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martes, 14 de junio de 2016

La amenzaza pública 1 sobrevive

El pasado 5 de junio los veracruzanos le dimos una lección de democracia al resto del mundo. Ejercimos nuestro derecho a votar y le dimos una llamada de atención al partido político hegemónico; sin embargo, la amenaza pública número uno se ha blindado contra el cambio y contra la posibilidad de ir a la cárcel y tener que regresar todo el dinero malhabido con el que se ha forrado en estos últimos seis años: ha roto el equilibrio de poderes promulgando una supuesta ley anticorrupción, donde el Gobernador del Estado pierde el fuero, pero lo conserva el Fiscal General del Estado.
El Fiscal no es elegido democráticamente, el Gobernador sí. Ahora el Fiscal puede meter a la cárcel al Gobernador, pero el Gobernador no puede destituír al Fiscal. ¿A cuál Gobernador va a meter a la cárcel el actual Fiscal? ¿Al saliente o al entrante? El saliente ya tiene una gran experiencia en materia de amparos, puesto que éstos le han llovido en su contra. El Gobernador saliente tiene una gran praxis en estos asuntos; y, en el remoto caso de que el actual fiscal (famoso por encarcelar inocentes y por no proceder contra los culpables) se le ocurriera darle entrada a las innumerables denuncias que hay en su contra por desvío de recursos públicos, empresas fantasmas, lavado de dinero, peculado y demás lindezas que todos los veracruzanos sabemos y que por eso emitimos nuestro voto, el Gobernador saliente se ampararía contra el primer acto de aplicación de otra de sus absurdas leyes. Los profesores y los jubilados le hemos enseñado como tumbar sus propias leyes. Él hará lo mismo. Nadie sabe para quién trabaja.
Pero la amenaza pública número uno duerme tranquilo: seguramente el fisculín no va a proceder en su contra pues le debe muchos favores. Por eso está ahí y para eso está ahí. Y ahora es más poderoso que el Gobernador. Y, por si fuera poco, la amenaza pública número uno planea poner como fiscal anticorrupción nada menos que a Flavino Rios Alvarado, el represor de jubilados. Ya decía yo que algo se traía este sujeto con su ley anticorrupción. No era posible que el burro estuviese hablando de orejas y escupiendo para arriba. En las universidades españolas aprendió a adelantarse a los hechos y preveer estrategias a futuro. Un buen administrador es lo que hace. Ahora veo también que también los malos se anticipan. Es una paradoja: el mal administrador aprovecha una buena técnica para asegurar el éxito de sus fechorías.
Moraleja: así como la ciudadanía forzó al fisculín a proceder contra Los Porkys de Boca del Río, quizá ahora también podríamos forzarlo a que admita las denuncias contra la amenaza pública número uno y a que le de cauce a la investigación. Que no se haga pato como se hicieron los diputados priístas que lo exoneraron del juicio político y le pasaron la factura a su partido, el que nunca había perdido las elecciones en Veracruz.
Ahora que lo pienso bien, si ya nos hemos amparado contra otras leyes duarte ¿Porqué no hacerlo contra ésta? (Digo la que rompe el equilibrio de poderes, la supuesta ley anticorrupción). Ya hemos visto que sí se puede. Y esta ley ya es una patada de ahogado. Para bien o para mal, la amenaza pública ya se va el primero de diciembre. Pero hay que proceder con celeridad, antes de que el silencio otorgue derechos y la injusticia se haga ley. Pues el derecho a ampararse tiene caducidad de instancia. Yo creo que la cosa más sana de este mundo es ampararse contra todas las leyes duarte, porque todas traen jiribilla.

Homofobia, islamofobia, xenofobia ¿Quién gana?

