Hoy me levanté temprano y leí un interesante artículo de Enrique Serna, escritor a quien respeto y admiro. Se trata de Expansión del rencor, en el número 197 de la revista DOMINGO que publicó El Universal justo hoy 29 de noviembre del 2015. Entre otras cosas, señala el hecho de que, por haber condenado la fallida y execrable ocupación de Irak, Francia tiene, hoy en día, mucho más autoridad moral que Estados Unidos "para bombardear los enclaves del Estado Islámico". Esto es, para lanzarse a una guerra de exterminio la que en el fondo, todos los ciudadanos de los países amenazados por el Estado Islámico deseamos, porque ellos nos han condenado a muerte; pero esto no parece ser la solución. Me explico: durante la época del Imperio Romano, el cristianismo (para decirlo en términos hitlerianos, otra religión semítica proveniente del Medio Oriente) se había convertido en un Estado dentro del Estado. Para combatirlos, el Imperio Romano recurrió a la violencia. Y una de sus expresiones más crudas fue la matanza de cristianos en el circo romano (y porsteriormente en el Coliseo). Como si se asistiera a un partido de futbol, se congregaba al público romano a ver un espectáculo sangriento, donde los cristianos eran devorados por grandes felinos. En ocasiones, se les daba la oportunidad de defenderse; pero, por lo general, se les ataba a un poste, para que aquellas fieras, que llevaban días sin probar alimento, devoraran violentamente a aquella pobre gente. Hasta que un César se dió cuenta de que por cada cristiano sacrificado en la arena, salían de las gradas siete nuevos cristianos, cristianos que hasta la noche anterior eran ciudadanos romanos ejemplares.
Algo parecido ocurrió en la España musulmana de la Edad Media. El Islam en aquella época prácticamente era como la Francia de hoy: bastante integracionista y modelo de civilización que fomentaba las artes y la ciencia. En las ciudades bajo su control, cada quien podía ejercer la religión que había adoptado por vez primera: cristianismo, judaismo y, por supuesto, el islamismo. La única condición era que sólo se podía cambiar de religión si era para adoptar al Islam. Cristiano que se volviese judío o viceversa, eran merecedores de la pena de muerte. Y ahí es donde la puerca torció el rabo: los cristianos más fundamentalistas se dedicaron a provocar a la jerarquía islámica, para que los mataran con lujo de violencia, para que los martirizaran. El Islam nunca entendió el objetivo de esta estrategia y, al ver que el número de adeptos al cristianismo crecía, recrudeció la violencia contra los cristianos... hasta que éstos los echaron de España durante el reinado de Los Reyes Católicos. Lo he dicho en otras ocasiones y en varios lugares, la violencia sólo engendra más violencia y "el que a hierro mata, a hierro muere".
¿Otro ejemplo? Durante la Revolución Mexicana de 1910, las tropas del general Victoriano Huerta pasaban sembrando el terror en los poblados indígenas: saqueaban, robaban, violaban y mataban. El general Emiliano Zapata sólo seguía sus pasos, reclutando adeptos, hasta que tuvo un ejército tan numeroso que los días de la dictadura de Huerta llegaron a su fin.
Aquí es donde retomo el artículo de Enrique Serna: "La matanza de 89 personas en la sala de conciertos Bataclan, donde tocaba la banda Eagles Death Metal, ejemplifica los estragos de la moral esquemática en una conciencia envenenada por el rencor. Los grupos de rock pesado no son satánicos, más bien juegan a serlo, y sus fans les siguen la corriente con un regocijo infantil. Sentirse maldito en un desfogue colectivo es una buena terapaia para no serlo en la vida real. Pero los fundamentalistas rabiosos no pueden entender esas sutilezas, menos aún después de haber contemplado los destrozos causados por un bombardeo en una aldea siria. Para ellos, los jefes militares de las grandes potencias, los músicos y los asistentes al concierto actúan movidos por el mismo impulso diabólico. En el boletín donde reivindicó el atentado, la dirigencia del Estado Islámico tachó de 'perverso' el aquelarre que sus esbirros ahogaron en sangre. Mataron y murieron creyendo que combatían un sacrilegio... es inútil esperar de esos mártires alienados una mayor tolerancia hacia la libre elección de modas y estilos de vida, mientras los países que se ufanan de proteger los derechos humanos favorezcan la expansión del rencor. Por el camino de la escalada bélica, el oscurantismo siempre obtendrá la victoria en el campo más importante para ganar esta guerra: la conciencia de los musulmanes".
Como acabo de decir líneas arriba, fue en España donde se ganó la guerra contra la conciencia de los musulmanes aprovechando el rencor y la violencia de quien era, en realidad, el portador de una nueva civilización, de una cultura que en ese momento fomentaba la cultura y las artes. La ciudad de Córdoba, España, fue ejemplar como Meca de la cultura en la Edad Media... hasta que los fundamentalistas cooptaron las universidades e impusieron el fanatismo y la intolerancia religiosa. La nación ibérica, recientemente también ha sido víctima de los atentados terroristas pseudo islamistas. Porque el verdadero Islam es una religión de paz. Pero se hizo acreedora a estos atentados por la decisión de Aznar de secundar a Bush en su injusta guerra contra Irak. Hay quien dice que los torres gemelas las ordenó tirar Bush para justificar la invasión de Irak, cuyo objetivo no era derrotar a Saddam Hussein, sino apoderarse del petróleo de aquel país, hechos que ni afirmo ni niego, por no ser propios. Lo que si parece evidente es que los atentados del 11-M fueron una revancha contra esta decisión. Y le costó al Partido Popular una severa derrota electoral, de la cual se pudo recuperar años después, gracias a la también fallida administración de Zapatero.
El caso es que en España, miles de personas se han manifestado en más de 20 ciudades para manifestar su rechazo a los bombardeos sobre Siria, intensificados tras los recientes atentados yihadistas en Paris. En resumen, la consigna de los manifestantes es "si al dolor por las víctimas inocentes (de los atentados) se responde provocando más dolor a otras, también inocentes, la espiral será imparable".
Lo explico a mi manera: por cada niño árabe espectacularmente quemado o destrozado por una bomba "inteligente"(?) saldrán de las aldeas bombardeadas siete yihadistas nuevos, personas que el día anterior eran ciudadanos pacíficos y ejemplares. "Inteligencia militar" es un oximoron. Si alguien tiene que recurrir a las armas para hacer respetar sus ideas, realmente no está usando la inteligencia.
Claro que entiendo el problema: ¿Cómo rayos le vas a hacer entender a un fanático religioso que está equivocado?
Otra consigna de los manifestantes era "Todas las bombas provocan terror: las de una persona que se las coloca en el cuerpo y las que se lanzan desde el aire". Por otra parte, México ha sido amenazado por los Yihadistas. ¿Creen que a los mexicanos esto nos va a poner a temblar? No saben que a los mexicanos ya no nos asusta nada ¿Descabezados? ¿Ahorcados colgados de algún puente? ¿Civiles inocentes masacrados dentro de un centro de diversión? ¿Niños quemados en una guardería? ¿Balaceras en la calle? Todo eso lo hemos vivido y ya sabemos cómo hacerle. No nos agrada, pero no nos impide llevar nuestro modo de vida. Me pregunto si los yihadistas están midiendo bien sus fuerzas: además de tener como enemigos a Estados Unidos, Rusia y Francia, ahora han desafiado a países como México y Marruecos. Y todos los de una colación de 65 países, entre los que están la comunidad europea, China, latinoamérica, etc., etc..
Cuando Putin hablaba de intensificar los bombardeos en Siria, Obama le hizo notar que eso sólo provocaría daños colaterales y sería un semillero de nuevos terroristas. El 27 de septiembre, aviones franceses bombardearon una aldea siria. El 13 de noviembre vino la revancha de los yihadistas, la cual tuvo como efecto que Rusia y Francia, y muchos otros países (anteriormente rivales) se aliaran contra ellos e intensificaran los bombardeos. Claro, descoordinados y atacándose entre sí, como el caso de Rusia y Turquía. En verdad, hay que cambiar de estrategia. Pero no me hagan caso, que estoy loco, locote y requete loco. Mejor "filtren" este artículo, no lo lean, llévenme la contraria, bloquéenlo, denúncienlo como spam o proveniente "de un sitio sospechoso" (porque alienta a la violencia y al racismo) y además, proviene de una persona súmamente ignorante y maliciosa.
