Hace quince años años ¿Qué hacía yo? Hacia el año 2005, una enfermedad de los riñones me sacó de la jugada. Quizá fue la cuota que tuve que pagar debido a haber luchado intensamente de 1996 a 2004. Fueron tiempos de darme cuenta que las políticas culturales habían cambiado. Pensaba que sólo había cambiado mi situación individual, a causa de mi nueva carrera de leyes que me llevó en ocasiones a enfrentar a algunas autoridades, con la consecuente caída de la gracia como compositor de música de concierto. La verdad es que, pese al éxito de una o dos individualidades que son la excepción que confirma la regla, las cosas cambiaron para muchos mexicanos. Hacia 1996 se sentían aún los efectos de las muertes de Luis Donaldo Colosio, candidato a ocupar la presidencia de México, y la muerte de Ruiz Massieu. También estaba fresco el levantamiento armado de Chiapas y los efectos de la crisis de fin de año en 1994. No eran tiempos para que el Estado Benefactor patrocinara la creación y distribución de música sinfónica autóctona nueva, salvo las excepciones ya citadas. Son los primeros años del TLC y para 1996 ya muchos compositores mexicanos, incluidos los de música popular-comercial, se empiezan a sentir desplazados por la poderosa industria norteamericana. Yo, por mi parte, estaba feliz de haber ganado un Primer Lugar en el concurso de ensayo biográfico "Toña la Negra". Fue un ejercicio muy importante, para el cual me fue muy útil la carrera de leyes que estaba estudiando: ya había pasado por varias materias de Derecho Penal y algunos seminarios de investigación. Llevé el proyecto casi como un agente investigador (eficiente) del Ministerio Público y me salí con la mía. Este resultado me llevaría a intentar un paso más adelante: llevarle el ensayo triunfador a Emilio Carballido para que lo transformara en libreto para una futura ópera. En 1997 me trasladé a Morelia a disfrutar de mi segundo año sabático e investigar a la escuela de composición musical del Conservatorio de las Rosas para obtener un modelo que me permitiese hacer el proyecto para abrir la Licenciatura en Composición Musical, en la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana. Y, aprovechando el viaje, terminar mi carrera de compositor en Morelia. Fue una época muy rica en emociones agradables y de logros personales. Me pude encontrar con unos parientes, el primo Chuy y su esposa, que ahí viven. También aproveché para conocer varios sitios de Michoacán: Pátzcuaro, Janitzio, Quiroga, Uruapam, Tacámbaro, Tzin tzun tzan y otros bellos lugares. Realicé algunas tours gastronómicas, otras culturales. Ahí conocí al Doctor Emil Awad y a su inquietante cohorte: José Saldaña, Robert Barnard, Jose Luis Hurtado, Luis Carranza y a Humberto Robles, entre otros. Algunos de ellos nos siguieron a Xalapa, cuando el proyecto iniciado por mi tomó otros rumbos y acabó convertido en un postgrado, el primer postgrado del Área de Artes de la Universidad Veracruzana. Hacia 1998 gané mi primera beca para Creadores con Trayectoria e inicié la serie de festivales artístico-filantrópicos Quiero ayudar a los ancianos, armado con escasos conocimientos de mercadotecnia: un curso de procuración de fondos impartido en el Centro Nacional de las Artes, donde coincidí con el veracruzano Sabino Cruz, quien se sumaría a nuestro proyecto. El primer festival de esta serie, fue como una montaña pariendo a un ratón.
