Como Usted probablemente ya lo ha sospechado, estoy parodiando el nombre de un famoso libro de la época en que los boomers éramos jóvenes y revoltosos; sí, adivinó Usted, amable lector: se trata del libro Para leer al Pato Donald de Dorfmann Mattelart. O también al famoso ensayo de Sigmund Freud sobre la Caperucita Roja y el lobo. Decía mi suegro, Don Prisciliano Ramírez (QEPD) "piensa mal y acertarás". Veamos ¿Qué representan los zombies? Pues nada menos que a los migrantes hispanos. "Dispara a lo que te encuentres de frente" es la consigna. ¿A quién representa Rick Grimes? Pues a George Bush hijo; y, hablando de hijos, Carl Grimes, a Donald Trump cuando era niño. La blandengue Deanna Monroe, en cambio, es la representación de Hilary Clinton. Su espíritu democrático hace débiles a los buenos y pone en peligro su supervivencia. Michonne es Condolezza Rice. Glenn Rhee, en cambio, simboliza el poderío comercial chino. Por esta razón, tuvo que morir en el capítulo de ayer, porque China quedó fuera del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. Sabiendo que a los chinos les gusta decir "copelas o cuello", los países que firmaron este acuerdo se adelantaron a darle cuello a los chinos, incluído Glenn Rhee. ¿Ven como encaja? No me tomen en serio, ya saben que me gusta bromear, ja ja. Les dejo de tarea que averigüen a quién representa Sasha Williams y a quién Morgan Jones. Dejen volar la imaginación, se van a divertir.
Ya hablando en serio, el libro Para leer al Pato Donald, susbtitulado comunicación de masas y colonialismo, en la portada tiene al Pato Donald obsesionado con las palabras "oro, ocio, riqueza, imperialismo, consumo, fantasía, etc.".
Los temores de autores como Dorfmann Mattelart eran originados por el mal uso que de la propaganda hicieron en un principio los alemanes y después todo el mundo. Se temía especialmente a los usos que le dió el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, con Goebbels a la cabeza. Entre los abanderados de esta lucha preventiva están los miembros de la Escuela De Frankfurt, la Teoría Crítica y personalidades como Theodoro W. Adorno, Horkheimer y Herbert Marcuse. Se temía especialmente a la publicidad subliminal; sin embargo, quien se haya dedicado al menos un poco a la comunicación y a la publicidad, sabe que aquello de que "una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en una verdad" tiene un límite. Pues ¿Qué no perdieron la guerra los nazis con todo y sus mentiras repetidas hasta el cansancio? ¿Creen que yo (si tuviera el dinero para hacerlo) podría llenar el Estadio Azteca para un recital de piano con las obras más agresivas de Milton Babbitt repitiendo en Televisa y en MTV mil veces al día un spot anunciando el evento? Y, si por un azar del destino, logro llenarlo, ¿creen que lo volvería a llenar con esta estrategia?
Los mercadólogos, publicistas y comunicólogos saben que llenar un estadio como el Coloso de Santa Úrsula con un evento de esa calidad está en chino. Me refiero a un concierto donde los boletos se venden en taquilla, no llevando a la fuerza a un sinnúmero de alumnos de escuelas primarias o secundarias. Y no estoy emitiendo comentarios sobre la calidad de la música de Milton Babbitt, a quien respeto profundamente, pero de quien sé que su estilo es muy difícil de digerir por "el hombre de la calle". Alguien me dirá: pero si el reguetón es igualmente imposible de digerir y tiene un enjambre de públicos masivos. Dejo la pregunta en el aire: ¿Milton Babbitt se convertiría en un Rock Star si tuviera la publicidad que tiene Justin Bieber? De ser así, Theodoro W. Adorno y Dorfmann Mattelart tendrían razón; por lo pronto, yo seguiré viendo todos los lunes, puntualmente, la saga de The Walking Dead, sin temor alguno. Me divierte. Y quizá me prepara psicológicamente para sobrevivir a situaciones de crisis globales, cada vez más extensas, frecuentes y duraderas.
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