En esta temporada preelectoral que afortunadamente ya está a punto de concluír, los ánimos se han caldeado, los disensos de opinión entre mexicanos se han marcado y con ellos los odios y los temores.
Los odios nunca son recomendables, ni aunque estén fundados en la experiencia, porque el odio destruye incluso a aquel que practica el odio. Ya veremos cómo acaba Trump con el asunto del odio hacia los mexicanos, pues ha llegado al extremo de separar a padres e hijos inmigrantes y luego hacer un mitin criminalizandolos para tratar de justificarlo. Ahora que tiene el poder, se puede despachar con la cuchara grande. Pero tanto la vida en general como la política en particular son azarosas. Se parecen a una rueda de la fortuna. Elektra, personaje trágico de los griegos antiguos, logró consumar su venganza pero el odio la consumió a ella misma. Se murió casi en el acto de consumar su venganza. Hitler contagió su odio a una nación de artistas y filósofos, dañó a cuanta nación pudo pero acabó mal y los suyos también. Ya he hablado en otras ocasiones de esto, de su relación con conductas psicológicas negativas, de cómo en la Edad Media identificaron al odio con dos pecados: la ira y la envidia, conductas nocivas que otras grandes religiones también tipificaron. Por ejemplo, ahora está de moda en grupos simpatizantes del candidato Anaya odiar a AMLO, desearle la muerte, burlarse de él cuando tiene un fracaso. Lo más patético del asunto es que este odio es hipotético, está basado en suposiciones y pasan por alto que sus rivales sí pertenecen a partidos que han gobernado por décadas y que tienen al país postrado. ¿Por qué tanto odio hipotético? Pues, me atrevo a responder, porque éso es lo que han logrado las campañas propagandísticas que manipulan emociones en lugar de ofrecer propuestas. Están basadas en el supuesto de que las grandes mayorías no van a entender razonamientos, que son incluso de coeficiente intelectual bajo. Y tal vez no están tan equivocados. Para explicarlo de manera divertida me remito a un conocido monólogo de Facundo Cabral:
Pero junto al odio real o hipotético, también están los temores; y, siguiendo la misma lógica, también hay temores fundados y temores hipotéticos. Yo le pediría a mis compatriotas que examinen sus temores y sus odios, que investiguen, que procesen la información a la luz de la experiencia, de los datos reales y no de lo que dicen otros, incluído yo. Razonen su voto. Yo ya elegí a mi candidato, en base a la información y a la experiencia personal, una experiencia que data de al menos medio siglo de vida conciente. Tal vez me equivoque, nadie tiene la verdad absoluta y a la hora de votar por alguien hay algo de fe, pues no se puede saberlo o creerlo todo. Sólo les pido que no se dejen manipular por odios y temores hipotéticos, pues decidir así el futuro de nuestro país, es algo muy peligroso. Se trata de un futuro a largo plazo, porque lo que está en juego es el estilo de gobierno que vamos a tener los próximos 25 años, y ésto es algo que se tiene que hacer con responsabilidad, inteligencia y con las emociones bajo control. Entiendo que alguien que se haya beneficiado y enriquecido notablemente con la ayuda de los poderosos que han gobernado los últimos 86 años tenga un temor y un odio fundado a AMLO y que odie también a cualquiera que proponga un cambio que implique una distribución más justa de la riqueza en nuestro país. Lo que no entiendo es que alguien que ha estado jodido (oprimido, pobre, fregado, olvidado) ande odiando y temiendo al que le ofrece una mejor solución.
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