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domingo, 29 de noviembre de 2015
viernes, 27 de noviembre de 2015
Los biorritmos y la estupidez humana
Hay dos personajes que admiro mucho que han abordado el tema de la estupidez humana y su infinitud. El más conocido es el físico Albert Einstein, quien dijo que "hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro". Menos conocido es el campeón mundial de ajedrez, Wilhelm Steinitz, quien a su vez sentenció: "La mente humana es limitada, pero la estupidez humana es infinita".
En mi calidad de ser humano, no estoy exento de decir, cometer o escribir estupideces, y menos en este momento en que mi biorritmo físico está en -90, el creativo a -20 y el intelectual en cero. Cabe señalar que hay periodos en que tengo las herramientas necesarias para calcular con facilidad mis biorritmos, desde hace décadas; pero, hay ocasiones en que, por un cambio de tecnología o de siglo, o de milenio, esta tecnología desaparece y me da mucha flojera calcular mis biorritmos a lápiz. Tengo 63 años. Ahora, gracias a las redes sociales, he encontrado un software adecuado para calcularlos con facilidad.
Hacia 1992, gracias a un encargo de Manuel Enríquez, pude constatar el poderío de los biorritmos: escribí dos poemas sinfónicos; el primero Desde los portales de una ciudad bullanguera, lo compuse cuando todos mis biorritmos andaban por la zona de -90; el segundo, Cuando el Tajín se desata lo pude escribir en el ciclo que transcurrió entre arriba de diez con dirección a cien. Hubo un instante en que los tres estaban en 100 de manera simultánea. Feliz momento en que todos mis biorritmos estaban arriba al mismo tiempo ¿Y saben qué? El resultado del primero, salvo algunos chispazos, distó mucho de satisfacerme. En cambio, el segundo me llena de orgullo. Sólo me fastidió un poco una transición en marimba, a modo de coda, que pensé para un tercer poema que nunca hice, la que escribí cuando los biorritmos se acercaban a cero de nuevo. De plano, la eliminé y santo remedio. El Director de Orquesta que las estrenó, Sergió Cárdenas, en un comentario que me hizo en privado, le echó la culpa a la cantidad de percusionistas que pedí, pues tuvo que invitar a muchos que no tenían el nivel. Pero es posible que esos compases no hayan sido lo mejor que he escrito, sino todo lo contrario.
Tampoco hay que ser tan dogmático y tirarse a la depresión o a la flojera cuando todos los biorritmos están abajo. Mi ex maestro Héctor Quintanar recomendaba que en ocasiones era bueno "descansar haciendo adobes". A finales de los noventa, cuando gané mi primer Estímulo para Creadores con Trayectoria, tenía que escribir una obertura para banda sinfónica militar en un tiempo determinado. Y mis biorritmos habían cruzado la frontera del -10 con dirección al -100. ¿Y saben que hice para "descansar haciendo adobes"? Una miniatura para clariente solo que bauticé como La Depre, misma que estrenó Manuel Solis en un concierto de la Maestría en Conmposición Musical de la Universidad Veracruzana y gustó mucho. Sonaba muy limpia, muy bien estructurada y no me avergüenzo de ella. Simplemente, calcular mis biorritmos me sirvió para medir mis fuerzas. Escribir para Banda implica escribir para las tubas y las tubas son mi peor pesadilla: que tuba tenor, alto, bajo, contrabajo, barítono, en Fa, en Do, en Sib, en Mib, wagnerianas, fliscornios, las que están de moda y las que están en desuso. Seguro que habría metido la pata si hubiese querido hacer el climax de esa obertura con un tutti orquestal cuando mis tres biorritmos anduviesen abajo de -50.
El hecho es que ahora tengo los biorritmos en un nivel que no se presta a grandes esfuerzos físicos o intelectuales ni a creaciones pirotécnicamente inspiradas y emotivas. Por el contrario, estoy expuesto a escribir muchas pendejadas. Así que por hoy, amable lector, le solicito que me tenga paciencia y espere a que se recargue mi energía biorrítmica y pueda escribirle cosas más interesantes. No pasará de unos días. Buenas noches.
En mi calidad de ser humano, no estoy exento de decir, cometer o escribir estupideces, y menos en este momento en que mi biorritmo físico está en -90, el creativo a -20 y el intelectual en cero. Cabe señalar que hay periodos en que tengo las herramientas necesarias para calcular con facilidad mis biorritmos, desde hace décadas; pero, hay ocasiones en que, por un cambio de tecnología o de siglo, o de milenio, esta tecnología desaparece y me da mucha flojera calcular mis biorritmos a lápiz. Tengo 63 años. Ahora, gracias a las redes sociales, he encontrado un software adecuado para calcularlos con facilidad.
Hacia 1992, gracias a un encargo de Manuel Enríquez, pude constatar el poderío de los biorritmos: escribí dos poemas sinfónicos; el primero Desde los portales de una ciudad bullanguera, lo compuse cuando todos mis biorritmos andaban por la zona de -90; el segundo, Cuando el Tajín se desata lo pude escribir en el ciclo que transcurrió entre arriba de diez con dirección a cien. Hubo un instante en que los tres estaban en 100 de manera simultánea. Feliz momento en que todos mis biorritmos estaban arriba al mismo tiempo ¿Y saben qué? El resultado del primero, salvo algunos chispazos, distó mucho de satisfacerme. En cambio, el segundo me llena de orgullo. Sólo me fastidió un poco una transición en marimba, a modo de coda, que pensé para un tercer poema que nunca hice, la que escribí cuando los biorritmos se acercaban a cero de nuevo. De plano, la eliminé y santo remedio. El Director de Orquesta que las estrenó, Sergió Cárdenas, en un comentario que me hizo en privado, le echó la culpa a la cantidad de percusionistas que pedí, pues tuvo que invitar a muchos que no tenían el nivel. Pero es posible que esos compases no hayan sido lo mejor que he escrito, sino todo lo contrario.
Tampoco hay que ser tan dogmático y tirarse a la depresión o a la flojera cuando todos los biorritmos están abajo. Mi ex maestro Héctor Quintanar recomendaba que en ocasiones era bueno "descansar haciendo adobes". A finales de los noventa, cuando gané mi primer Estímulo para Creadores con Trayectoria, tenía que escribir una obertura para banda sinfónica militar en un tiempo determinado. Y mis biorritmos habían cruzado la frontera del -10 con dirección al -100. ¿Y saben que hice para "descansar haciendo adobes"? Una miniatura para clariente solo que bauticé como La Depre, misma que estrenó Manuel Solis en un concierto de la Maestría en Conmposición Musical de la Universidad Veracruzana y gustó mucho. Sonaba muy limpia, muy bien estructurada y no me avergüenzo de ella. Simplemente, calcular mis biorritmos me sirvió para medir mis fuerzas. Escribir para Banda implica escribir para las tubas y las tubas son mi peor pesadilla: que tuba tenor, alto, bajo, contrabajo, barítono, en Fa, en Do, en Sib, en Mib, wagnerianas, fliscornios, las que están de moda y las que están en desuso. Seguro que habría metido la pata si hubiese querido hacer el climax de esa obertura con un tutti orquestal cuando mis tres biorritmos anduviesen abajo de -50.
El hecho es que ahora tengo los biorritmos en un nivel que no se presta a grandes esfuerzos físicos o intelectuales ni a creaciones pirotécnicamente inspiradas y emotivas. Por el contrario, estoy expuesto a escribir muchas pendejadas. Así que por hoy, amable lector, le solicito que me tenga paciencia y espere a que se recargue mi energía biorrítmica y pueda escribirle cosas más interesantes. No pasará de unos días. Buenas noches.
martes, 17 de noviembre de 2015
CUALQUIER DÍA ES BUENO PARA MATAR
“CUALQUIER DÍA ES
BUENO PARA MATAR”
(HOMO DE MENS
SAPIENS)
Cuento de: Francisco González
Christen
Los
extraterrestres observaban el comportamiento de dos simios. Se podía decir que
eran hermanos, pues eran de especies muy afines: chimpancés y humanos. Se trataba
de un experimento genético: aquella especie intergaláctica estaba en vías de
extinción y necesitaba insertarle el gen de la sabiduría y de la justicia a uno
de aquellos monos. Los chimpancés parecían ser los más indicados, dada su
simpatía y aparente sociabilidad. Pero no lo eran: los machos de un grupo se
comían a las crías del otro, tras violar a sus hembras para cargarlos con hijos
propios. Además, la especie humana se veía tan pacífica que parecía tonta y
conformista. No parecía apta para la sobrevivencia. Sobretodo, no tenía el
sentido de la justicia, era totalmente refractaria a esta idea.
