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domingo, 14 de abril de 2019

Caperucita y Masha a la hoguera

   Quiero criticar la decisión de censurar al cuento de La Caperucita Roja y en general a muchos tipos de literatura. Desde luego que lo haré vía la reducción al absurdo empleando la ironía. Tengo que explicar las metáforas porque hay quien se toma en serio mis ironías y luego me interpreta al revés. No voy a decir nombres, porque ahora el pleito no es con ellos.

Antes de proceder con el relato irónico, quiero manifestar mi desacuerdo con que se censure a todos los cuentos clásicos y en general a toda la literatura crítica (por ejemplo, la filosofía). También quiero manifestar mi posición frente a la corrección política, esa frase tan de moda hoy en día. Cuando Javier Duarte de Ochoa estaba en campaña electoral, yo estaba ahí y quise saludarlo desde su lado izquierdo. Un amigo, que en paz descanse, me regañó y me enseñó el protocolo políticamente correcto: A Javier Duarte había que saludarlo desde su lado derecho. Si leen entradas más antiguas de este blog, particularmente entre 2013 y 2016, entenderán cómo se desarrolló mi relación con el ex gobernador y porqué desde entonces trato de ser políticamente incorrecto por sistema. Así que ahí va el ensayo:

   Dije que quiero criticar la decisión de censurar al cuento de La Caperucita Roja y en general a todos los cuentos clásicos, así como a toda la literatura crítica, incómoda, políticamente incorrecta (desde Dostoyevsky hasta las novelas de su humilde servidor). Desde luego esto incluye a las obras de Marx, Sartre, Boldieu y Foucoult, por citar algunos cuantos.

   Se trata de combatir con esta censura a una doble moral instaurando otra de sentido inverso, de prohibir cuentos "machistas" como La Caperucita Roja que pueden traer buenos consejos para reducir la tasa de feminicidios en México a la par que se difunden masivamente canciones banales que lo fomentan (y se invisibiliza a otro tipo de música, en especial a la culta de creación reciente, porque es demasiado compleja y que puede hacer pensar a la gente).

   Veamos: de entrada el emblema de la protagonista del cuento de marras es rojo, el color de los bolcheviques; eso, ante todo, es un argumento definitivo no sólo para invisibilizar a este subversivo cuento, sino para quemarlo en la plaza pública junto a Pulgarcito, La Cenicienta, Pinocho, La Bella Durmiente usando como combustible a las obras de Platón, Aristóteles, Galileo, Freud, Marx, Sartre, Boldieu, Foucoult y otras tantas que harían una lista muy farragosa para citar aquí, entre las que están las novelas del autor de estas líneas (¿En qué momento atacan a la mujer? No sé, pero por si las dudas se les debe incluír en la lista negra, más vale prevenir que lamentar). 

   Además, a quien se sorprenda leyendo en voz baja o alta La Caperucita Roja, los cuentos de Anderssen u otros cuentos similares, así como los cuentos y leyendas de culturas modernas y antiguas de Europa Central, China, Rusia, África, Oceanía y América, deberán imponérseles ocho años de prisión y una multa de dos mil quinietos euros o su equivalente en moneda catalana. Bastará con que alguien, desde el anonimato, haga una acusación en cualquier red social para que se le apliquen estas sanciones, sin que se le oiga en juicio y sin que la parte acusadora ofrezca pruebas de su dicho.

   Pero hay más razones para implementar estas urgentes medidas: La Caperucita Roja habla de una niña y una anciana muy descuidadas por parte de la mamá; esto es, la niña no fue abortada como dictan los cánones de la moralidad moderna y en su lugar la trajeron a sufrir a este valle de lágrimas. En vez de haberla abortado, la dejaron vivir y la enviaron a la casa de la abuela, una vieja estorbosa e inútil a la que han tenido que hacerla vivir en lo más apartado del bosque (en lugar de tenerla en una casa de asistencia, donde recibiría atención médica, psicológica, medicinas, comida, entretenimiento y hasta agua caliente para bañarse).

   Hay algo en este cuento que ofende mucho a la moralidad moderna: en este cuento se dice que el lobo es malo. Es un pervertido que se traviste. Esto es sin duda otra prueba del machismo del cuento: dice que los travestis son malos. Encima de ser probolchevique, misógino y antiaborto, ahora resulta que La Caperucita Roja es un cuento que fomenta la homofobia. Claro que el hecho –señalado por Sigmund Freud– de que al lobo se le castiga abriéndole la panza para llenársela de piedras y cosérsela para que se vea como una loba embarazada, debe pasarse por alto pues es un intento del psicoanalista vienés (famoso por su misoginia) de congraciarse con las feminizais. No es sincero el intento de hacerle sentir al lobo lo que sufre una mujer embarazada, todo es un constructo hipócrita del heteropatriarcalismo.

   Para reforzar las medidas anteriormente propuestas, se deben prohibir otro tipo de panfletos como Masha y el Oso, donde si bien se dice que los lobos y los osos son buenos, esto se hace no por fines ecológicos sino porque son figuras masculinas en tanto que se insinúa que la verdadera peligrosa es Masha, la niña, dicho esto en el colmo de la misoginia. Por éstas y otras razones deben prohibirse esta clase de libelos y dejar de decir que los lobos, los osos, las cobras, los tigres, los leones, las anacondas y otros animales similares son peligrosos. En cambio, se debe permitir que los niños menores de seis años jueguen con ellos en campo abierto y fomentar que sus papás los manden al bosque y a otros sitios igualmente inofensivos (por ejemplo, un terreno baldío en un barrio urbano reconocido por su alta tasa de criminalidad) sin la compañía de otro adulto. Esto, para controlar la explosión demográfica. Herodes estaría orgulloso de estas políticas. Por cierto que La Biblia también tendría que estar entre los libros vetados por las feminazis: además de haber sido escrito por judíos, es un libro patriarcalista por excelencia, al igual que lo son El Talmud y El Corán. Lo mejor, de plano, sería quemar todos los libros, empezando por Fahrenheit 451, libro que le podría dar ideas a los defensores de la literatura heteropatriarcal-machista.

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