El segundo, parecía que iba a correr la misma suerte; pero, en un recital del maestro guitarrista Enrique Velasco, se obtuvo un donativo importante que permitió comprar un enorme caserón que se convirtió en la sede del asilo de ancianos "Nuevo Amanecer". Claro es que durante este trayecto se cambió el discurso en materia de senectud y la palabra "anciano" se volvió políticamente incorrecta y ahora hay que hablar de "individuos en plenitud", o "adultos mayores". Ahora yo aplico para el INAPAM; y, por consiguiente, no es correcto decirme "viejo" o "anciano". De este festival hubo seis versiones. En la tercera, realizada en octubre de 2000, como para iniciar con pie derecho el nuevo milenio, por vez primera actuamos bajo el nombre de "Katarsis". En aquella época el nombre se limitaba al grupo Katarsis, Danza de Cámara. El debut fue en el Centro Recreativo Xalapeño, hermoso edificio de arquitectura española de épocas pasadas, con techo de tejas de dos aguas, un jardín central y una fuente en medio de un patio rodeado de columnas tipo "portal". Integraban dicho grupo las hermanas Itzel y Nicté Méndez Zamorano, la talentosa Vanessa Ovando y el emprendedor Alonso Alarcón. Ni más, ni menos. En esa ocasión mi esposa Angélica Ramírez presentó sus coreografías "Nada es para siempre" e "Ikebana", bailadas por Itzel y Nicté, respectivamente. La foto de Itzel bailando esta coreografía, nos sirvió de imagen por mucho tiempo. En medio del programa tocó el guitarrista Alfredo Sánchez y para finalizar hubo una coreografía colectiva con todo el elenco. Así inició "Katarsis", que después creció hacia las áreas de la promoción y de la gestión cultural. Al año siguiente, nos vimos en la necesidad de adoptar el nombre Katarsis, Música y danza a fin de poder gestionar mejor al festival "Quiero ayudar a los ancianos". Este festival fue cambiando de nombre con el tiempo: en la primera versión era "Quiero ayudar a los ancianos, porque aprendo mucho de ellos". Un nombre largo y poco eficiente para fines de mercadotecnia y comunicación. En el segundo semestre del año 2002 tomé la drástica decisión de salirme de la Maestría en Composición Musical que dirigía el Doctor Emil Awad e incorporarme a la Maestría en Comunicación Corporativa y Mercadotecnia de la Universidad Anáhuac de Xalapa. Fue un cambio doloroso, pero muy excitante. Tal vez las campañas de procuración de fondos me llevaron a la sede de esta universidad y me llamó la atención su campus, rodeado de paz y naturaleza. Se preguntaran ¿Qué tenía que hacer un izquierdista en la Anáhuac? Pues lo que hice yo: aprender mercadotecnia bajo un punto de vista cristiano. Y de pasadita, algo de comunicación. No me arrepiento de nada.
Lo que aprendí ahí me sirvió para consolidar la organización Katarsis, Música y Danza y tener un ciclo de tres años consecutivos de cosechar éxitos artísticos y de marketing. Hasta que el exceso de confianza me llevó a sobrevalorar mis fuerzas y lanzarme a una versión muy ambiciosa del 6º festival "Quiero ayudar a los ancianos". La mayoría de los eventos se cayeron como una hilera de fichas de dominó dispuestas de tal manera para que eso sucediera. Aún así, me anoté algunos éxitos aislados, como lo fueron la presentación del actor Aaron Campos (hoy cineasta), quien presentó en el Café-Teatro Tierra Luna Crónicas de un vampiro a la vez que el grupo de son jarocho de Élfego Villegas hacía un fandango de son huasteco en el antiguo patio de vecindad, el "Patio Muñoz". Ambos eventos fueron un éxito para nuestra organización. Triunfos demasiado tardíos, porque el festival llegaba a su fin. El evento final, fue un show case con muchos grupos, en el Teatro del Estado y nos fue muy bien. Pero, lo importante, que era obtener el dinero suficiente como para comprarle una camioneta que sirviese de ambulancia al asilo de Cáritas, no se logró. Esto fue una caída muy dolorosa para mí. No lo soporté y ese fue el último festival artístico-filantrópico que organicé. Quizá el estrés, las mal pasadas y el disgusto final se convirtieron en un par de dolorosos cálculos renales, que me tuvieron que desbaratar con ultrasonido en el hospital Ángeles del Distrito Federal. Todo esto fue un shock que me llevó a descansar al principio del 2006. Para completar el cuadro, Rafael Dominguez, uno de los bailarines de Katarsis, Música y Danza, me informó que Emilio Carballido estaba muy grave. Por poco se muere y acabó en silla de ruedas, con la mano derecha prácticamente paralizada. En cuanto pude, lo visité y me dijo:
-No podré terminar el libreto para la ópera sobre la vida de Toña la Negra.
Le rogué, le supliqué, le di ideas:
-Usted díctelo a una grabadora de reportero y yo lo transcribo.
-No es necesario, yo veré cómo lo termino.