El
experimento final consistió en hacerse pasar por dioses y exigir a ambos simios
una ofrenda. El chimpancé les ofreció una de carne asada de crías de chimpancé
del grupo rival, en tanto que el humano les ofreció una ofrenda vegetariana. En
el fondo, los extraterrestres estaban horrorizados con la ofrenda del chimpancé
y sentían ternura por el humano. Bueno, más que ternura, era algo más, algo más
que piedad: era una verdadera lástima. Así que pasaron a la última etapa del
experimento, con ganas de que el humano pasara la prueba: si éste tenía el
sentido de la injusticia en carne viva, era probable que ya con la sabiduría y
el paso del tiempo pudiese desarrollar el sentido de la justicia.
Así
que elogiaron con grandes muestras de entusiasmo a la ofrenda del chimpancé y
tiraron a la basura la del humano, fingiendo un gran desprecio; y todo esto, en
presencia de ambos. El chimpancé lanzaba piruetas de júbilo y se reía del
humano. Parecía que el sentido de la especie humana estaba sellado, pero no. El
humano tomó una quijada de burro, no para festejar con cantos y danzas el
triunfo del chimpancé, como les hizo creer, sino para machacarle el cráneo a
aquel primate guasón de una buena vez por todas.
Los
extraterrestres se mostraron complacidos y le trasmitieron al humano el gen de
la sabiduría y el del sentido de la injusticia. Después de todo, ya no tenían
opción, porque el chimpancé había muerto y el tiempo se les acababa. Este hecho
fue una de las causas por las cuales los descendientes de este primer homo
sapiens se dedicaron a la música y al teatro, con gran celo de sus
competidores.
Estas
bestias peludas, decía un mesero español por boca de mi padre, salieron de las
cavernas hacia lugares más amables, cultivaron la tierra, pastorearon a otras
especies, fabricaron productos, tinas, jabones, perfumes y ropas; por ejemplo, salieron de Altamira, España, y se fueron hacia el sur. Usaron estos productos hasta que llegaron a estar
perfumados, lampiños o rasurados y vestidos con elegancia. Eran los fenicios.
Hasta que llegaron los griegos, unos tipos peludos y salvajes, que los
corrieron a macanazos. Pero los griegos vieron la vida de lujo y dispendio que llevaban aquellos. Así que
ellos también empezaron a bañarse, a rasurarse, a perfumarse y a vestirse con
minifaldas, como da cuenta de ello Platón en su famoso diálogo de La República.
Esta
situación idílica y paradisiaca duró hasta que llegaron otros tipos peludos,
brutos y macanudos –no el sentido argentino- que venían armados con grandes
cachiporras. Eran los romanos, quienes, ya una vez en el poder, empezaron a
ungirse el cuerpo con cremas y aceites aromáticos y a bañarse colectivamente en
unos lugares que ellos llamaban termas. Hasta que un buen día, provenientes de
las grutas de Oriente, llegaron otras bestias peludas, cuyos cascos traían
cornamentas de animales, que decían llamarse los godos.
Inevitablemente
llegó el día en que los godos también empezaron a bañarse, a adornarse la
frente con coronas de flores, a leer, a escribir y a hacer música. Hasta que
aparecieron unos sujetos provenientes del norte de África, que en su vida se
habían bañado. Los godos fueron expulsados de las mejores ciudades de España y
confinados en las grutas de Altamira, en tanto que los árabes empezaron a
construir alcazabas y alhambras, decoradas con bellísimos jardines colgantes y
una hermosa fuente al centro del palacio, donde se bañaban. Les dio por
escribir cuentos y poemas. Algunos se dedicaron a las ciencias, algunas de las
cuales aún conservan el nombre árabe: alquimia, álgebra, algoritmos. Toda
palabra española que empiece con la sílaba “al” es árabe, incluidas las
almorranas.
El
problema fue que los godos, recluidos en las grutas de Altamira, regresaron a
su estado anterior: dejaron de bañarse, les creció el pelo, sus músculos se
fortalecieron y se armaron con enormes garrotes. Fue así que Boabdil, el último
sultán de Granada, al ver las huestes de estos bárbaros norteños, en vez de
ordenar a sus tropas presentar batalla, se limitó a decir:
–Vámonos de aquí, ¡que estos tipos
nos desnudan!
Tal
es el resumen de la historia de España, narrada por un camarero ibérico y
transmitida al que estas líneas escribe por mi señor padre. Yo mismo la he
continuado: los aztecas, seres peludos poco proclives a bañarse cuando eran
emigrantes, pues en los desiertos del norte de México no hay agua, al llegar al
altiplano y solicitar un cacho de tierra para vivir, los lugareños, temerosos
de estas bestias peludas, los engañaron con una señal de un águila devorando
una serpiente, con una idea en mente: que los aztecas muriesen envenenados por
las serpientes que vivían en ese islote. Pero se equivocaron, porque los
aztecas, hambrientos, devoraron a todas las serpientes del lugar, hasta extinguirlas.
Incluso, algunos hasta creyeron que la carne de víbora de cascabel tenía
positivos efectos afrodisiacos.
Como
el territorio del islote era muy pequeño, los aztecas empezaron a ganarle
espacio al agua haciendo edificaciones sobre el lago. Las cuales eran muy
prácticas, porque nunca les faltaba agua para bañarse. Estos islotes flotantes
fueron muy eficientes, hasta que llegaron las tropas de Hernán Cortés. Sobra
decir que los españoles de esta armada eran peludos y no se bañaban. De modo
que los mexicas fueron confinados a las grutas de Cacahuamilpa y otras cercanas
a un lugar llamado Ayotzinapa.
Los
españoles, ya fundada La Nueva España, edificaron fastuosas mansiones con
sesenta recámaras, todas ellas provistas de hermosos baños con tinas decoradas
con mosaicos de Talavera. Las más modernas, incluso tenían ya regaderas. A los
perfumes de origen europeo, añadieron otros de procedencia lugareña. Hasta que
los mexicas regresaron, animados por el ejemplo de los franceses, otro pueblo
de mugrosos, quienes recientemente habían tomado La Bastilla y, posteriormente,
derrocado al monarca español.
Como
se sospecharan, La Historia no es tan sencilla como pretendía el camarero
español y seguramente éste incurrió en varias imprecisiones en su relato. Por
ejemplo, sucede que los descendientes del monito que se descontó a su rival con
una quijada de burro, no sólo se dedicaron a la música y al teatro, pues al ver
el éxito que había tenido la ofrenda del chimpancé ancestral, ellos mismos se
dedicaron a sacrificar bebés a los extraterrestres. Uno de ellos dijo llamarse
Baal. Claro que no sacrificaban a sus propios hijos, sino a los de la tribu
vecina. Los aztecas eran unos expertos en sacrificar humanos provenientes de
otras tribus.
Pero,
en La Mesopotamia los hacían pasar por propios, cosa que irritaba mucho a los
extraterrestres, hasta que uno puso a prueba a un individuo, al que le exigió
sacrificar a su propio hijo en ese momento. Al ver que este tipo era lo
suficientemente bruto y salvaje como para cometer tamaño homicidio, lo detuvo a
tiempo, antes de que cometiese el desaguisado y le ofreció una alianza. De este
individuo surgieron primero unos clanes, luego varias tribus, hasta que se
fundó una nación. Tanto los que adoraban a Baal como esta nueva nación, eran
pueblos que habitaban entre montañas y desiertos, donde la cabra era un
animalito muy apreciado, porque les proporcionaba leche y con ésta podían hacer
quesos y jocoque. También podían obtener carne para comer; pero para esto, era
mejor que las sacrificadas fuesen las cabras de la tribu vecina.
