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martes, 6 de octubre de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 32.

 


CRÓNICAS PANDÉMICAS
Capítulo 32

   Aquí estoy, encerrado en esta jaula, que ni siquiera es de oro, convertido en mascota de los reptilianos. ¡Qué ironía! Hace poco dediqué todas mis energías para ayudarlos a sobrevivir, pues creí que se iban a extinguir. Pero los dinosaurios no se extinguieron: los reptiles tienen la capacidad de camuflarse y pasar desapercibidos, con lo cual lo mismo huyen de sus depredadores que consiguen la comida y ahora tienen el poder en sus garras. Hablando de eso, ahora tengo que comer los alimentos industrializados que me proporciona mi captor, al que me niego a llamarlo mi amo, pues soy de naturaleza rebelde y lo único que amo es la libertad. Esos alimentos saben feo, están saturados de sodio, texturizados de soya y toda clase de conservadores.
   Y pensar que en mi juventud estuve libre pero muriéndome de hambre, pues ya había dejado el hogar paterno y vivía en una ciudad  muy alejada del nido que me vio crecer. Recuerdo que antes de iniciar mi Odisea por la vida, bastaba con desear en mi mente ojalá y mi padre me traiga una pizza para que él llegara a casa con un par de pizzas recién horneadas. Pero allá en la Ciudad de los Palacios yo no tenía ni trabajo ni dinero. No sabía pescar ni cazar. Tampoco cosechar. Sólo sabía usar mi humilde guitarra y un sombrero con el que captaba las monedas que me lanzaban algunas almas piadosas. Recuerdo que mi teatro eran los portales grises y sucios que están cerca del Palacio Nacional, frente al zócalo. Hacía frío, apenas si podía mover mis entumecidos dedos hasta que un joven de ojos rasgados me dio una moneda que superaba con mucho en valor al valor promedio de las que me lanzaba la demás gente. No recuerdo si era chino, coreano o japonés. Lo único que recuerdo es el diálogo que sostuvo con su padre:
   –Si a un hambriento le regalas un pez, comerá un día; pero, si lo enseñas a pescar, comerá toda su vida.
   –¿Y si es ambicioso y acaba con los peces del río?
   –Por eso debes enseñarlo a pescar con responsabilidad social de manera que respete los ecosistemas.
   –¿O sea?
   –De manera amigable con el entorno, respetando las temporadas de veda ¿Está claro o quieres más explicaciones? Si se acaba los peces del río no volverá a pescar en ese río. Mira, en lugar de darle una moneda a este muchacho, le voy a dar esta página del periódico, en la que viene una convocatoria. Si es listo, aprenderá a pescar.
   Era la convocatoria para concursar por las becas que otorgaba el Conservatorio Nacional de Música. Bendito seas señor del Lejano Oriente, que me abriste las puertas del universo: concursé, gané una beca tras otra, subí de nivel como músico, empecé tocando en bares y restaurantes, de ahí salté a la banda sinfónica de policía de la Delegación Gustavo A. Madero y finalmente fui contratado por la Orquesta Sinfónica Nacional. Aprendí a pescar y alcancé un nivel muy alto gracias a que invertí mi dinero en muchos cursos de actualización y realicé tres postgrados. Al final, fui orgulloso y desdeñé toda clase de becas, de modo que los postgrados me costaron mucho dinero y esfuerzo.
   En mis ratos de ocio me gustaba ir a las faldas del Ajusco o al Desierto de los Leones a correr hasta diez kilómetros cada tercer día, al aire libre. Adoro el color verde intenso de los abetos, su olor, el oxígeno. O el color amarillento del zacate del altiplano. No hay nada como la libertad que te proporciona el ejercicio al aire libre. Pero ganaron los reptilianos. Esa arma biológica con la que traen de cabeza al mundo les vino como anillo al dedo. Ya no hay música en vivo, los niños ya no juegan al futbol al aire libre, las escuelas y las plazas comerciales parecen escenarios de películas de zombis. No hay manera de desobedecer a los reptilianos, porque ese virus sí mata a la gente. Y aquí me tienen, encerrado en esta jaula, que ni siquiera es de oro, haciendo melodías con mi clarinete y diciendo pendejadas, como si fuera yo cualquier loro huasteco.



domingo, 23 de agosto de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 31.

