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viernes, 20 de enero de 2017

Hermoso concierto

Tras de un inicio de año que se antoja difícil, porque aún no se resuelven los amparos que llevo contra los retrasos en el pago de pensiones a jubilados, la violencia sigue en mi país, la espiral inflacionaria se disparó por el gasolinazo y el efecto Trump promete ser adverso a los mexicanos y al mundo, hoy tuve un momento de felicidad. Quizá una felicidad fugitiva, parafraseando a Sergei Prokofiev, pero felicidad al fin de cuentas:
Casi por un azar del destino me enteré del concierto que ofreció hoy la Orquesta Sinfónica de Xalapa (la OSX) donde tocaron como solistas dos egresados de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana: Los violinistas mexicanos Lázaro Jascha González y Mireille López Guzmán quienes estrenaron en Xalapa el poema sinfónico "Amistad" de Eugene Ysäye (1858-1931), preciosa obra de carácter neorromántico con armonías complejas y novedosas que alternaron con las dulces melodías de los solistas.
Antes de esta obra se presentó la Obertura de Khovanschina del genial Modesto Mussorgsky (1839-1881). Realmente me sentí un ser muy afortunado por estar escuchando tan bella música excelentemente dirigida por el director mexicano Eduardo García Barrios, quien supo inyectarle su pulso a la OSX conduciéndola con una energía suave y vital pero fuerte cuando debía de ser fuerte. 
Tras estrenar el poema de Ysaye, Lázaro y Mireille interpretaron un simpático dueto con un tumbao muy salsero y con una calidad de sonido que me hizo recordar al cuarteto Kronos y por un momento me percaté de que Andrés Dechnik, el concertino contrabajista, se había unido a la fiesta de ellos improvisando discretamente la parte de bajo con sus habilidades de jazzista.
Finalmente, la OSX interpretó "Pájaros" y "Danzas y Aires Antiguos, Suite No. 3" de Ottorino Respighi (1879-1936), obras de carácter "retro" que remiten a la época del célebre Rey Sol (Luis XIV de Francia) pero magistralmente orquestadas al estilo del siglo XX. La celesta, el arpa y el clavecín se encargaron de darle un toque verdaderamente mágico a la orquesta moderna.
Hoy inicia la era Trump y, tras la devaluación del peso mexicano y otras presiones económicas me atrevo a pronosticar que los solistas y directores de orquesta norteamericanos brillarán por su ausencia en estas tierras durante una larga temporada. Pero Eduardo García Barrios, Lázaro Jascha González y Mireille López Guzmán nos hicieron saber esta noche que eso no es ningún problema, porque en México hay excelentes músicos que pueden tocar la más bella música y hacerla vibrar con toda la dignidad que le corresponde. Lo único que hace falta es que les den la oportunidad de hacerlo. Hoy la tuvieron y demostraron que por estas tierras también hay talento musical.