Estas
prácticas llegaron a ser tan difundidas, que pronto se convirtió en una
obligación religiosa no sólo matar a las cabras del vecino, sino al vecino
mismo. Todos los rituales anteriores no se hubiesen complicado si los varones
de una tribu no se hubiesen mezclado con las mujeres de la otra y viceversa.
Como en aquella época no existían las píldoras anticonceptivas, no faltaron
parejas ilícitas que engendraron bastardos. Porque los libros religiosos
prohibían claramente tener una pareja proveniente de una tribu rival.
A
estos bastardos se les expulsaba de ambas tribus, pero llegaron a haber tantos
bastardos que éstos se convirtieron en una nueva tribu, la cual no fue aceptada
por ninguna de las tribus primigenias. Incluso, cuando la nueva tribu
prosperaba, las otras dos olvidaban por un momento sus diferencias, para
combatirla y arruinarla.
Así
las cosas, los filisteos mataron a muchos judíos, hasta que llegó el rey Saúl,
quien mataba mil filisteos diarios, pero se moría de envidia cuando se enteraba
que David mataba a diez mil.
Pese
a ser un pueblo elegido (algunos judíos se cuestionan para qué los eligieron)
los asirios, los caldeos y los persas los sometieron. Y a todos estos, los
griegos. Pero a los griegos tampoco les duró el gusto porque llegaron los
romanos. Por si ya lo olvidó, repase Usted este relato y busque la historia
según el camarero español. Tras los romanos, vinieron los árabes y tras los
árabes los europeos: franceses, ingleses y rusos. Finalmente, llegaron los
americanos.
Los
americanos se identifican mucho con los romanos, quienes merecen una mención
especial en este relato. Pero antes de hablar de los romanos, les tengo que
decir que los extraterrestres les dijeron a varios pueblos que su máximo líder
era medio extraterrestre; es decir, un dios vivo. Los egipcios creían que su
faraón era un dios viviente. Los Japoneses aún creen que su emperador lo es.
Los chinos pensaban que la Ciudad Prohibida era la casa del Emperador
Celestial. Los más raros eran los antiguos mexicanos, que sacrificaban a sus
mejores deportistas para convertirlos en extraterrestres.
Pues
bien, los romanos no fueron la excepción y pensaron que El César era un dios
viviente. Y así fue hasta que sus guardias pretorianos se dieron cuenta de que
él solamente era un miserable gusano parasitario que sobrevivía gracias a
ellos, los verdaderos dioses. Así que lo asesinaron y se pusieron en su lugar.
Se mataron entre ellos y el último guardia pretoriano ahora era César y nuevo dios
viviente, hasta que sus subordinados se dieron cuenta de qué él también se
parecía más a un insecto rastrero que a un verdadero dios. Y lo sacrificaron,
para ponerse en su lugar. Llegó un momento en que nadie quería ser emperador de
Roma.
Para
complicar más el cuadro, de cuando en cuando aparecieron personajes iluminados,
que provocaron la ira del orden establecido con sus ideas exóticas: Confucio,
Buda, Sócrates, Cristo y Mahoma, entre otros. En lo posible, se les sacrificaba
lo más rápido posible. Pero lo más importante era tergiversar sus ideas y
doctrinas, antes de que éstas pudiesen disolver al sistema político social
dominante. Esto se sigue haciendo hasta la fecha. Normalmente, este tipo de
iluminados es gente joven, cuyo sacrificio, por esta razón, tiene más valor. No
importa si el motivo para este sacrificio es religioso, político o mixto. Lo
importante es sacrificar a la gente inocente de la otra tribu, a los que no
piensan como nosotros, a los que no quieren regalarnos su cabra o su petróleo y
se los tenemos que quitar a la fuerza.
Al
ver el gran desarrollo tecnológico de los humanos para destrozarse entre sí,
pero sin tener el menor sentido de la justicia, el líder de los
extraterrestres, en vez de organizar una guerra de exterminio contra los
humanos, se limitó a decir:
–Vámonos de aquí, ¡que estos tipos
nos desnudan!
Los
extraterrestres se fueron a otro planeta, lamentando no haber hecho caso en su
momento al que dijo “estos ahora son como nosotros y hay que exterminarlos”.
Es
por esta emigración que en la actualidad ya no ocurren milagros; y muchos
humanos de una secta reciente, al observar esta ausencia, exclaman:
–¡Dios ha muerto!
Pero
las demás sectas saben que esto no es cierto y siguen matándose entre sí; y
algunas veces, en nombre de Dios; otras, nada más para robarles su cabra o su
petróleo.
viernes, 13 de noviembre de 2015
París, terrorismo, horror y estupidez
Tras regresar a casa casi con las manos vacías, tras una jornada vana, sin ventas, porque la economía está contraída y nadie quiere o puede invertir un poco de dinero en productos culturales, me entero que hubo varios atentados terroristas en Paris. La lista ya va en 149 muertos. Gente civil, desarmada y desprevenida, asesinada a mansalva ¿Para qué? ¿Quién se va a sumar a la causa de los asesinos? ¿En serio creen los autores materiales de los atentados que los familiares de las víctimas se van a convertir a su causa, sea política, social o religiosa? Ni siquiera les conviene reivindicar el hecho, pues en cuanto se sepa quienes fueron los autores materiales del multihomicidio, lo más seguro es que el ejército de Francia y sus aliados se lancen a exterminarlos. El problema es que ya hubo muertos civiles e inocentes por parte de Francia y prontó los habrá del lado de los agresores. Porque la violencia sólo engendra violencia. Todavía no salimos de la grave crisis de los atentados del 11 de septiembre del 2001 y ahora tenemos otro ataque de esta naturaleza.
De inmediato, me parece que los primeros que van a sufrir las consecuencias son los refugiados sirios que vienen huyendo de la guerra que desgarra a su país. Pero este atentado nos pega a todos, al tratar de restringir nuestra libertad de ir a un teatro, a un concierto, a un partido de futbol ¿Un ataque de ultraderechistas para justificar el maltrato a los inmigrantes o para darle rienda suelta a la islamofobia? ¿O radiales islámicos que creen que así el mundo, aterrorizado, adoptará su credo? No sé, porque nadie se ha reivindicado los atentados. De hecho, me parece que el terrorismo no tiene nada que ver con la verdadera religión islámica, que es una religión de paz. Si el gobierno de Francia está metido en la guerra de Siria, pues lo que tienen que hacer los combatientes del otro lado es enfrentar a sus tropas, como lo hicimos en México, de 1862 a 1866 o lo hicieron los vietnamitas cien años después. Pero no matando a la población civil. Eso no ayuda a ninguna causa y sí les generará muchos enemigos. Pese a lo absurdo del terrorismo, es preocupante que muchos aún le apuesten a él como estrategia o táctica de combate. No conozco un sólo sistema de gobierno que haya caído a causa de los ataques terroristas. De hecho, después de cada ataque terrorista, el gobierno contra el cual va dirigido el ataque, se fortalece.
México y Francia estuvieron en guerra a mediados del siglo XIX, una guerra que inició Francia. Hoy son países que conviven pacíficamente. Y creo que también Francia y Vietnam ahora tienen buenas relaciones: es de sabios saber perdonar y saber aceptar el perdón. Perdonar es perdonarse. Es uno de los valores del cristianismo, aunque en principio perdonar a un criminal parece ser una estupidez. Perdonar no significa descuidarse. Es simplemente darle la vuelta a la hoja. De lo contrario, es vivir siempre en la miseria del odio.
Por otra parte, el pacifismo es también es una estrategia para ganar adeptos. El cristianismo tiene una amplia experiencia al respecto: en la Época del Imperio Romano, cuando más dura era la persecución contra los cristianos, ocurría que por cada cristiano sacrificado brutalmente en el circo romano o en el coliseo, salían de las gradas ocho nuevos cristianos. Ciudadanos romanos comunes y corrientes que no pensaban convertirse; pero que, ante la brutalidad de terrorismo del estado romano, la conciencia de los espectadores se sacudía hasta las entrañas al ver la brutalidad con la que se trataba a aquellas buenas personas.
