En varias entradas de este blog y de mi canal de Youtube hice mención una y otra vez de mi experiencia como alumno del gran compositor mexicano Mario Lavista, quien lamentablemente ha fallecido hace unas horas. Poco habré de añadir en esta situación, pues lo importante lo dije en vida.
Es increíble que siempre hay una última vez cuando se habla con otra persona y tan increíble es que sea hace unas horas o hace varios años. La última vez que conversé con Mario fue en la baguetería que hay o había frente al Conservatorio de las Rosas de Morelia, Michoacán, entre 1996 y 1997, en el intermedio de un seminario de técnicas y perspectivas de la música al final del milenio. Mario, a quien no había visto desde 1986, tenía un trato frío hacia mí en esa reunión moreliana, por no haber leído todos los ejemplares de la revista Pauta, de la cual él era el alma. Según él, si los hubiese leído mi nivel como compositor sería de mayores alturas. No obstante, aún así quise tener otra reunión con él, y mostrarle mis últimas composiciones. Ya nunca más nos volveríamos a ver. Sólo me resta decir que entre 1972 y 1974 de él aprendí un oficio que me dió para vivir y jubilarme con un nivel de vida decoroso, con lo cual le estoy eternamente agradecido. Y que, en mi juventud, viví momentos de gran intensidad en las tertulias que organizaba en su departamento de la Colonia Roma y otros lugares. Presumía haber analizado todas las sonatas de piano de Mozart que tocaba al piano, las cuales, por lo menos, eran seis. Solo me resta externarle mis mas sinceras condolencias a sus familiares, a quienes no tengo el gusto de conocer en persona. Descanse en paz Mario Lavista.
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