CRÓNICAS
PANDÉMICAS.
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 3
El presidente de México, tras mostrar un
video con los avances en el aeropuerto internacional Felipe Ángeles de la
Ciudad de México, escucha un concierto de bandas a cargo de niñas, niños y
adultos oaxaqueños. Dijo “son las siete y media, da tiempo; no, pero no para
preguntas, para escuchar el himno mixteco del maestro Alavés, compuesto en
1915, si se puede, la canción mixteca”. La bóveda del Palacio Nacional es ya
algo arcaica, amplia y monótona. Los músicos vienen vestidos al estilo de los
revolucionarios de 1917, al estilo de “pueblo bueno”, los hombres de calzón de
manta y las mujeres de adelitas y todos sombrerudos. Poco después nuestro
Primer Mandatario dijo “empezamos bien la semana ¿Para qué cosas feas?”.
Otra amiga sexalescente compartió un tweet de Caterina Valentino:
“#28EneroChina
Los residentes de Wuhan cantan y se animan
unos a otros durante la noche. Los once millones de habitantes de esta ciudad
están en cuarentena desde la semana pasada para evitar el CORONAVIRUS…”
Y se vio en un video de la BBC NEWS MUNDO
una vista nocturna de los rascacielos de Wuhan con las luces encendidas. Era
una mezcla caótica de rectángulos, unos enormes y oscuros, otros pequeños y
brillantes. Al fondo un cielo de color morado y con el griterío de miles de
chinos cantando o emitiendo toda clase de sonidos vocales, quizá para dejar una
huella fugaz de su paso por este mundo antes de que fuese demasiado tarde.
Por supuesto que no vi el video, porque me
llegan cientos de videos al día y sólo veo unos cuantos que elijo al azar, en
los pocos ratos de ocio que tengo. Además tengo mis favoritos: fragmentos de
las mañaneras de AMLO, porque son esperanzadores, y los de los fifís, que
siempre se las arreglan para encontrar el frijol en el arroz de AMLO. Y eso que
desde la campaña electoral del 2018 ese arroz ya estaba bien cocido. Al ver el
video de la BBC en Wuhan, una amiga dijo que “estremece de emoción su
solidaridad”.
Yo, por mi parte, vivo en otro mundo: repaso
la nota de mi diario del siete de abril del 2016 donde me di cuenta que el que
hacía programas musicales tripartitos no era Hermann Scherchen sino Ferenc
Fricsay. Para él lo esencial de un programa parecía ser la variedad: una
novedad; o sea, un estreno, seguido de un concierto con solista y cerrar con
una obra consagrada de gran duración. Como por decir, la novena sinfonía de
Beethoven, porque “un programa sin alguna obra contemporánea se considera en
muchos sitios como retrógrado y excesivamente cómodo". De nada me sirvió
invocar por años estas ideas para que la Orquesta Filarmónica de la Capital Veracruzana incluyese
algún día una composición mía. De hecho, creo que el Troll que fastidió la
publicidad en redes de nuestro curso de preparación para el examen de admisión
a la Facultad de Música fue el mismísimo director en turno de esa orquesta;
pues, de todos los amigos del comentarista, el único que tenía un perfil
verdadero era el director. Todos los demás, incluido el troll, eran avatares; es decir, perfiles falsos y
con datos incompletos. ¿O ustedes creen que una ama de casa con la primaria
incompleta puede opinar con certeza y erudición sobre un programa educativo de
alto nivel? Así es la vida moderna. Cualquiera puede opinar en las redes
sociales. Está bien que lo hagan desde la ignorancia, lo que no tiene madre es
lo malintencionado y lo cobarde: escondidos bajo un perfil falso.
Pero
yo, romántico trasnochado, idealista que pretende ser objetivo, estaba
fascinado con las frases recogidas hace casi cuatro años atrás: “el choque entre intención y dificultad
da como resultado un conflicto”, según un tal Vale, citado por Edgar Ceballos
en su libro Principios de construcción
dramática. Esto es importante, porque una película, un cuento y una novela
sin conflicto, son basura. Dirán ¿Y tiene conflicto lo que nos estás diciendo?