El cristianismo estuvo a punto de desaparecer de España durante la ocupación árabe: el poder islámico les permitía practicar su religión e incluso convertirse al Islam, trato que también recibían los judíos. Y árabes los trataban a ambos muy bien. En Córdoba, Toledo y otras ciudades del sur de España, durante esta ocupación, florecieron las artes y las ciencias. Solamente había una mosca en la sopa: cuando un cristiano se convertía al judaísmo o un judío al cristianismo, entonces las autoridades árabes reaccionaban violentamente. La jerarquía cristiana, al ver el avance del Islam, incitaba que los cristianos provocasen de esta manera a los árabes, para que reaccionaran violentamente. Pues entre más brutal fuera el martirio del sacrificado, tantos más adeptos ganaría el cristianismo. Y así fue hasta que los cristianos expulsaron a los árabes. Por otra parte ¿Irlanda del Norte se ha independizado de Inglaterra gracias al terrorismo? ¿O El País Vasco de España? ¿Los Estados Unidos de Norteamerica fueron vencidos por el 11 de septiembre del 2001?
Hago toda esta reflexión con la esperanza de que los inconformes de todo el mundo reflexionen y dejen de considerar esta estrategia, que es brutal, intútil y contraproducente para todo el mundo, inclusive para quien la práctica. Y me uno al dolor de las víctimas de este atentado y me solidarizo con el puebo francés y su gobierno.
De inmediato, me parece que los primeros que van a sufrir las consecuencias son los refugiados sirios que vienen huyendo de la guerra que desgarra a su país. Pero este atentado nos pega a todos, al tratar de restringir nuestra libertad de ir a un teatro, a un concierto, a un partido de futbol ¿Un ataque de ultraderechistas para justificar el maltrato a los inmigrantes o para darle rienda suelta a la islamofobia? ¿O radiales islámicos que creen que así el mundo, aterrorizado, adoptará su credo? No sé, porque nadie se ha reivindicado los atentados. De hecho, me parece que el terrorismo no tiene nada que ver con la verdadera religión islámica, que es una religión de paz. Si el gobierno de Francia está metido en la guerra de Siria, pues lo que tienen que hacer los combatientes del otro lado es enfrentar a sus tropas, como lo hicimos en México, de 1862 a 1866 o lo hicieron los vietnamitas cien años después. Pero no matando a la población civil. Eso no ayuda a ninguna causa y sí les generará muchos enemigos. Pese a lo absurdo del terrorismo, es preocupante que muchos aún le apuesten a él como estrategia o táctica de combate. No conozco un sólo sistema de gobierno que haya caído a causa de los ataques terroristas. De hecho, después de cada ataque terrorista, el gobierno contra el cual va dirigido el ataque, se fortalece.
México y Francia estuvieron en guerra a mediados del siglo XIX, una guerra que inició Francia. Hoy son países que conviven pacíficamente. Y creo que también Francia y Vietnam ahora tienen buenas relaciones: es de sabios saber perdonar y saber aceptar el perdón. Perdonar es perdonarse. Es uno de los valores del cristianismo, aunque en principio perdonar a un criminal parece ser una estupidez. Perdonar no significa descuidarse. Es simplemente darle la vuelta a la hoja. De lo contrario, es vivir siempre en la miseria del odio.
Por otra parte, el pacifismo es también es una estrategia para ganar adeptos. El cristianismo tiene una amplia experiencia al respecto: en la Época del Imperio Romano, cuando más dura era la persecución contra los cristianos, ocurría que por cada cristiano sacrificado brutalmente en el circo romano o en el coliseo, salían de las gradas ocho nuevos cristianos. Ciudadanos romanos comunes y corrientes que no pensaban convertirse; pero que, ante la brutalidad de terrorismo del estado romano, la conciencia de los espectadores se sacudía hasta las entrañas al ver la brutalidad con la que se trataba a aquellas buenas personas.
El cristianismo estuvo a punto de desaparecer de España durante la ocupación árabe: el poder islámico les permitía practicar su religión e incluso convertirse al Islam, trato que también recibían los judíos. Y árabes los trataban a ambos muy bien. En Córdoba, Toledo y otras ciudades del sur de España, durante esta ocupación, florecieron las artes y las ciencias. Solamente había una mosca en la sopa: cuando un cristiano se convertía al judaísmo o un judío al cristianismo, entonces las autoridades árabes reaccionaban violentamente. La jerarquía cristiana, al ver el avance del Islam, incitaba que los cristianos provocasen de esta manera a los árabes, para que reaccionaran violentamente. Pues entre más brutal fuera el martirio del sacrificado, tantos más adeptos ganaría el cristianismo. Y así fue hasta que los cristianos expulsaron a los árabes. Por otra parte ¿Irlanda del Norte se ha independizado de Inglaterra gracias al terrorismo? ¿O El País Vasco de España? ¿Los Estados Unidos de Norteamerica fueron vencidos por el 11 de septiembre del 2001?
Hago toda esta reflexión con la esperanza de que los inconformes de todo el mundo reflexionen y dejen de considerar esta estrategia, que es brutal, intútil y contraproducente para todo el mundo, inclusive para quien la práctica. Y me uno al dolor de las víctimas de este atentado y me solidarizo con el puebo francés y su gobierno.
lunes, 9 de noviembre de 2015
Policía y buen gobierno
Hoy asistí a un ejercicio muy interesante. Porque una policía sana siempre tiene que hacer ejercicio. El ejercicio de hoy consistió en una reunión informativa que el Licenciado Arturo Bermúdez Zurita, Secretario de Seguridad Pública del Estado de Veracruz sostuvo con varios sectores de la ciudadanía; entre ellos, varios delegados de sindicatos de trabajadores, en especial de la CTM, comandada por Anibal Pacheco López, Secretario de la Federación de Trabajadores, zona centro del Estado de Veracruz, y un grupo de artistas, entre los que me encontraba yo.
El Licenciado Bermúdez tocó un tema que es esencial para la sana cohesión de cualquier grupo social: tener una policía eficiente y honrada. Porque de nada sirve tener una policía honesta pero armada nada más con garrotes y demasiado educada, como es el caso del inspector Clouseau, de la famosa película La Pantera Rosa. ¿Quién de los boomers y otras generaciones más recientes no se ha reído con las actuaciones de este personaje, quien de manera educada se identificaba como el "inspector en jefe", siendo chaparrito y sin tener armas a la mano y pedía permiso a los delincuentes para arrestarlos? Porque los delicuentes, grandotes y formidos, hacían caso omiso de sus advertencias y se limitaban a contestarle "Ah, ¡ya cállate, sucio polizonte!" y continuaban haciendo sus fechorías.
Por otra parte, el cine mexicano ha popularizado películas como Todo el poder, La Ley de Herodes y La Dictadura Perfecta que ponen los cabellos de punta ante una institución poderosa pero corrupta. En palabras del propio Bermúdez, el uniforme color azul se había convertido en sinónimo de corrupción. No sólo el cine mexicano ha creado películas donde el poder encargado de combatir al crimen estaba infiltrado por éste: el sábado pasado asistí a la proyección de Spectrum, con Daniel Craig personificando al mítico super agente 007 y anoche me quedé viendo una película de Misión Imposible, donde ocurre lo mismo: el buen policía quiere realizar su trabajo con honradez y arriesga la vida en ello, pero en los altos mandos se han infiltrado personajes que, además de ser archi mega poderosos, se valen del poder para delinquir a escala internacional. Es casi un cliché de esas películas que el departamento donde trabajan ha sido desaparecido o está en la picota.
Yo mismo he tocado el tema, pues soy escritor aficionado y he escrito algunas novelas negras: me obsesiona el tema del encargado de impartir la justicia que es la amenaza pública número uno. Precisamente por ser vital la labor de una buena Policía, es espeluznante que ésta sea la primera en transgredir el orden. No digo que sea el caso de Veracruz hoy. Hace unos años estaba verdaderamente asustado ante la presencia de estos policías super armados y vestidos con cascos y colores tan oscuros que me recordaban a Darth Vader, de La Guerra de las Galaxias. Pero también es seguro que alguna vez externé la difícil situación de quien tenía que salvaguardar el orden y la seguridad ciudadanas armado únicamente con una tonfa; es decir, con un simple garrotito, mientras que el crimen organizado lo estaba con rifles AK-47, R15, pistolas Magnum, granadas, radiolocalizadores, etc., etc.. Mi susto provenía de mi experiencia con las policías del Distrito Federal y del Estado de México de los tiempos de Luis Echevarría y de José López Portillo. En esa época, te podías considerar afortunado si el que te asaltaba era un delincuente del orden común, pues si te veía muy empobrecido, te invitaba a formar parte de su banda y te trataba con respeto. No así las fuerzas del orden, quienes hacían su extorsión en nombre de la ley y con ofrecimiento de tortura si te negabas a cooperar.
