucho daño a la Universidad Veracruzana por haber otorgado tantos derechos a su personal artístico, académico, administrativo, de limpieza, mantenimiento etc. etc. O sea, se le critica por haber fortalecido los derechos humanos de su perssonal y haber elevado el desempeño de la universidad con esta política a niveles muy altos, porque ahora habemos muchos jubilados. Se pasa por alto que fueron las administraciones neoliberales las que se dedicaron a contratar por pocas horas a los jóvenes, sin otorgarles prestaciones, base ni derecho a jubilación, las que pusieron en entredicho no sólo a la Universidad Veracruzana, sino al Instituto de Pensiones del Estado y al costo de dejar sin futuro a los jóvenes. ¿Cuál es el precio que la sociedad tiene que pagar por tener a millones de jóvenes sin futuro? Dejemos las cosas feas ahí. El hecho es que me contrataron en la Facultad de Música, donde crecí como ser humano y ayudé a otros a hacer lo mismo (aunque no siempre fuí monedita de oro "para caerle bien a todos"). La Xalapa de finales de los setenta y principios de los ochenta era verdaderamente maravillosa. Yo creo que esos años dorados llegaron hasta 1995: podías caminar en la calle a las dos de la madrugada sin temor alguno. De hecho, con Alfonso Moreno y otros guitarristas, de cuando en cuando le llevábamos sereneta a nuestras damas. Aquí aplico la palabra "nuestras " en el sentido de pertenencia que da la filosofía del amo y el esclavo de Hegel. El esclavo pertenece al amo, pero el amo también pertenece al esclavo. Digo, no es que ellas fueran nuestra propiedad o nosotros lo fueramos de ellas: simplemente había una relación: la mamá, la esposa, la prometida, la mujer amada e inaccesible de los románticos, etc. El caso es que andábamos de noche con nuestras guitarras en una ciudad que realmente sí olía a jazmín. Uno de los versos de "Noche de luna en Xalapa" lo hace notar. En aquella época no se trataba de una figura poética o retórica: era una realidad. Sin embargo, el Distrito Federal era un remolino. La ahora llamada Ciudad de México también tenía un movimiento cultural muy fuerte y dolía haberse alejado de él. De modo que me volví emprendedor: organicé cerca de once recitales de música contemporánea y el Primer Foro de Danza Contemporánea de la Xalapa de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Uno de ellos fue con Minerva Garibay, quien estrenó un par de obras mías, que en este momento no recuerdo su nombre, pero cuyos sonidos aún vibran en mi memoria, pues Minerva los tocó muy bien. Muchos años después, otro guitarrista muy calificado cuyo nombre omitiré por cortesía, la interpretó bajo la dirección de otro músico muy calificado y el resutado no me gustó. Me sentí traicionado. De eso hablamos ayer, de que la partitura tenía pocas indicaciones porque se trataba de que el intérprete tuviese más libertad para hacer su labor; es decir, a buen entendedor, pocas palabras. Una de las muchas razones por las que Miverva es una excelente guitarrista es porque egresó de la academia de Manuel López Ramos. Bueno, todas estas evocaciones son palabras y más palabras que tienen como objetivo anunciarles de manera no convencional que Minerva tocará este sábado 22 de julio del 2023 en el foro del estudio Corpodanza, que está ubicado en la calle Comercio número 14 esquina con La Paz, a dos cuadras del puente de las equis color rosado que está sobre los lagos de El Dique. La entrada es por la calle de La Paz, el estudio no tiene un anuncio, hay que atenerse a estas instrucciones, porque parece una casa habitación de dos pisos. Pero es un estudio de danza formidalbe, que ha sido sede de muchos eventos culturales importantes. El recital se llevará a cabo al punto de las 19 horas, los boletos ya se pueden adquitir en el colegio Dumbo Ataturk de 9 a 15 horas y en el Estudio Corpodanza o en taquilla poco antes del evento. No se lo pierdan.

miércoles, 7 de junio de 2023

El legado inmortal de Enrique Hidalgo: Únete al Torneo en su honor y deja huella en el ajedrez