Y lo terminó. Con ese libreto hice varios proyectos. En México en Escena y en el FONCA me di de topes contra la pared. Y una vez, también en Veracruz. Pero, en diciembre de 2006, mi nombre apareció en la lista de los ganadores de un Estímulo para Creadores con Trayectoria y el resultado fue la ópera Tropical. Pese a la salud de Oscar Tarragó, el pianista elegido para el proyecto, quien estuvo a punto de morir a causa de una neumonía, todo iba muy bien: los ensayos entreverados con un taller de actuación para los cantantes y otro de danza para que aprendiera todo el elenco a bailar salsa, rumba y demás ritmos afroantillanos. Fue muy hermoso. Pero, en aquella época el que éstas líneas escribe no sabía nada de Producción Artística y menos para hacerlo en la Sala Grande del Teatro del Estado (hoy llamada Sala Emilio Carballido). El resultado no fue el esperado: la escenografía no estuvo a tiempo; la sonorización, pésima. Y para rematar, Eduardo Soto Millán nos sacó una nota pésima en la revista Proceso. A partir de ese momento, Tropical pasó a ser una mala obra. Muchas gentes repetían lo dicho por Soto Millán como letanía, sin siquiera haber escuchado la música. Procedimiento fácil para justificar la propia ignorancia, la pereza mental y la falta de criterios propios; pero, así es la vida. Al año siguiente, volvimos a presentar la obra en el Teatro Reforma del Puerto de Veracruz y las cosas fueron mejor. Pero su servidor seguía sin haber tomado un curso formal de producción artística. Entre el estreno del 17 de noviembre de 2007 y el reestreno hacia el 14 de junio del 2008, se murió Emilio Carballido. Justo en el mes de febrero, por estas fechas. Emilio nunca pudo ver su ópera en vivo. Tres veces gané el Estímulo para Creadores con Trayectoria y no gané más, porque hay una prohibición. Sólo se vale ganar tres veces; una más, es ilegal. Ni modo. Dura Lex, Sed Lex. El periodo de 2002 a 2004 fue muy intenso y fructífero: yo gané mi segundo estímulo para Creadores con Trayectoria, esta vez como investigador, mi esposa el de Creadores con Trayectoria como coreógrafo y el grupo Katarsis, Danza de Cámara la de Grupos Artísticos, con la cual pudieron hacer una gira por quince ciudades del Estado de Veracruz, de Norte a Sur. Ese elenco estaba integrado por Arcelia Galván, Ixchel Pérez, Julia Tapia, Nicté Méndez y Rafael Dominguez. Su hit era Cómplice de mi silencio, intensa y lucidora coreografía de Chuy Bautista con música de Astor Piazzola. Eugenia Castellanos y Rafael Domínguez bailaban un candente dueto de amor sobre una canción de Metálica tocada por Apocalyptica, un grupo de cellistas nórdicos metaleros. Eugenia, cuando el grupo ganó el estímulo para grupos artísticos, abandonó las filas de Katarsis. Poco a poco el grupo se fue disolviendo. Rentamos un local en Magnolia 103 tercer piso donde tuvimos nuestro primer centro cultural: el Centro de Artes Corporales Katarsis. Quizá la dura faena de lograr el punto de equilibrio (esto es, que el balance de egresos sea equivalente al de ingresos) nos llevó a descuidar la creación artística. O quizá al enfrascarnos en el proyecto Tropical nos olvidamos del grupo de danza. Y el quedar otra vez con la sensación de derrota, más el tráfico de Xalapa y la evidente descomposición social ocurrida durante el sexenio del presidente Felipe Calderón, nos desalentaron. Dejamos el espacio de Magnolia 103. Mi esposa y algunas de sus alumnas se refugiaron el en Dojo de karate de mi cuñado, en un pequeño salón -inadecuado para la enseñanza del ballet- y así se mantuvo viva la llama de Katarsis por algunos años hasta que en 2012 tuve a bien ingresar en la Maestría en Producción Artística y Marketing Cultural de Realia, así como titularme en la Maestría en Comunicación Corporativa y Mercadotecnia de la Anáhuac. Al principio del segundo semestre tenía que viajar de una universidad a otra, llegar tarde, faltar, poner mi cara de palo y estar dispuesto a llevarme un par de materias a examen extraordinario. Pero terminé la primera Maestría y me mantuve dentro de la matrícula de la segunda.
En especial, la Maestría en Realia me motivo a seguir adelante con Katarsis y para el año pasado, rentamos un local en Adalberto Tejeda número 13 (al ajedrecista Kasparov le parece que es un número de buena suerte). Así, en agosto del 2014 se volvieron a abrir al público en general las puertas de nuestro sitio, hoy conocido como Katarsis.Centro de Artes. En 2013 hicimos Aroma de dos rosas (parafraseando a Carballido) en El Ágora, y el evento multidisciplinario Lunas de octubre en la sala chica del Teatro del Estado; el año pasado hicimos Danza para la Diosa en Realia e Historias bajo la luna en el foro Miguel Herrera de la Casa del Lago. Tuvimos un lleno total. Este año planeamos festejar en grande los primeros quince años de vida de Katarsis, organización que pronto dejará de ser un colectivo independiente y pasará a tener una personalidad jurídica de mayor formalidad.
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