Escribo estas líneas como ciudadano independiente de cualquier partido, aunque suene a slogan de Quadri. Sin embargo, si alguien no es político, ése soy yo: Hoy desperté con una noticia que me heló la sangre, como seguramente también se le enfrió a los 40 000 seguidores de Josefina Vázquez Mota que hasta antes aplaudían entusiasmados a la candidata de la ultraderecha en el estadio Omnilife de Jalisco y, posteriormente, a los familiares de los más de 70 000 muertos de la guerra de Calderón, a los padres de familia de los niños muertos en la guardería ABC de Sonora, etc, etc.
Josefina, congruente con su ideología fascista, amenazó con nombrar Procurador General de la República (la PGR) a Felipe Calderón Hinojosa. Josefina se definió por fin por la línea de "más de lo mismo", confiando en que la "mayoría silenciosa" sea una mayoría de tarados que van a votar a favor de que haya retenes militares y policiacos, en cada esquina de cada calle de cualquier población de nuestro país. Soldados, marinos y policías apuntando a los niños, a los estudiantes, a las amas de casa, a los obreros, a los profesionistas, a toda la gente que se gana la vida honradamente cada vez con mayor dificultad. La vida artística y académica del país se verá afectada gravemente, pues la gente, por miedo, dejará de ir a los conciertos o a la escuela. Los negocios también verán afectadas sus ventas, pues la gente saldrá únicamente a comprar lo indispensable. Como resultado, la crisis económica resultante va a ser peor que la actual.
Para muestra pongo dos ejemplos: a principios de junio me dirigía en automóvil al Distrito Federal con mi hijo y mi esposa para festejar el cumpleaños de mi señora madre, quien ya rebasa los ochenta años de edad. Al pasar la primera caseta de cuota, había unos policías armados con chalecos antibalas, cascos de tipo militar y ametralladoras, más mortíferas que las que usaban los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Un policía detuvo a un camión de fletes que iba delante de mí, seguramente contratado por una familia que había decidido dejar de vivir en su ciudad y transportaba sus muebles hacia otra población. Para mi sorpresa, el otro policía me ordenó a mí detenerme para la revisión. Nunca en mis 35 años de viajar en automóvil de Veracruz a México, me había ocurrido eso. El incrédulo polizonte no quería creer que los pasajeros eran mi esposa y mi hijo. Para mayor desgracia, me solicitó la licencia de manejo y la tarjeta de circulación. Y este último documento lo había olvidado en Xalapa. Afortunadamente, con la licencia y el acta de adquisición de las placas anteriores se dio por satisfecho y nos dejó ir. Y, por cierto, se limitó a revisar mis papeles y no revisó mi cajuela.
El otro ejemplo es el de una niña que venía desde Coatepec a tomar clases particulares de danza con mi esposa. Ya no viene, a causa del temor que le ocasiona a ella y a su madre el retén que está entre ambas ciudades. Como le hicieron saber en un correo a mi mujer, temen que por accidente o equivocación se le salga una ráfaga de balas a uno de los agentes del orden, cuya misión es proteger al pueblo. Estos hombres, embozados cual asaltantes de caminos, son imposibles de identificar. De modo que el asesinato, en caso de ocurrir, quedaría impune.
Finalmente, en todos los sitios donde hay retenes, el tráfico se vuelve aún más lento. Así que, estimado ciudadano, si quieres a tu país, si quieres a tu gente, vota por cualquier candidato menos por los del PAN.
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