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miércoles, 12 de abril de 2017

Violencia y Economía

Antes de que me citen bajo el apodo de "El premio Nobel de Economía, Doctor Francisco Legarreta Christen", como algún ingenioso amigo ya lo ha hecho, les diré que mi padre vendía libros y, cuando iniciaba mis estudios de secundaria, le tomé prestado uno y lo leí. Se llamaba "Cómo aprender Economía en diez lecciones". Posteriormente, ya en el Conservatorio Nacional de Música, como hobbie, asistía a las cátedras de la "universidad abierta" que daban algunos brillantes intelectuales de la UNAM. Y, entre los amigos que asistíamos, ahí frecuentaban muchos que ahora sí son doctores en economía e incluso algunos de ellos asesoran a mandatarios sudamericanos (los autodenominados "Telerines"). En ese periodo, no sólo leí a Carlos Marx, sino que me enfrenté a los escritos de otros, como lo son Adam Smith, David Ricardo, Quesnay, Lord Keynes y otros que escapan a mi memoria.
Ya siendo profesor de música, para completar mi perfil profesional pues quería ser "empresario" teatral (hoy se dice "Gestor Cultural") tuve la ocurrencia de estudiar Derecho en la Universidad Veracruzana y ahí llevé un curso de economía, ya de manera oficial. Posteriormente, estudié y terminé una Maestría en Comunicación Corporativa y Mercadotecnia, donde volví a llevar "Economía", además de otras materias afines, debido el perfil académico del programa, en la Universidad Anáhuac de Xalapa. Al terminar esa Maestría, ingresé al Doctorado en Ciencias Económicas y Administrativas de las Universidades de Xalapa y Almería (España), donde cursé el Primer Semestre, pero no lo concluí porque dejé de asistir. Finalmente, mi misión en la vida y mi vocación, es la música y por eso claudiqué. Pero algo aprendí de los expositores españoles. Entre otras cosas, me enteré de la obra de Benjamín Stiglitz, Premio Nobel de Economía.
Ya jubilado, pero con idea de aprovechar el tiempo libre y ahora sí ser un buen Gestor y Productor Artístico, ingresé a la Maestría en Producción Artística y Marketing Cultural del Instituto Universitario para la Cultura y las Artes "Realia", donde de nuevo me enfrenté a las materias económicas, a teorías de la comunicación y, como cereza del pastel, a las Políticas Culturales. De modo que, si bien no tengo el nivel de Benjamín Stiglitz y ni siquiera el de mis ex amigos "Los Telerines",  tampoco soy acreedor al apodo "Legarreta Christen".
Tuve que hacer este farragoso prólogo, porque lo que voy a decir, si bien lo digo sin afanes partidistas y con la intención de que la clase política mexicana de un viraje y corrija la situación lamentable que estamos padeciendo la mayoría de los mexicanos, seguramente  habrá algunos políticos que sentirán como que les arde un callo a consecuencia de un involuntario pisotón y comisionarán a uno o más operadores para que, apelando a las emociones, las apariencias y las verdades a medias me descalifiquen con argumentos absurdos y logren que los despistados se vayan por la tanjente y no entiendan la cuestión de fondo que estoy planteando.
En resumen, sostengo que quienes han establecido que hay una relación entre crisis económicas, pobreza y variación de precios al consumidor con las variaciones en el incremento de ciertos delitos como son el robo, el fraude, los secuestros y las extorsiones, no están tan equivocados. No estoy haciendo apología de AMLO pero le concedo la razón cuando dice que una buena estrategia para combatir los índices delictivos actuales es darle trabajo y poder adquisitivo a los jóvenes, pues "han sido olvidados por el sistema" y su futuro "ha sido cancelado".
Es obvio que esto pisa callos, pues coincide con tesis de pensadores socialistas y pone en entredicho las políticas oficiales de las últimas décadas, donde no sólo se ha cancelado el derecho a la Seguridad Social de los jóvenes, sino incluso la posibilidad de obtener un trabajo remunerado. Por otra parte, quien quiera que ingrese a una plaza comercial recibirá 50 frustraciones por minuto. El sistema de la sociedad de consumo aún está vigente. Todavía es cierta la frase de Carlos Marx que dice que "en el capitalismo, tanto tienes, tanto vales". Mucho antes de Marx, lo dijo el literato español de apellido Quevedo: "Poderoso caballero es Don Dinero" (pues al feo hace guapo y al guapo hace feo) ¿Porqué ni siquiera la Interpol sabe dónde se esconde el ex gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa? (Es una pregunta retórica) ¿Porqué delinquen los jóvenes? ¿Acaso porque es más divertido ganarse el dinero delinquiendo que trabajando honestamente? No. Si es que logran tener un trabajo honesto, los jóvenes, en la mayoría de los casos, tienen que trabajar en empleos mal pagados y ahora sin derecho a jubilación.