Volviendo a la reunión de hoy, un amigo me hizo llegar la invitación. Acepté. Llegué al cuartel de San José, justo cuando iban a comenzar los honores a la bandera. Ya tenía mucho tiempo que no participaba en una ceremonia así. Recuerdo que en el SCOP del D.F., donde hice mi servicio militar, mi condición de músico me permitió dirigir el Himno Nacional ante varios batallones de conscriptos. Y yo todavía no tenía claro en que compás se marcaba. Decidí marcarlo a cuatro y salí airoso de la prueba. También aprendí que ante una agrupación coral de esa naturaleza, sin ninguna orquesta o instrumento musical que sirva de apoyo, la afinación de aquel ensamble es sumamente aleatoria y contemporánea. Manuel Enríquez y Julián Carrillo soltarían las lágrimas de la emoción al escuchar los novedosos acordes que ahí se formaban. Hoy se repitió la misma situación: la Banda de Guerra de los policías ahí presentes y todos los invitados entonamos nuestro Himno Nacional, a capella. Siendo músico, me tenía que distinguir por mi buena entonación; pero, ¿de dónde agarrarme? Entre los de la banda de guerra había varios que cantaban entonados. Algunos eran tenores, otros mujeres. De modo que el registro me quedaba agudo. El caso es que la ceremonia me trajo gratos recuerdos, desde cuando estudiaba en la escuela primara Carlos A. Carrillo, hasta cuando fui profesor de secundaria, en San Juanico.
Otro motivo para recordar es que en ese cuartel hice mi Servicio Social como estudiante de Leyes. Y ahí compuse el Requiem para Sonia Patricia (1996), mujer horriblemente descuartizada cuyo crimen era la noticia del momento. Y que las sinfónicas locales no se atreven a estrenar. Y yo estaba ahí, en la Agencia de Averiguaciones Previas. Los secretarios de mesa todavía tomaban las declaraciones con máquinas de escribir mecánicas, cuyo golpeteo ha inspirado también a otros compositores. El cuartel tenía una serie de murmullos, según la hora: silencio, el canto de una avecilla, al despuntar el alba. Los lunes, la ceremonia de honores a la bandera. Poco a poco van llegando los secretarios, los agentes, las víctimas del delito, los acusados. Empiezan las declaraciones, los interrogatorios, el tecleo de las máquinas de escribir en aquel entonces, de las computadoras hoy en día. No faltó algún gracioso que puso la mano de la descuartizada en la bata de la secretaria de mesa de la Agencia del Ministerio Público Civil. Imagínense el grito de la pobre mujer, encargada de recopilar datos para los cambios de nombre, al sentir la fría y cadavérica mano en la bolsa de su bata. Y las risas del agente conciliador, quien le tomó el pelo con una mano de plástico.
Recuerdo haber sacado de las mazmorras de ahí a dos borrachos y a dos rijosos. Jóvenes cabeza de chorlito que al amparo del alcohol se habían excedido y estaban ahí, revueltos con tipos verdaderamente patibularios, en celdas que apestaban a excrementos y orines. También recuerdo como, habiendo sido víctima de algún delito y antes de saber leyes, yo me presentaba, en ese sitio de estrés, de paredes amarillas y sucias. Y de la penosa necesidad de tener que "dar una mochada", porque en México, "el que no tranza, no avanza".
El Licenciado Bermúdez hizo hincapié en que eso es cosa del pasado. Que ahora los policías no son delincuentes impreparados y panzones, sino profesionales egresados no ya de una academia, sino de una universidad, con grado de Licenciado y armados de valores. Muy importante es que entre sus armas esté tanto una AK47 como una Ética profundamente cimentada.
El Secretario de Seguridad Pública entregó reconocimientos públicos a cinco servidores. En tono jovial, les preguntaba
-¿Cuántos años llevas laborando aquí?
-Ocho -le respondieron unos-.
-Doce- llegó a responder otro-.
-¿Te habían hecho un reconocimiento antes?
-Nunca.
La verdad es que un policía arriesga su vida por mantener a salvo la de la ciudadanía. Y que encima de que le paguen poco ni las gracias le den, pues como que no es una buena estrategia para garantizar su lealtad. ¿O Usted qué opina, amable lector?
Y hablando de sueldos y lealtades, tras mostrarnos el moderno gimnasio donde no sólo los policías, sino la ciudadanía entera pueden ir hacer ejercicio ahí, y de una pequeña pero hermosa sala de proyecciones, pasamos al desayuno y de ahí a una charla. Ahí nos presentamos los líderes de las organizaciones sindicales, algún presidente municipal y los artistas. Algunos solamente se presentaron, otros aprovecharon para plantear una problemática. Salieron a relucir problemas de inseguridad aquí y allá, entre transportistas, albañiles o los habitantes de tal o cual comunidad. Y luego se citó algún estudio de criminología, donde se veía que entre los albañiles se infiltraban muchos delincuentes. ¿La razón? En épocas de crisis no hay trabajo. Hay que comer, hay que conseguir medicinas para un familiar enfermo, los patrones se niegan a aportar para la seguridad social de manera sistemática, hasta que alguien se desespera y delinque. No lo justifico, pero lo entiendo. Y lo percibió el criminólogo Quiróz Cuarón y los científicos que le proporcionaron el dato: en tiempos de crisis económica y desempleo, la tasa de delitos contra el patrimonio y contra la libertad física (secuestros, extorsiones) aumenta. Tiene lógica ¿O no?
Me parece que este ejercicio fue muy oportuno, pues es necesario que la ciudadanía vea que tiene una policía bien armada, firme, pero cortés, humana y confiable
El Licenciado Bermúdez tocó un tema que es esencial para la sana cohesión de cualquier grupo social: tener una policía eficiente y honrada. Porque de nada sirve tener una policía honesta pero armada nada más con garrotes y demasiado educada, como es el caso del inspector Clouseau, de la famosa película La Pantera Rosa. ¿Quién de los boomers y otras generaciones más recientes no se ha reído con las actuaciones de este personaje, quien de manera educada se identificaba como el "inspector en jefe", siendo chaparrito y sin tener armas a la mano y pedía permiso a los delincuentes para arrestarlos? Porque los delicuentes, grandotes y formidos, hacían caso omiso de sus advertencias y se limitaban a contestarle "Ah, ¡ya cállate, sucio polizonte!" y continuaban haciendo sus fechorías.
Por otra parte, el cine mexicano ha popularizado películas como Todo el poder, La Ley de Herodes y La Dictadura Perfecta que ponen los cabellos de punta ante una institución poderosa pero corrupta. En palabras del propio Bermúdez, el uniforme color azul se había convertido en sinónimo de corrupción. No sólo el cine mexicano ha creado películas donde el poder encargado de combatir al crimen estaba infiltrado por éste: el sábado pasado asistí a la proyección de Spectrum, con Daniel Craig personificando al mítico super agente 007 y anoche me quedé viendo una película de Misión Imposible, donde ocurre lo mismo: el buen policía quiere realizar su trabajo con honradez y arriesga la vida en ello, pero en los altos mandos se han infiltrado personajes que, además de ser archi mega poderosos, se valen del poder para delinquir a escala internacional. Es casi un cliché de esas películas que el departamento donde trabajan ha sido desaparecido o está en la picota.
