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domingo, 17 de mayo de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 12.

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CRÓNICAS PANDÉMICAS. 
CAPÍTULO 12.

   Ya se empieza a hablar del “retorno a la nueva normalidad”, como dijo Darío Celis en El Financiero de ayer, pero alguien le hace notar que si es nueva, no es normalidad. El presidente AMLO habla de un ensayo que acaba de compartir, “La nueva política económica en tiempos del coronavirus”, en el que dijo que “ante la decadencia, la crisis, el derrumbe del modelo neoliberal en el mundo no se puede repetir que no hay de otra…” y sostiene que se debe abandonar la medición del PIB (que desde antes de la pandemia apuntaba para muy mala situación en México a fines del 2020) sino en un modelo de crecimiento que tiene que ir “acompañado de la democracia, tiene que ir acompañado de la justicia, la honestidad, la austeridad y el bienestar… Si hay más dinero hay más apoyos abajo, si se dispersan recursos en la base se fortalece la capacidad de consumo de la gente y así se mejora la industria y el comercio, y se favorece a los sectores de más ingresos…” Ahí está fifís ¿Qué más quieren?
   El próximo 1 de junio va a entrar en vigor el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, o sea, el TMEC. Es posible que sí cambien para bien las cosas, al menos por un buen rato. La mantis religiosa se come al avispón asesino. Lo importante es que haya suficientes mantis religiosas antes de que el avispón acabe con las abejas y con nosotros.
   ¿El modelo neoliberal en crisis? Veamos, hacia el año 2002 ya el Premio Nobel de economía Hugo Stiglitz hablaba de El malestar en la globalización. El título lo dice todo, pues, aunque la globalización tiene un lado amable, provoca malestar, y dado su carácter mundial, es un malestar generalizado en todos los países del orbe ¿Por qué? Porque destruye comunidades y reparte de manera inequitativa la riqueza: el 99 por ciento de la riqueza para el 1 por ciento  de la población. Salió peor que el modelo tecnócrata de los ochentas, conocido como el modelo ochenta-veinte: el ochenta por ciento de la riqueza para el veinte por ciento de la población. Éste, a su vez, era un poco mejor que el modelo de Porfirio Díaz (que condujo a la Revolución Mexicana de 1917): el 85% de la riqueza para el 15% de la población.
   Según Stiglitz, la globalización empezó con una promesa de las instituciones globales que se transformó en promesas rotas, donde la receta generalizada era: privatización de la cosa publica, liberalización de mercados, economía de la filtración. Su resultado: las políticas del FMI llevaron al mundo al borde de un colapso global, gracias a la crisis del Este Asiático. En otro libro, El precio de la desigualdad, nos informa que los países que desobedecieron los dictados del FMI salieron del bache (con excepción de la India, al único país que le funcionaron). Entre estos estaba Corea del Sur y ¡China! Pero no sólo Stiglitz hablaba mal del sistema que nos gobernó en las últimas tres décadas: Thomas Piketty en su obra El capital en el siglo XXI y Mark Weisbrot en Fracaso, lo que los «expertos» no entendieron de la economía global también explican que el centro del debate de la economía moderna debe ser el tema de la desigualdad y que el asalto neoliberal orquestado contra la gente tiene efectos perniciosos y se da en todas partes. Cito estos libros para que Ezequiel Matías no me salga con que el Premio Nobel de Economía Jaime Schütz Legarreta habla de lo que no sabe para defender al ganso.
   Pues ¡Qué bueno que ya están pensando en reanudar actividades, porque ya estoy oyendo pasos en la azotea a causa del hastío que me genera el encierro! Siento que algún multibillonario quiere cambiar hasta mi manera de ir al baño ¡Qué le importa! ¡Eso es un asunto privado! Me siento como una gallina enjaulada destinada a ser el ingrediente principal de un producto ofrecido por KFC. Ya hasta olvidé el asunto del diario de mi amigo Marco Antonio Pastrana. Hay una entrada del 6 de diciembre de 2015 que me llamó la atención:
   «Ya empezaron las peregrinaciones en Xalapa y aún no termina la temporada de manifestaciones. La Ley Federal del Trabajo marca el 21 de diciembre como última fecha para pagar el sueldo de diciembre, el aguinaldo y otras prestaciones.»
  Pasando esa fecha es probable que mi amigo ya no haya registrado más movimientos sociales. Sigo leyendo:
   «Copio una serie de artículos periodísticos… “crece empleo en el país… pero mal pagado. Se extinguen, en diez años, 700 mil trabajos con sueldos mayores a 5 salarios mínimos…”, “En los 25 años que llevamos con esta política, la situación del empleo no mejora en ter…»
    No terminé de transcribir porque mi hija me pide de favor que la lleve a Superama, porque desde hace tres días hizo una compra por $1700 y no se la han traído. Les llama por teléfono para reclamarles y ya ni siquiera le contestan.
   –¿Estás loca? Hoy es fin de semana y casi es quincena. ¡Va a estar lleno de gente!
   –¡Pues sí! Son unos hijos de puta, porque con eso vamos a comer para el fin de mes.
   Tuve que llevarla, enmascarados: cubre bocas, más las caretas que hizo mi amiga abogada desempleada. Es la única ayuda que nos pudo ofrecer un abogado en estos tiempos, porque los tribunales también están en cuarentena. Me quedé en el coche. Pero, como no llegaba, me metí al almacén para ver qué pasaba.
   –Que no fue culpa de ellos. Que fue BANAMEX el que se clavó la lana. Porque a ellos no les llegó nada pero a mí sí me aplicaron el descuento.
   Ya encarrerados, compramos algunos alimentos para sobrevivir al fin de mes. Como Superama está orientado a un público fifí, no encontré chiles xalapeños ni crudos ni en vinagre. Pero, lo que más me dolió, es que en lugar de su hermosa cava, había una horrible farmacia. Y en el único pasillo donde había licores, habían unas cintas que prohibían el acceso al lugar y la leyenda con la que pedían disculpas, a causa de las disposiciones de la Secretaría de Salud: "prohibida la venta de bebidas alcohólicas". Si supieran que el tequila blanco baja los triglicéridos, el vino tinto el colesterol malo y la cerveza la hipertensión. A cambio encontré otros alimentos: huitlacoches enlatados, un paquete con sopes listo para ser pasado por aceite hirviendo y ponerle los huitlacoches encima. Mi hija encontró salmón y yo hamburguesas con tocino. Pero nos salió algo caro el chistecito. Había bastante gente. Por ahí pasó uno con una careta igual que la mía. “Se la vendió mi amiga” Él tipo volteó a mirarme y debe haber pensado lo mismo. Pero no nos conocemos y seguimos nuestro camino.
   Regresamos a la casa, nerviosos. Por culpa del banco tuvimos que salir justo ahora. La verdad es que yo no noto la diferencia: la tosecilla que tengo, la tengo desde febrero y cada año me da, a más tardar en marzo, y se va con la primavera. No tengo fiebre, aunque estoy sudando. Mejor me voy a checar la temperatura.
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2 comentarios:

  1. Los envíos están mal en todas las tiendas. De pronto no te envían nada

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  2. Pero se quedan con el dinero que les pagas por adelantado. No tiene nada de extraño que este capítulo esté bajo una censura velada en Facebook.

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