En el mundo moderno es imposible escapar a las noticias, sea donde sea el lugar donde ocurrió el hecho noticioso. Recientemente, en periodos de efervescencia electoral en muchos países, han ocurrido atentados contra la comunidad LGT (Lésbico-Gay-Transexual). En plena contienda electoral veracruzana, ocurrió un atentado en un bar de Xalapa, Veracruz, conocido como el Madame´s. Y ahora, en Orlando, Florida, ocurrió otro, muy grave. La diferencia es que en el primero, al parecer la autoridad minimizó el número de víctimas, admitiendo 4 decesos, pese a que los atacantes eran cinco; en cambio, en Estados Unidos, una sola persona logró asesinar a 50 y la autoridad lo reconoció.
El asunto es ¿Para qué? ¿Quién ganó? ¿Qué ganó? El atacante de Orlando, Florida, para empezar, perdió la vida. La vida es el bien jurídico más valioso, pues sólo se vive una vez. Claro que para un fanático religioso la vida no vale tanto, porque cree que después de esta vida hay otra que es más duradera, sin que nadie pueda comprobarlo. Por consiguiente, el fanátio religioso desprecia este valor jurídico, tanto para sí mismo como para los demás. Y como los demás no comulgan con sus creencias, se va a Estados Unidos y con toda la facilidad del mundo compra armas de alto poder, que deberían ser exclusivas para los ejércitos, y se poner a matar inocentes a diestra y siniestra, sin averiguar si son gays, terroristas, latinos, nazis, cristianos, judíos o musulmanes. Así de fácil.
Vuelvo al Asunto ¿Qué ganó Omar Mateen? Nada. Perdió la vida, le dió argumentos a Trump y le ayudó a eliminar a cincuenta latinos. Le dió argumentos también a ISIS, organización terrorista que se adjudicó el hecho pero que sólo ganó una nueva serie de enemigos en todo el mundo. Ganaron unos cuantos adeptos y el repudio del resto del mundo.
Ganó el odio. Ahora Trump tiene muy buenos argumentos para fomentar la islamofobia y ganar las elecciones. Una vez presidente no sólo va a joder a los latinos (que algunos de ellos ya fueron castigados por Mateen), sino que va a joder a los musulmanes. A los primeros que va a fastidiar, son a los que viven en Estados Unidos. En seguida, se lanzará a guerras contra países islámicos, donde calcule que hay más extremistas. Como las guerras sólo traen destrucción y el odio genera más odio, antes de que los EU exterminen a los musulmanes, algunos extremistas islámicos seguirán cometiendo más atentados con los cuales el discurso de Trump ganará más adeptos. En una de esas, podrá salir volando algún arma nuclear y se harán realidad las historias que en películas como El Planeta de los Simios eran ficción: la estúpida humanidad habrá acabado con casi todo el planeta tierra y socavado su supervivencia como especie. Y eso si sobrevive alguien a la catástrofe.
Una vez más la sentencia del expresidente mexicano Benito Juárez vuelve a cobrar sentido: "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz". Me explico. En México los papalotes son unos juguetes que en otras partes se conocen como "cometas". Son pequeños artefactos de papel o alguna tela que se sujetan a un hilo y se ponen a volar aprovechando la fuerza del viento y la resistencia que le opone el hilo. También hay un refrán que dice que "cada quien puede hacer de su trasero un papalote"; es decir, convertir el propio trasero en un papalote es algo muy absurdo e insensato, pero cada quien tiene derecho a hacerlo. En el caso de los gays, ellos tienen dereho de hacer con su trasero lo que se les de la gana, siempre y cuando no afecten los derechos de terceros. ¿Entonces porqué matarlos? Es su derecho a ser gays.
Algunos dirán que soy homófobo y otros que soy gay. Ni una ni otra. Tengo más de sesenta años y no puedo negar que se me hace raro ver a dos personas del mismo sexo besándose en la boca. Me cuesta trabajo aceptarlo. Pero, de ahí a admitir que me afectan y que debo emprender acciones drásticas para castigarlos hay un gran trecho. Salvo la pequeña molestia psicológica de tener que ver algo que a mi me parece raro, no me afectan. No veo porqué ir a tomar un arma y masacrar no sólo a los miembros de esta comunidad, sino a todos los que estén ahí sin serlo.