Y los que han logrado una buena posición económica, tienen que invertir buena parte de su tiempo y dinero en la adquisición de sistemas de seguridad: rodear su casa de "concertinas" (una especie de alambrada que más que púas tiene navajas), cercas electrificadas, cámaras de vigilancia, guaruras, veladores, etc.. Como en la Edad Media: vivir encerrados en castillos protegidos por un foso de cocodrilos y llenos de vigilantes. Pero el que sabe Historia Universal y ha leído sobre la Historia del Imperio Romano, sabe que los guardias pretorianos no necesariamente le fueron leales al jefe. Los veladores saben perfectamente cuando entra y sale el dueño de la casa, saben a dónde se va de vacaciones y por cuánto tiempo, cuántos coches tiene, dónde colocó la caja fuerte y demás detalles.
En la Facultad de Leyes, también estudié un curso o dos de Medicina Forense y, por tanto, de Criminología. Siempre me llamó la atención el capítulo del libro "Medicina Forense" de Quiróz Cuarón donde habla de la relación de esta disciplina con otras ciencias; y, entre éstas, todas las que emanan de "La Dirección Sociológica" (Porrúa, México, 1993, páginas 1043 a 1050). Lo que hace que las escuelas de orientación burguesa y feudal desconfíen de estas teorías es que es la escuela socialista la que propone que no sólamente son las predispocisiones biológicas las que incitan a delinquir a ciertos seres humanos sino que también influye la condición social. En resumen, una persona muy empobrecida, frustrada y desesperada, suele robar para subsistir. Incluso en algunos códigos penales está considerada como causa de inimputabilidad "el robo de famélico".
Pero, en una sociedad donde "tanto tienes, tanto vales" en la cual te paseas por una plaza comercial y recibes 50 frustraciones por minuto (porque ves 50 artículos que te gustan, pero que no puedes comprar por falta de dinero) y donde algunos medios de entretenimiento e incluso de información te muestran claramente que ciertas maneras de delinquir te pueden dar la capacidad económica para vivir como rey (en tanto que trabajando honestamente, si es que consigues trabajo, vas a vivir de manera restringida), lo más seguro es que los delitos contra el patrimonio más otros tipos penales como la extorsión, el secuestro, el narcotráfico, etc., van a proliferar como hongos en tiempos de humedad.
No sólamente es la escuela socialista la que sostiene esta teoría: antes de los socialistas está la escuela de "Estudios geográficos o cartográficos" del siglo XIX y después de éstas  la "Escuela económica" (con brillantes exponentes italianos y holandeses). Esta última sostiene que "es evidente que existen relaciones estrechas entre las condiciones económicas y la criminalidad".
A lo que voy es a lo siguiente: AMLO, también conocido como El Peje, sostiene que combatir a la violencia con la violencia no acabará con el fenómeno de la violencia, pues no está atacando a sus causas. Ya lo he dicho en otras partes de este blog: la violencia sólo engendrará más violencia. El problema es complejo y la solución no se vislumbra a corto plazo, pues en adición a la falta de oportunidades para los jóvenes están los fenómenos de la impunidad y la corrupción, que van de la mano y uno es causa del otro y se refuerzan mutuamente en estrecha relación dialética: cuando se acabe la impunidad, la corrupción descenderá notablemente. Y cuando se disminuyan ambas, la riqueza social se distribuirá de manera más equitativa y los delitos contra la salud, la libertad personal y el patrimonio también disminuirán significativamente. Al haber un periodo de bonanza económica y de paz social, los delitos que predominarán serán los pasionales. Pues, lamentablemente, siempre habrá un porcentaje de seres humanos que delincan.
Para concluír estas reflexiones, citaré una frase acuñada por la "Escuela del medio social": "Las sociedades tienen los criminales que se merecen. El medio social es como el caldo de cultivo de la criminalidad; el microbio es el criminal, elemento que carece de importancia hasta el momento que encuentre el caldo que le hace fermentar".

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