Al menos desde el 4 de septiembre de este año se publicó un comunicado de prensa donde la SEFIPLAN invitó a los ciudadanos a realizar sus citas "para agilizar" (?) el servicio del Programa de Ordenamiento Vehicular. Esto es, para ponerle placas nuevas al automóvil. Recuerdo que hace unos años se había hecho una reforma para que, una vez adquiridas las placas, nunca más se tuvieran que estar cambiando.Claro que aquella reforma, como siempre, fue pura letra vacía dotada de grandes dosis de demagogia.
Pero ahora, con la ayuda de la cibernética, las cosas prometen ser como en las películas más famosas de Schwazenegger: se habla de que este ordenamiento sólo va a ser por cita. Quiere decir que de otra manera no será posible. Quien no logre obtener la cita, no podrá dar cumplimiento a esta obligación y se hará acreedor a recibir "todo el peso de la ley". Y las secretarias de hacienda no se andan con cuentos: multas, recargos, intereses y, en su debido tiempo, embargos y arrestos.
Para obtener esta cita hay tres opciones, una por internet, otra vía telefónica. La tercera, ir en persona a una oficina (para que de ahí seguramente remitan al ciudadano al internet o al teléfono, a fin de "agilizar" el trámite).
El problema es que en internet hay que darse de alta como usuario. La máquina empieza a pedir cosas como "línea de captura" ¿quién da esa línea de captura? ¿Dónde hay un cuadro de ayuda o un texto que explique qué carajo es eso de la línea de captura, cómo se crea o cómo se obtiene? Esa línea de captura es un campo obligatorio, pero si uno introduce en esa ventana algún texto, el sistema responde diciendo que hay que meter un RFC y una línea de captura válidos. Entonces, al robot que nos está atendiendo, o no le gusta nuestro RFC (el cual ya había sido aceptado por el Gobierno) o no le gusta la línea de captura que estamos proponiendo.
Puede uno reintentar mil veces. Siempre va a pasar lo mismo. Puede uno buscar una explicación o un link para que a uno le expliquen. O un correo electrónico para atender al ciudadano. Al menos, no hay uno en un lugar visible.
Y esto sólo es el comienzo, porque después se pide una clave de usuario y una contraseña. Podría ser la de nuestro correo electrónico, pero más adelante se nos pide el correo electrónico. Por lo tanto, no nos están pidiendo nuestro correo electrónico ni su contraseña, sino algo más que seguramente tampoco le va a gustar al sistema.
Ya medio desmoralizado, acude uno al teléfono y marca los números 018005233526 o 018002602400, ya con un poquito de negatividad en el espíritu, pues, por experiencias propias, uno sabe que los números que empiezan con 01800 no sirven para nada. Porque los atiende otro terminator cibernético, estúpido e inflexible que sólo nos proporciona la información que él quiere que recibamos y no la que necesitamos recibir. Esto tras marcar una cantidad enmarañada de opciones. No hay un ser de carne y hueso que nos diga "se hace así".
Por lo tanto, no puede uno sacar la cita. Y como no puede uno sacar la cita, tampoco puede cumplir con el requisito. En consecuencia, uno va pasando de ser un infractor a un verdadero delincuente. Hasta que lleguen los polícías y la marina, armados con tanques de guerra, ametralladoras, chalecos antibalas, máscaras antigases, etc., etc., a despojarnos de nuestra propiedad (vía el embargo) y/o a arrestarnos por incurrir en el delito de evasión fiscal.
Con el proyecto de vida arruinado ¿qué vamos a hacer después?
Todo esto me parece que es esquizofrenia institucional, pues ya con todos los contribuyentes en la cárcel ¿de dónde van a sacar dinero para mover su maquinaria bélica? Ya que de seguir así las cosas, habrá muchos nuevos delincuentes a perseguir. Es decir, por un lado crecerá la delincuencia (pues los ciudadanos que no puedan cumplir acabarán siendo nuevos delincuentes) y por otro crecerá la evasión fiscal. Que Dios nos agarre confesados.
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