¿Pues a poco no se dan cuenta? Tenemos a los fifís vs AMLO, al coronavirus
contra la humanidad, y muchos otros conflictos subyacentes. De hecho mi
personalidad ya dije que es neorromántica, pues me gusta estar en cualquier
lugar y en cualquier momento, menos aquí y ahora. Esto entra en conflicto con
los consejos de psicoanalistas, líderes religiosos y consejeros new age. Yo
intenté hacerlo hacia 1973, un día que viajaba en un autobús del servicio
urbano sobre la avenida Insurgentes de la ahora llamada Ciudad de México a las
seis de la tarde. Créanme. En una situación así no vale la pena vivir el aquí y
el ahora ¿Y durante una cuarentena, encerrados como gallinas destinadas al
restaurante KFC?
Así fue como me cayó el veinte de que la
intención genera conflicto y lleva al futuro. Pero de nada me sirve eso, pues en
vez de estar escribiendo cosas bien chingonas yo solito me eché la soga al
cuello al ganar la licitación para espacios culturales independientes: la
campaña publicitaria fue más difícil de lo previsto: mandé a hacer 500 carteles
para pegarlos en exteriores y olvidé que en enero el clima de Xalapa es
lluvioso. Tuve que atenerme a la campaña en redes sociales. Y casi nadie
preguntaba. Carajo, les estábamos regalando un curso de cinco mil pesos. No me
extrañaría que anduviese por ahí en fifí en Whatsapp diciendo que éramos
masones, judíos o comunistas con las peores intenciones del mundo, pues nadie
da paso sin linterna: “no aceptes regalos de extraños y menos de gatos de
Maduro”. O tal vez estaba sometido a fuego amigo desde las oficinas del
empoderado hijo del gober. Peca más la víctima que el victimario.
Sin darme cuenta dediqué dos meses y medio
al proyecto sin crear ni leer nada literario. Las clases del programa
seleccionado por la SECVER iniciaron el 3 de febrero y tampoco había calculado
el monto desglosado a pagar quincenalmente a los profesores. Sólo tenía una
idea general. Tenía que hacer las nóminas. Por otra parte, tenía que hacer la
orquestación de un himno a la 4t que me encargó un personaje aparecido de la
nada. Bueno, un ex alumno mío de la Facultad de Música me recomendó y lo
remitió conmigo. Ahora que no quiero saber de la música me cayeron varios
encargos. También una cantante amiga de mi hija me hizo escribir otros dos
cantos patrióticos que también tengo que orquestar.
Por si fuera poco, convenía ir a registrar
dos cuentos de mi autoría antes de enviarlos a un concurso. Uno de ellos está
inspirado en el empoderado hermano del gober. Pero como están concursando,
no se los puedo compartir ahora, estimados lectores. Yo no registro mis obras
en Xalapa, pues se tardan muchos días antes de entregarme el certificado de
autoría. Yo me lanzo a la Ciudad de México y los registro en Expressautor en una mañana y por la
tarde paso a ver a mi familia, en especial a mis padres.
Otra cosa que tengo que hacer es recoger mis
displays publicitarios en la
Secretaría de Turismo y averiguar porqué dejaron de poner uno ¿Pues que no
somos de la 4t? Ese tipo de zancadillas le iba bien a los tricolores cuando
gobernaban, pero la 4t ¿Por qué? ¿Pues no que iban a cambiar las cosas para
bien?
Vaya, que en enero me llovió sobre mojado,
pero casi todo son cosas positivas porque nos encaminamos con paso firme a la
celebración de nuestros 20 años de operar bajo el nombre de Epifanía. A mi esposa le dio un ataque
de nervios cuando le dije que aparté el 11 de septiembre para la función de
danza de su grupo, por caer en viernes, pues íbamos a competir contra la
Orquesta Filarmónica de la Capital Veracruzana (la OFCV), que no vende más boletos que nosotros, pero llena
la sala Totonacapam con mil pases de cortesía gratuitos.
Para tranquilizarla le dije que esa fecha es
significativa, porque nuestro grupo Epifanía
hizo un performance contra la guerra a los pocos días de los atentados a las
Torres Gemelas. Y semanas después otro desde el punto de vista de las madres y
padres de familia árabes que cargaban un niño muerto, ensangrentado y
amoratado. Los pueblos siempre son los que pagan los platos rotos por sus
gobernantes. ¿Quién gana en una guerra? Nadie, ni siquiera el vencedor. Fuimos
el único grupo de danza xalapeño que hizo algo al respecto al momento. Todos
los demás andaban vestidos de cisnes bailando de puntitas o azotándose en el
suelo con pedos existenciales herméticos que sólo a ellos competen y que a
nadie más le interesa ni entiende. Esto, dependiendo de que sean de Ballet
Clásico o de Danza Contemporánea.
