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jueves, 5 de febrero de 2015

Hay Festival Xalapa o no hay soga en la casa del ahorcado.

La cultura, entendida como todo lo que hace el ser humano, implica una multitud de saberes, actitudes, técnicas y patrimonios: algunos tangibles, como un edificio o una escultura; otros, intangibles, como una sonata para flauta y piano. Un lugar muy importante dentro de la cultura lo ocupan la ciencia y la política; otro, las artes. En la ciudad de Xalapa, durante el mandato del gobernador Duarte de Ochoa, se han realizado ya tres versiones; yo asistí a las dos primeras y me abstuve de ir a la tercera. ¿Las razones? un poco de pereza, es verdad; pero, sobre todo, un malestar psicológico: siendo yo un artista que cuanto más sabe y cuanto más he producido lo único que he logrado es un veto unánime extendido por varios años, quizá ya décadas (con disimulada dedicatoria a mis comentarios de índole política), el hecho de que otros me vengan a hablar de sus logros y a hacerme sentir como un ignorante, me suena de tan poco tacto como el de aquella persona que se pone a hablar de la soga en la casa del ahorcado. Una molestia mayor fue que para acceder a ciertos eventos o para entrevistar algunos editores tenía que ser cateado como si yo fuese un criminal peligroso -el león cree que todos son de su condición-. Al parecer, no soy el único intelectual aborigen que comparte esa molestia: en especial, a los periodistas no les agrada para nada el riesgo que viven en nuestra entidad para ejercer su profesión. Estoy hablando de un riesgo de muerte a cambio de un puñado de monedas, pues se sabe que en Veracruz, el oficio de periodista está muy mal pagado. Como muchos otros oficios. De ahí la molestia de los intelectuales locales con el Hay Festival Xalapa.
A pesar de todo, la cultura y las artes, tan menospreciadas por nuestras autoridades políticas, sobre todo las artísticas si se trata de producciones locales, se ha demostrado una y otra vez que son un detonante para el desarrollo humano y una herramienta muy útil -por así decirlo- para mejorar la calidad de vida del ser humano. La cultura, cuando se manifiesta como patrimonio cultural, puede ser un gran aliado del turismo y del comercio -espero que los empresarios veracruzanos no lo estén descubriendo demasiado tarde- y por eso a personajes como Ernesto Pérez Astorga se les está frunciendo (el ceño) ante la petición de retirar el Hay Festival Xalapa, quien manifestó que "retirar el Hay Festival sería dar un paso atrás", y lo dijo en un contexto en que "los comercios establecidos no han tenido repunte en las ventas debido a que la cuesta de enero se expandió hasta este mes (febrero) y el consumo se encuentra flojo". A mi me gusta leer artículos sobre la situación económica, es una especie de sadomasoquismo que padezco con placer y no lo puedo evitar. Por esta razón sé que otros empresarios xalapeños se quejan que el centro de Xalapa como zona comercial está agonizando a causa de las constantes manifestaciones que ahí ocurren. Me comentaron que ayer hubo una y hasta colocaron carpas, con intención de quedarse un largo rato. Anteayer, yo pude constatar que no era una manifestación, sino cuatro coincidentes en la Plaza Lerdo: campesinos defraudados por x o y funcionario, taxistas, vendedores, buscadores de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, etc., etcétera. Situaciones como éstas ocurren todos los días. Los legisladores y los altos funcionarios tienen sueldos mayores a los $150 000ºº pesos mensuales (más comisiones, prestaciones, gastos de representación, etc.) en tanto que un simple trabajador (si es que tiene trabajo) gana $1500ºº. De ahí la irritación permanente. Al que corrompe y al que lo corrompen les falta cultura cívica. Al que tuerce las leyes le falta cultura jurídica, aunque también al que permite que las tuerzan.
Pese al mal sabor de boca que me dejó el 2º Hay Festival Xalapa, admito que sería un error retirarlo. Lo que debe hacerse es replantearlo, hacerlo más incluyente. Que no se sienta que es un proyecto de colonialización intelectual, o un escenario para tapar el sol con un dedo, ni mucho menos un proceso para hablar de la soga en la casa del ahorcado. Después de todo, en las primeras versiones de este festival pude oír a Tishani Doshi, a Santiago Roncagliogo, al New Orleans Brass Ensamble y a muchos otros brillantes escritores hablar de sus procesos creativos. O escuchar unos análisis muy autorizados sobre la obra de Nabokov. Se debería pensar en un mecanismo en el cual los creadores locales también tuviésemos un canal de distribución de alguna obra de nuestra autoría, de la posibilidad de intercambio entre editores y productores foráneos con los creadores locales. Pensar, en fin, bajo la filosofía del "ganar-ganar" de Stephan Kovey, que significa "yo gano, tu ganas", pues todas las filosofías basadas en "yo gano y tu pierdes y si no estás de acuerdo, perdemos los dos" son nocivas.

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