Yo mismo he tocado el tema, pues soy escritor aficionado y he escrito algunas novelas negras: me obsesiona el tema del encargado de impartir la justicia que es la amenaza pública número uno. Precisamente por ser vital la labor de una buena Policía, es espeluznante que ésta sea la primera en transgredir el orden. No digo que sea el caso de Veracruz hoy. Hace unos años estaba verdaderamente asustado ante la presencia de estos policías super armados y vestidos con cascos y colores tan oscuros que me recordaban a Darth Vader, de La Guerra de las Galaxias. Pero también es seguro que alguna vez externé la difícil situación de quien tenía que salvaguardar el orden y la seguridad ciudadanas armado únicamente con una tonfa; es decir, con un simple garrotito, mientras que el crimen organizado lo estaba con rifles AK-47, R15, pistolas Magnum, granadas, radiolocalizadores, etc., etc.. Mi susto provenía de mi experiencia con las policías del Distrito Federal y del Estado de México de los tiempos de Luis Echevarría y de José López Portillo. En esa época, te podías considerar afortunado si el que te asaltaba era un delincuente del orden común, pues si te veía muy empobrecido, te invitaba a formar parte de su banda y te trataba con respeto. No así las fuerzas del orden, quienes hacían su extorsión en nombre de la ley y con ofrecimiento de tortura si te negabas a cooperar.
Volviendo a la reunión de hoy, un amigo me hizo llegar la invitación. Acepté. Llegué al cuartel de San José, justo cuando iban a comenzar los honores a la bandera. Ya tenía mucho tiempo que no participaba en una ceremonia así. Recuerdo que en el SCOP del D.F., donde hice mi servicio militar, mi condición de músico me permitió dirigir el Himno Nacional ante varios batallones de conscriptos. Y yo todavía no tenía claro en que compás se marcaba. Decidí marcarlo a cuatro y salí airoso de la prueba. También aprendí que ante una agrupación coral de esa naturaleza, sin ninguna orquesta o instrumento musical que sirva de apoyo, la afinación de aquel ensamble es sumamente aleatoria y contemporánea. Manuel Enríquez y Julián Carrillo soltarían las lágrimas de la emoción al escuchar los novedosos acordes que ahí se formaban. Hoy se repitió la misma situación: la Banda de Guerra de los policías ahí presentes y todos los invitados entonamos nuestro Himno Nacional, a capella. Siendo músico, me tenía que distinguir por mi buena entonación; pero, ¿de dónde agarrarme? Entre los de la banda de guerra había varios que cantaban entonados. Algunos eran tenores, otros mujeres. De modo que el registro me quedaba agudo. El caso es que la ceremonia me trajo gratos recuerdos, desde cuando estudiaba en la escuela primara Carlos A. Carrillo, hasta cuando fui profesor de secundaria, en San Juanico.
Otro motivo para recordar es que en ese cuartel hice mi Servicio Social como estudiante de Leyes. Y ahí compuse el Requiem para Sonia Patricia (1996), mujer horriblemente descuartizada cuyo crimen era la noticia del momento. Y que las sinfónicas locales no se atreven a estrenar. Y yo estaba ahí, en la Agencia de Averiguaciones Previas. Los secretarios de mesa todavía tomaban las declaraciones con máquinas de escribir mecánicas, cuyo golpeteo ha inspirado también a otros compositores. El cuartel tenía una serie de murmullos, según la hora: silencio, el canto de una avecilla, al despuntar el alba. Los lunes, la ceremonia de honores a la bandera. Poco a poco van llegando los secretarios, los agentes, las víctimas del delito, los acusados. Empiezan las declaraciones, los interrogatorios, el tecleo de las máquinas de escribir en aquel entonces, de las computadoras hoy en día. No faltó algún gracioso que puso la mano de la descuartizada en la bata de la secretaria de mesa de la Agencia del Ministerio Público Civil. Imagínense el grito de la pobre mujer, encargada de recopilar datos para los cambios de nombre, al sentir la fría y cadavérica mano en la bolsa de su bata. Y las risas del agente conciliador, quien le tomó el pelo con una mano de plástico.
Recuerdo haber sacado de las mazmorras de ahí a dos borrachos y a dos rijosos. Jóvenes cabeza de chorlito que al amparo del alcohol se habían excedido y estaban ahí, revueltos con tipos verdaderamente patibularios, en celdas que apestaban a excrementos y orines. También recuerdo como, habiendo sido víctima de algún delito y antes de saber leyes, yo me presentaba, en ese sitio de estrés, de paredes amarillas y sucias. Y de la penosa necesidad de tener que "dar una mochada", porque en México, "el que no tranza, no avanza".
El Licenciado Bermúdez hizo hincapié en que eso es cosa del pasado. Que ahora los policías no son delincuentes impreparados y panzones, sino profesionales egresados no ya de una academia, sino de una universidad, con grado de Licenciado y armados de valores. Muy importante es que entre sus armas esté tanto una AK47 como una Ética profundamente cimentada.
El Secretario de Seguridad Pública entregó reconocimientos públicos a cinco servidores. En tono jovial, les preguntaba
-¿Cuántos años llevas laborando aquí?
-Ocho -le respondieron unos-.
-Doce- llegó a responder otro-.
-¿Te habían hecho un reconocimiento antes?
-Nunca.
La verdad es que un policía arriesga su vida por mantener a salvo la de la ciudadanía. Y que encima de que le paguen poco ni las gracias le den, pues como que no es una buena estrategia para garantizar su lealtad. ¿O Usted qué opina, amable lector?
Y hablando de sueldos y lealtades, tras mostrarnos el moderno gimnasio donde no sólo los policías, sino la ciudadanía entera pueden ir hacer ejercicio ahí, y de una pequeña pero hermosa sala de proyecciones, pasamos al desayuno y de ahí a una charla. Ahí nos presentamos los líderes de las organizaciones sindicales, algún presidente municipal y los artistas. Algunos solamente se presentaron, otros aprovecharon para plantear una problemática. Salieron a relucir problemas de inseguridad aquí y allá, entre transportistas, albañiles o los habitantes de tal o cual comunidad. Y luego se citó algún estudio de criminología, donde se veía que entre los albañiles se infiltraban muchos delincuentes. ¿La razón? En épocas de crisis no hay trabajo. Hay que comer, hay que conseguir medicinas para un familiar enfermo, los patrones se niegan a aportar para la seguridad social de manera sistemática, hasta que alguien se desespera y delinque. No lo justifico, pero lo entiendo. Y lo percibió el criminólogo Quiróz Cuarón y los científicos que le proporcionaron el dato: en tiempos de crisis económica y desempleo, la tasa de delitos contra el patrimonio y contra la libertad física (secuestros, extorsiones) aumenta. Tiene lógica ¿O no?
Me parece que este ejercicio fue muy oportuno, pues es necesario que la ciudadanía vea que tiene una policía bien armada, firme, pero cortés, humana y confiable
lunes, 2 de noviembre de 2015
Inframundos, ultramundos.
Muchas culturas tienen la seguridad, más que la creencia, de que hay vida más allá de esta vida; o, al menos, que esta vida continúa en otra dimensión. Los antiguos egipcios, por ejemplo, construían pirámides y embalsamaban muertos con esta creencia. Los ingleses son famosos por sus castillos húmedos y sus sesiones con mediums para contactar con algún difunto. Los norteamericanos, siguiendo una tradición celta, celebran el Halloween; nosotros los mexicanos tenemos una tradición propia que es una fusión de rituales prehispánicos con cristianos católicos. Por eso muchos ponemos ofrendas a finales de octubre y las levantamos a principios de noviembre. Los Testigos de Jehová dicen no creer en eso, pero creen en Cristo. Y Cristo, además de resucitar muertos, él también, según las liturgias cristianas, es un muerto resucitado. Creer lo contrario es poner en entredicho muchos de los fundamentos de la religión cristiana.
El fenómeno de lo paranormal siempre ha atraído la atención de muchos seres humanos. Un género cinematográfico muy fructífero es el cine de terror: los vampiros, Drácula, Frankenstein, el hombre lobo y muchos tipos de fantasmas y de actividades paranormales han inundado las pantallas de las salas de cine.
El Profesor Vargas, quien nos daba clases de Técnica Freinet en la Escuela Experimental de Pedagogía hacia 1966, en pleno siglo pasado, en una ocasión nos hizo quedarnos de noche en el edificio de la escuela, que en aquel entonces estaba ubicada en una vieja casona de la calle Bravo, en Xalapa, donde ahora está la escuela Constitución.
-¿Escuchan como se mueve una puerta? -nos dijo-. No hay viento y no hay nadie más que nosotros en la escuela.
En efecto, estábamos imprimiendo la revista escolar, con una prensa de linotipos. Nadie estaba al fondo de la escuela.