Así es como la vida transcurría en Xalapa
hacia el 3 de febrero del 2020, sin mayores sobresaltos: se casó la sobrina de
una amiga, todos muy guapos en la boda, las mujeres, muy bonitas. Otra amiga
nos invitaba a leer un libro donde se expone la teoría de que más que ser
primates evolucionados, somos seres que venimos de otro planeta, aunque otra de
las amigas no leerá rápido ese libro porque está más enfocada al espíritu
universal. Tras compartir fotos de bodas, jardines y demás momentos e imágenes
más bellos de este planeta, se planea el desayuno anual de mayo, para reunirnos
todos. “Que por mayo era, por mayo, cuando hace el calor, cuando los trigos
encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el
ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión…” (Fragmento del Romance del prisionero).
Muchos poetas le han cantado al mes de mayo,
la estación florida, la estación ideal para salir a pasear, a explorar el
planeta o por lo menos para salir a darle vueltas y vueltas al parque principal
de la ciudad. Si eres joven y soltero, para hacerlo y hacerle ojitos a la
damita que te corresponde con otros ojitos claros y serenos. Así que mayo es un
mes muy importante para mí. Porque yo soy uno de los cumpleañeros, uno de los
festejados en mayo y que mejor que tener varias fiestas, una con la familia,
otra con los amigos de acá, otra con los amigos de allá. Ese desayuno, comida o
cena no me lo pierdo por ningún motivo. Los compañeros proponen votar por los
días 2, 9, 16, 26 y 30. El 16 está bien, dice una mayoría. La amiga que
recomienda el libro del Homo Sapiens comparte un video de Yuvai Harori en el
que se pregunta “¿Qué hizo al Homo Sapiens la especie más exitosa del planeta?”
y otro que se titula “Sapiens (de animales a Dioses)” hasta que llega la hora
de dormir.
Somos Dioses. Claro. Por eso comemos
taquitos en Pantitlán, murciélagos, serpientes o carne de mamut congelado. Por
eso podemos alterar el ADN de muchas células e incluso entrenar a virus
peligrosos para que interactúen con células humanas o volarnos la tapa de los
sesos con una explosión nuclear. Eso demuestra nuestra superioridad sobre otras
especies. Sin duda. Ajá.
Ezequiel Matías había permanecido en
silencio hasta que llegó la hora de dormir. Son las 23:45 y por fin toma la
palabra para votar por el 16 de mayo y apartar un lugar para los que vienen de
Estados Unidos ¡Excelente! Así la reunión no se cruzará con la función de fin
de cursos del programa subsidiado por la Subsecretaria de Cultura de Veracruz,
y yo podré apoyar a las alumnas de la academia de danza de mi esposa manejando
el sonido.
Así que Exequiel votó por el 16 de mayo
porque los compañeros que vienen de Estados Unidos podrían coordinar sus vuelos
y verse ese mismo día en el aeropuerto de Veracruz y trasladarse juntos a
Xalapa. Insisto en que es muy importante
esa reunión: somos sexalescentes, no nos preocupan las teorías de la
conspiración que dicen que el Nuevo Orden Mundial ya no sabe qué hacer para
aplicarnos la eugenesia y quedarse con nuestros ahorros y propiedades. Por lo
pronto, el gobierno chino determinó que los cuerpos de las víctimas del
coronavirus deberán ser incinerados por motivos de seguridad. Prohíben las
tradiciones funerarias. Pero China está tan lejos de nosotros ¿Qué podemos
temer? El dos de febrero un avión francés rescató a diez mexicanos de Wuhan que
el gobierno mexicano se había negado a hacerlo porque el canciller Marcelo
Ebrard aseguró “que era muy costoso mandar un avión por los connacionales”.
Si te gusta como escribo y quieres apoyar mi creatividad, conviértete en mi mecenas. Haz click en este botón, regístrate y selecciona el plan que más convenga a tus intereses: Become a Patron!
Esperemos las siguientes crónicas
ResponderEliminarAcaba de salir el capítulo 4
Eliminar