NO ME IMPORTA
Cuento de Francisco González
Christen
1º
de octubre
La
música de piano sajona siempre me trae una inmensa sensación de paz: me imagino
una campiña verde, con poca gente. Estos sentimientos no los comparten las que
viven conmigo, porque acaban exasperadas ante la posibilidad de oír una vez más
Greensleeves. Sólo soportan la música de Los Beatles o de
algún otro grupo rockero de la ola inglesa. Mis dos esposas reaccionaron igual
al respecto. En cambio yo necesito de la flema británica y a ellas parece que
les gusta el conflicto.
2 de
octubre
All you need is love de Los Beatles es
la única canción que no les gusta. No se dejan querer. Yo amo la paz. Y las amo
a las dos. Las voces de los niños me encantan. Me gusta engendrar muchos niños,
pero no mantenerlos. Además, yo cumplo: la ley dice que estoy obligado a darles
alimentos. Y con lo que yo les doy les alcanza para tragar, pero ellas no paran
de exigirme más y más. Dicen que no cumplo con esta obligación, que todo me lo
gasto en la otra ¿Cómo saben que tengo otra si viven en ciudades diferentes?
3 de
octubre
La
Micaela me demandó. Tuve que ir al DIF. Quesque la obligación de dar alimentos
significa dar para la comida, el agua, la renta, la luz, el teléfono con todo e
internet, la educación, las medicinas, los médicos, el cine y hasta la
televisión por cable. No se vale. Los legisladores no saben redactar. Por eso
hay tanto malentendido. Ahora, a causa de mi ignorancia de la ley estoy en un
aprieto.
5 de
octubre
Que
tener dos mujeres es un delito ¿Aunque me haya casado con ellas en dos estados
diferentes? ¿Y ahora que voy a hacer? No me alcanza todo mi sueldo para cumplir
con los alimentos de las dos.
8 de
octubre
Ayer
fui a ver a un abogado. Me aconsejó que me divorcie al menos de una. Que el
matrimonio de la segunda es nulo automáticamente, pero es a ésta a la que más
quiero. El problema es que tengo hijos con las dos y estoy casado con ambas por
bienes mancomunados. Eso me pasa por ser tan romántico.
El
hijo mayor de Micaela ya es pasante de Odontología y además de los aparatos
para equipar su consultorio necesita un coche nuevo para trasladarse a la
facultad y dice mi abogado que, dada su edad, mientras él siga estudiando yo
estoy obligado a mantenerlo.
13
de octubre
Martes
trece. Ni te cases ni te embarques. Pero yo me casé dos veces y estoy embarcado
con los prestamistas más usureros de México. La Catalina ya se dio cuenta de
que estoy casado dos veces.
–¡Imbécil!– Me gritó–. ¡Que tienes
un hijo con otra y que tienes una responsabilidad
con él! ¡Así deberías cumplir con el mío!
Yo
le dije que no necesitaba nada de mí y ella se puso como un basilisco.
–¡Mentiroso de mierda! ¡Me enfermas!
¡Eres una porquería de hombre! ¡O le das
a mi hijo lo que le das al de la otra o te denuncio! ¡Pendejo!
15
de octubre
Tengo
un tic en el ojo derecho que no me deja para nada. La Catalina me corrió de la
casa. Me quitó el coche, el refrigerador, la sala, los muebles de la cocina y
un libro. Lo hizo por joder, porque ella no lee ni por equivocación. Porque ese
fue el primer libro que me regaló mi padre cuando yo era niño.
–¿Alguna objeción?
–Es que ese libro…
–Es este libro o tu libertad ¿Qué
prefieres? Anda, ¡deja tu mugroso libro y vete a vivir con tu puta!
18
de octubre
La
noche en que la Catalina me corrió de la casa me tiró a la cara un sartén con
aceite hirviendo. Que si no me he agachado a tiempo… Y todavía tuvo el descaro
de demandarme en la fiscalía por violencia familiar. Y le creyeron más a ella
que a mí. Pero mi abogado dice que no me preocupe. Que los juzgados no van a
hacer nada, siempre y cuando les lleve su chayote a los secretarios.
20
de octubre
–¿Qué es esto? –Me dijo el
secretario de mesa que lleva mis asuntos– ¿Un chayote
hervido?
–Es de lujo. Mire, es un erizo
grandote. Éstos son más sabrosos con mantequilla.
–¿Por quien me toma? ¡Llévese sus
porquerías que está manchando los expedientes!
21
de octubre
Yo
no sé de qué se reía tanto mi abogado cuando le comenté lo del Secretario.
–“Chayote” significa “engrasar los
ejes de la carreta”, para que no rechinen.
–No entiendo.
–Que hay que untarles pasta para que
avancen rápido y sin rechinar.
–¿De cuál pasta? ¿Barila o Italpasta?
–Entonces –Preguntó, con el rostro
visiblemente afligido– ¿No le dio Usted dinero
al Secretario?
–¿Dinero? ¿Pues a poco había que
pagarle? ¿Pues que no les paga el gobierno?
22
de octubre
Estoy
en el hospital. Micaela también me cayó en la jugada. Y ella no se tentó el
corazón: me demandó por bigamia ¿Quién me habrá delatado? Gracias a Dios que me
dio un ataque de Parkinson. El médico dijo que estos temblores van a ser para
el resto de mis días. Ya no podré trabajar. Mi abogado dice que la Micaela y la
Catalina por eso me tienen que mantener, porque aún no nos hemos divorciado.
–¡Qué suerte tienes, cabrón! –Me
dijo la Catalina.
–¡Pero se te va a acabar! –Me dijo
la Micaela –¡Mi tío es Magistrado!
Lo
bueno es que entre más me gritan y más me amenazan, más me da el telele y así
nunca voy a salir del hospital. Lo malo es que ya no puedo chupar: todo se me riega con la temblorina.
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