-¿Escuchan como rechina esa puerta? Vayan a ver si está abierta una ventana. Pero les hago notar que no está corriendo el aire.
En efecto, en esa noche el viento estaba quieto, no había corrientes de aire; además, estaban cerradas las ventanas desde donde salía el ruido.
-¿Verdad que es extraño? -nos decía-. Es fácil pensar que hay fantasmas en una situación así. Pero puede haber otra causa y, mientras no la averigüemos, la teoría de los fantasmas es la más creíble; sin embargo, antes de sacar esa conclusión, hay que descartar otras pruebas más mundanales. Tal vez un animal deambulaba por ahí y la movió. O algún bromista nos está jugando una mala pasada.
En la Colonia Aguacatal, por esas fechas, un vecino nos puso un susto marca diablo: se metió dentro de un saco, escondiendo la cabeza y las manos, se dirigía hacia nosotros de noche y se veía muy raro, hasta que alguien se le acercó y le quitó el saco.
Independientemente de las bromas y los timos, a veces si ocurren cosas tan extrañas que sí parecen ser pruebas de una actividad paranormal. Al menos, sirven de tema de conversación para imprimirle un poco de poesía y suspenso al relato. A mucha gentes se le ha aparecido La Llorona. Sobre todo de noche, cerca de un río o de un arroyo. A veces yo he tenido experiencias de ese tipo: un día oí ruidos dentro de mi casa, en la Colonia Salud. Ví a dos varones adultos. Pensé que eran ladrones, me puse en guardia (yo estudiaba Karate con mi cuñado, pero no tenía mucho nivel como combatiente). Los sujetos se abalanzaron hacia mí, con gran rapidez. Yo grité del susto, aunque en guardia de Karate. Los tipos se esfumaron. Como que implosionaron en mi pecho. Mi familia despertó por el grito.
-¿Qué pasa? ¿Por qué gritaste así?
Mis hijos aseguraban haber visto un ser extraño en esa casa, en varias ocasiones.
En otra ocasión, cuando vivía en Teocelo, un día decidí salir a correr en invierno, a las seis de la mañana; pero, por alguna razón, puse el reloj a las cuatro o cinco. De modo que salí a correr antes del amanecer. Había niebla. Yo estaba feliz, era mi primer día de ejercicio corriendo al aire libre. Pero todo estaba muy oscuro. Dejé atrás el último poste con alumbrado eléctrico y me interné en la carretera, hacia un sitio que tiene una curva muy cerrada, y un puente arriba del río que viene de la cascada de Texolo. La verdad es que estaba en el bosque, con niebla y sin luz alguna. Me pareció un poco insensato andar corriendo en esas circunstancias.
"Ya va a salir el sol. Se está tardando mucho", pensé.
Decidí dar media vuelta y regresar al pueblo. En eso escuché que a mi izquierda, a un lado de la carretera, se movían unas hojas, como cuando anda por ahí un reptil.
-Veeeen- me dijo una suave y dulce voz femenina que parecía venir desde muy lejos.
La verdad es que no me atreví a averiguar y aceleré el paso. Me sentí un tanto ridículo corriendo a toda velocidad y cuesta arriba por la empinada calle que está a la entrada de Teocelo: era mi primer día de ejercicio en diez años, no tenía condición. Cuando llegué a mi dormitorio, me asombré al ver que mi reloj despertador marcaba las cinco y media. Hay otras personas que oyen pasos en la azotea de su casa a media noche. La verdad es que hay un límite entre lo paranormal y la locura; pero, ¿a poco no son mejores las charlas cuando algún amigo se pone a relatar cómo un tío se topó con La Llorona y cómo la persona que lo refuta con pruebas científicas queda clasificado como un pedante mal educado y carente de poesía?
El fenómeno de lo paranormal siempre ha atraído la atención de muchos seres humanos. Un género cinematográfico muy fructífero es el cine de terror: los vampiros, Drácula, Frankenstein, el hombre lobo y muchos tipos de fantasmas y de actividades paranormales han inundado las pantallas de las salas de cine.
El Profesor Vargas, quien nos daba clases de Técnica Freinet en la Escuela Experimental de Pedagogía hacia 1966, en pleno siglo pasado, en una ocasión nos hizo quedarnos de noche en el edificio de la escuela, que en aquel entonces estaba ubicada en una vieja casona de la calle Bravo, en Xalapa, donde ahora está la escuela Constitución.
-¿Escuchan como se mueve una puerta? -nos dijo-. No hay viento y no hay nadie más que nosotros en la escuela.
En efecto, estábamos imprimiendo la revista escolar, con una prensa de linotipos. Nadie estaba al fondo de la escuela.
-¿Escuchan como rechina esa puerta? Vayan a ver si está abierta una ventana. Pero les hago notar que no está corriendo el aire.
En efecto, en esa noche el viento estaba quieto, no había corrientes de aire; además, estaban cerradas las ventanas desde donde salía el ruido.
-¿Verdad que es extraño? -nos decía-. Es fácil pensar que hay fantasmas en una situación así. Pero puede haber otra causa y, mientras no la averigüemos, la teoría de los fantasmas es la más creíble; sin embargo, antes de sacar esa conclusión, hay que descartar otras pruebas más mundanales. Tal vez un animal deambulaba por ahí y la movió. O algún bromista nos está jugando una mala pasada.
En la Colonia Aguacatal, por esas fechas, un vecino nos puso un susto marca diablo: se metió dentro de un saco, escondiendo la cabeza y las manos, se dirigía hacia nosotros de noche y se veía muy raro, hasta que alguien se le acercó y le quitó el saco.
Independientemente de las bromas y los timos, a veces si ocurren cosas tan extrañas que sí parecen ser pruebas de una actividad paranormal. Al menos, sirven de tema de conversación para imprimirle un poco de poesía y suspenso al relato. A mucha gentes se le ha aparecido La Llorona. Sobre todo de noche, cerca de un río o de un arroyo. A veces yo he tenido experiencias de ese tipo: un día oí ruidos dentro de mi casa, en la Colonia Salud. Ví a dos varones adultos. Pensé que eran ladrones, me puse en guardia (yo estudiaba Karate con mi cuñado, pero no tenía mucho nivel como combatiente). Los sujetos se abalanzaron hacia mí, con gran rapidez. Yo grité del susto, aunque en guardia de Karate. Los tipos se esfumaron. Como que implosionaron en mi pecho. Mi familia despertó por el grito.
-¿Qué pasa? ¿Por qué gritaste así?
Mis hijos aseguraban haber visto un ser extraño en esa casa, en varias ocasiones.
En otra ocasión, cuando vivía en Teocelo, un día decidí salir a correr en invierno, a las seis de la mañana; pero, por alguna razón, puse el reloj a las cuatro o cinco. De modo que salí a correr antes del amanecer. Había niebla. Yo estaba feliz, era mi primer día de ejercicio corriendo al aire libre. Pero todo estaba muy oscuro. Dejé atrás el último poste con alumbrado eléctrico y me interné en la carretera, hacia un sitio que tiene una curva muy cerrada, y un puente arriba del río que viene de la cascada de Texolo. La verdad es que estaba en el bosque, con niebla y sin luz alguna. Me pareció un poco insensato andar corriendo en esas circunstancias.
"Ya va a salir el sol. Se está tardando mucho", pensé.
Decidí dar media vuelta y regresar al pueblo. En eso escuché que a mi izquierda, a un lado de la carretera, se movían unas hojas, como cuando anda por ahí un reptil.
-Veeeen- me dijo una suave y dulce voz femenina que parecía venir desde muy lejos.
La verdad es que no me atreví a averiguar y aceleré el paso. Me sentí un tanto ridículo corriendo a toda velocidad y cuesta arriba por la empinada calle que está a la entrada de Teocelo: era mi primer día de ejercicio en diez años, no tenía condición. Cuando llegué a mi dormitorio, me asombré al ver que mi reloj despertador marcaba las cinco y media. Hay otras personas que oyen pasos en la azotea de su casa a media noche. La verdad es que hay un límite entre lo paranormal y la locura; pero, ¿a poco no son mejores las charlas cuando algún amigo se pone a relatar cómo un tío se topó con La Llorona y cómo la persona que lo refuta con pruebas científicas queda clasificado como un pedante mal educado y carente de poesía?
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