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viernes, 27 de septiembre de 2013

Una buena decisión

Hoy los profesores volvieron a desquiciar la ciudad, justo por el rumbo de la escuela donde estoy terminando una Maestría y no me conviene faltar. Salí de mi auto, a las 16.45 (la clase iniciaría a las 17 hrs.)  y, al llegar a la Avenida Murillo Vidal, me topé con que una patrulla de Tránsito estaba  enviando el tráfico de regreso. Así que volví a casa, tomé mi mochila de escolar (con tirantes), mi casco de motociclista (por alguna razón, el proveedor me vendió ése en lugar de uno para ciclistas) y me lancé a la escuela, disfrutando de la Murillo Vidal para mi solito. Me atreví a pasar por el atajo donde me he topado con serpientes (la que vi este año sí que me dio miedo) y me encomendé a Dios. Después de todo, la probabilidad de que aparezcan es de una al año y eso ocurre en febrero. Solamente llegué tarde veinte minutos. Hubiera llegado antes si no hubiese intentado trasladarme en automóvil. La mayoría de mis compañeros llegó  mucho más tarde que yo. Me vieron como bicho raro en la Anáhuac (soy fresa ¿y qué?). El de seguridad no me dejó subir con la bici hasta el salón y la tuve que estacionar hasta por allá. Sin embargo,ir en bici fue un acierto de largo alcance: pese a salir a las 22 horas, el tráfico seguía congestionado desde Xalapa 2000 hasta la Murillo Vidal. Tuve suerte de que no lloviera. Hice un poco de ejercicio, no contaminé y llegué antes. Si hubiese regresado en automóvil, tal vez estaría acordándome de la progenitora de los bloqueadores del tráfico, a la altura de Xalapa 2000. Y son las 23.10, horario del centro, en México. Por todas partes comentamos: los profesores tienen derecho a defender sus derechos, pero no a perjudicar a terceros.
-Sí -les contesto a quienes dicen eso -Y lo peor del caso es que no están defendiendo adecuadamente sus derechos, pues en vez de estar perdiendo el tiempo bloqueando las arterias viales, deberían estar tramitando un juicio de amparo.
A lo que voy es a lo siguiente: lo primero que dice el artículo 14 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es que a nadie puede aplicársele retroactivamente una ley en su perjuicio. Cuando esto sucede, hay materia para el amparo. Hay dos tipos de amparo, el directo y el indirecto. Lo importante es que, una vez promulgada la ley, el individuo que se sienta afectado tiene un plazo de 15 días hábiles para solicitar el amparo si considera que la ley lo perjudica. O esperarse al primer acto de aplicación. ¿Cuántos días le quedan a los profesores inconformes para interponer su amparo? No muchos. Y, con las ciudades desquiciadas por sus bloqueos, el tráfico se vuelve increíblemente lento, de tal suerte que quien quiera trasladarse a un juzgado para tramitar su amparo, corre el riesgo de llegar tarde y no ser atendido. La cuestión es que si no tramitan su amparo en dichos tiempos, aunque tengan toda la razón del mundo, si lo solicitan fuera del término que establece la ley, no se concederá por ningún motivo. Quizá los profes desconfíen del sistema judicial mexicano. O simplemente ignoren que la Suprema Corte de Justicia de la Nación es un poder con fuerza equivalente a los poderes Ejecutivo y Legislativo (aunque hay quien dice que desde los tiempos del presidente Ernesto Zedillo el Poder Judicial está subordinado al del Ejecutivo). Es cuestión de criterios, aunque, en mi opinión, es mejor intentar primero el amparo. Yo siempre he pensado que las manifestaciones son la manera más tonta de luchar por un derecho. Pero son muy populares.

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