Hace poco estuve charlando con un familiar de mi esposa que me hizo reflexionar sobre lo que publico en las redes sociales.
-No estoy de acuerdo con todo lo que escribes, pero respeto tu derecho a hacerlo -me dijo.
Entre sus desacuerdos está el que pretenda yo ser un artista, de una línea tal que requiere de patrocinios, pues no es comercial, y que al mismo tiempo me maneje como líder de opinión, criticando a los gobiernos de Duarte, Calderón y otros.
-En cuanto ofrezcas un proyecto, ellos consultarán lo que publicas en las redes y no te darán nada.
La verdad es que eso no me preocupa, pues desde hace muchos años me he percatado que personajes como ellos no son mis clientes. No les importa en lo absoluto la cultura producida en México. De hecho, a menudo he percibido una cierta hostilidad a las producciones mexicanas independientes. Lo he podido constatar una y otra vez.
Lo curioso del asunto es que este blog no lo abrí para criticar autoridades, sino para tenerlo como página web gratuita de nuestra pequeña empresa cultural "Katarsis, música y danza", próxima a cambiar de nombre. Es decir, lo hice en un intento por adaptarme al sistema capitalista moderno y utilizarlo como una herramienta de "publicity", para anunciar los cursos de danza de mi esposa, las clases de ajedrez que se impartían en nuestro desaparecido sitio el "Centro de Artes Katarsis", así como anunciar las funciones de música, danza o teatro que estuvieran organizadas por nosotros o donde se presentaran nuestras creaciones artísticas. Y, sobre todo, lo que menos me interesaba era criticar autoridades burocráticas culturales, políticas, judiciales o deportivas. Era algo tan utópico como hacer realidad el sueño americano, el American way of life.
Algo pasó en el trayecto que el blog se me salió de las manos, pero se convirtió en algo así como la botella donde el náufrago tira un mensaje al océano, con la remota esperanza de que alguien lo lea y emprenda una labor de rescate. Para colmo de los males, mis artículos más críticos o molestos para la burocracia, son los que más lectores tienen entre mis publicaciones. Cuando escribo algo con pretensiones literarias, musicales o ajedrecísticas, el número de lectores baja considerablemente. En cuanto vuelvo a publicar un artículo crítico social, los lectores regresan. Y, ahora, se que además de tener lectores en México, también tengo un considerable número de lectores en Estados Unidos, Malasia y Rusia. Cosas de la vida. Les deseo a todos mis lectores un Año Nuevo colmado de bendiciones, salud, paz y prosperidad.
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