En los tristes anales de nuestra existencia, una dolorosa noticia se alza con el ímpetu de un trueno en el horizonte. Nuestro entrañable amigo, Enrique Alonso Hidalgo Mendoza, fiel compañero de innumerables batallas ajedrecísticas, fue arrebatado de nuestras vidas en el fatídico amanecer del pasado lunes 5 de junio, a las ocho horas y treinta minutos, víctima de un desdichado accidente automovilístico. La desgracia tuvo lugar en la peligrosa curva El Alcanfor, ubicada en la carretera que serpentea desde Las Trancas hasta el Paso Ladrillo. Una sombra se cierne sobre mi alma al tener que plasmar estas líneas en este humilde blog: yo ya no quería escribir aquí y menos para comunicar la muerte de un amigo o de un ser querido. Por eso le quedé a deber la nota a mi señor padre, fallecido a inicios de la pandemia del COVID-19 o a mi primo Pepe Christen, cuyo deceso ocurrió hace unos días. Sin embargo, la muerte no cesa su labor, aunque uno decida ignorarla. Al Master Hidalgo, como solíamos llamarle en tono jocoso, tuve el privilegio de conocerle en la penumbra de la década de los 80 del siglo pasado. Quizá en los primeros encuentros fui yo quien se impuso en los tableros, aunque en nuestra charla del pasado 31 de mayo, él negó rotundamente tal situación. No obstante, mi memoria atesora la ocasión en que logró igualarme en una partida, y desde entonces, nunca más logré vencerle. Su destreza brillaba especialmente en las partidas relámpago. A mí me apasionaba cambiar piezas para precipitarnos hacia un final vertiginoso, pero con el Master Hidalgo eso era una empresa imposible: le ofrecía el intercambio de damas y él astutamente alejaba la suya del peligro inminente. Era inalcanzable su dama. No hace mucho tiempo, en mis planes estaba el descargar algunas de sus partidas, con la intención de analizarlas detenidamente y buscar mi revancha. Ahora, su legado se marcha con un saldo a su favor. Enrique disfrutaba de las hamburguesas, pero solo las saboreaba tras haberse ganado el derecho a degustarlas, es decir, después de derrotar a algún adversario. Con frecuencia, nos reuníamos en el café Terraza Jardín, un lugar que en tiempos remotos ocupaba el espacio que hoy alberga la Parroquia de Veracruz, frente al emblemático Parque Juárez, en el corazón de Xalapa. Allí, librábamos frenéticas batallas a ritmo acelerado, con el desafío constante y la apuesta pendiente. Aquellos eran tiempos marcados por la Primera Guerra del Golfo. Enrique Alonso y Jaime Bretón Díaz Mirón —quien también tenía un talento deslumbrante en las partidas relámpago— acordaron enfrentarse en un match de este tipo, cargado de apuestas. Verbales misiles Scud y Patriots se lanzaban de un bando a otro. Cada jugador tenía a su lado una columna de monedas de cobre. La columna de Enrique crecía con el doble de rapidez que retrocedía, hasta que finalmente su rival se quedó sin monedas y el vencedor se alzó con la victoria y, entrada la noche, se deleitó con una merecida hamburguesa. Enrique era un ser de emociones intensas, y las derrotas no eran bien recibidas por su espíritu. Cuando se encontraba en desventaja en una partida trascendental, sus ojos se enrojecían y parecía que estaba a punto de estallar. En un campeonato nacional cerrado, celebrado en Bahías de Huatulco, durante la última o penúltima ronda, llegó a sospechar que su adversario estaba cometiendo trampas y que el árbitro no aplicaba la justicia debida. Entonces, levantó la mesa con un estruendo estremecedor, arrojándola contra el contrariado oponente. En fin, Enrique era un amigo leal, un hombre generoso que ofrecía valiosos consejos para mejorar nuestros repertorios de aperturas y siempre estaba presente para brindar apoyo a los ajedrecistas en momentos difíciles. Anécdotas abundan en mi mente, pero las guardaré celosamente para no empañar el mensaje que sigue. El próximo 18 de junio del presente año, en el Parque Juárez de Xalapa, se llevará a cabo el torneo Enrique Hidalgo Inmemoriam, con el fin de recaudar fondos que serán entregados íntegramente a su viuda, con el propósito de aliviar la carga económica que supone un funeral. La inscripción mínima requerida es de cincuenta pesos mexicanos ($50.00), pero aquellos que deseen participar y contribuir con una suma mayor podrán hacerlo. El torneo dará inicio puntualmente a las doce del mediodía, momento en que honraremos la memoria de nuestro querido amigo, cuyos ecos perdurarán en el universo ajedrecístico.