Siento importunarlos, pero esto es urgente... si quieren conservar la independencia alimentaria.

Cada vez avanza la globalización y sus innegables beneficios. Pero también avanza el lado oscuro de la misma, el poder de algunas trasnacionales cuya ambición no tiene límites. Y, en materia alimentaria, cada vez es más difícil encontrar al productor local que vende productos orgánicas, esto es, libres de pesticidas, hormonas, soya, jarabe de alta fructosa de maíz, almidón, grasas poliinsaturadas, sodio en cantidades estratosféricas, azúcares y otros venenos. En México tales alimentos "chatarra" han provocado no sólo la quiebra de numerosos campesinos y ganaderos, sino el aumento en proporciones alarmantes de enfermedades como la obesidad, la obesidad infantil, la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cerebro-cardiovasculares que a ellas se asocian: cuando no matan, dejan seriamente incapacitado al individuo, tanto para actividades físicas como para las intelectuales. De hecho, para ambas al mismo tiempo.
En concreto, hay una empresa trasnacional llamada "Monsanto", a la cual he hecho alusiones en mis novelas "Épocas de sol" y "Ajedrez político y macabrón" bajo el nombre "Montesanto", que se distinguió en la Guerra de Vietnam por fabricar el Napalm, cruel arma homicida que quemaba a los seres humanos de tal forma que ni el agua o la tierra podían apagar las llamas. Y el suelo donde caía, quedaba estéril. Ahora quieren patentar semillas de alimentos vegetales, en su variante trasgénica, de tal modo que la humanidad no tenga otro remedio que comprar sus semillas envenenadas y, agricultor que no lo haga, enfrentará serias demandas. Por esta razón, los invito a firmar en contra de los intereses monopolistas y sociopáticos de esta empresa, antes de que pongan de rodillas a los gobiernos de todas las naciones y nos obliguen a comer sus venenos. La siguiente dirección explica un poco mejor el problema y da el pase para la firma:
http://www.avaaz.org/es/monsanto_vs_mother_earth_rb/?ccYqmdb

Hoy por tí, mañana por mí (o viceversa) Carpae diem, o sea, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.