Sigo vivo. Tal vez por aquello de que hierba mala nunca muere, pues sigo vivo, a pesar de todo. Muchos amigos ya no lo están, que en paz descansen. Unos se murieron de COVID, otros de un infarto. Ya puedo responderle a Bob Dylan, quien preguntó que ¿Cuántos muertos debe haber para saber que ya son demasiados? Pues yo creo que ya son suficientes. Esto lo dijo en una canción que Los Sexalescentes escuchábamos allá a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado. Por cierto que hoy cumple años Ángela, versión femenina del sustantivo Ángel, que en catalán se pronuncia "ánguel", en inglés "ényel", en alemán "énel" y en plural "énels", el apellido del coautor del Manifiesto del Partido Comunista. Me refiero a Engels.

   A mucha gente les he enviado para celebrar su cumpleaños Las mañanitas en la versión de Alejandro Fernández y últimamente, Las mañanitas en tiempos del Covid, cantadas por Los tres tristes tigres, pero todas esas versionesa fuerza de compartirlas, han perdido su fuerza expresiva, de modo que hoy le mandé a Ángela la versión de Miguel Aceves Mejía, la que, si bien no tenía un video profesional, al menos sí uno caserito con postales enriquecidas con imágenes y pensamientos bonitos. Me llamó la atención que en uno de los versos se citaba la palabra "amapolita". Esto es realmente una prueba de la antigüedad de la canción. Todavía La tigresa Irma Serrano cantaba en El ausente otro verso que decía "pareces amapolita cortada al amanecer". Y es que las amapolas son flores muy bellas, y hasta principios de los setenta del siglo pasado parecían unas florecillas inocentes. Tan es así que cuando la Escuela Normal de Veracruz, aún estaba junto a la Escuela Primaria Carlos A. Carrillo de Xalapa, en uno de sus jardines, junto al jardín de niños donde estudiaron mis hermanos menores, había un campo lleno de amapolas. Incluso, entre mis amigos Los telerines, había una camarada que se llamaba Amapola. Sobra decir que muchos jóvenes que vivimos la década del 68 al 78 éramos simpatizantes del comunismo ¿Para qué negarlo? Excepto Ezequiel Matías, quien, por cierto, también fue mi compañero en la Carlos A. Carrillo y seguramente también pasó por el patio lleno de amapolas. Hoy compartió una serie de memes, encaminados a mostrar que los demócratas de E.U. son comunistas, a partir del COVID, con la siguiente leyenda: "THE REAL VIRUS ARE THE COMMUNIST AND MARXIST DRESSED AS DEMOCRATS. UUPS" y tenía la imagen de un cerrado puño blanco, alzado en pie de lucha e incrustado en un fondo rojo, unido semánticamente a una hoz y un martillo mediante el signo matemático de igualdad, el cual se volvía a aplicar como enlace a otra imagen con el burro rojiazul de las cuatro estrellas, el que representa a los demócratas. O sea, dijo que "El virus real son los marxistas y comunistas disfrazados de demócratas. Ay güey", pero no pensó en que para muchos de nosotros no tiene nada de malo ser comunistas. Claro que comunistas teóricos o utópicos, puesto que el comunismo real nunca se ha aplicado. Lo que ha existido son gobiernos socialistas dictatoriales y nefastos. Ya que hablaba de Engels, él y Marx presentan un catálogo de "socialismos" en el Manifiesto del Partido Comunista y nos previenen de que casi todos son nefastos. Excepto el suyo, claro, "el socialismo científico". El más desastroso fue el nacional socialismo alemán comandado por Hitler. Por cierto que estoy terminando de ver una serie muy buena en Amazon Prime que se llama en español "El hombre del castillo", cuya historia gira en torno a un mundo paralelo donde los nazis y los japoneses le ganaron la Segunda Guerra Mundial a los norteamericanos y EUA estaba repartida entre japos y teutones. La costa oeste, donde vive Ezequiel Matías, estaba en esta serie bajo el control del Imperio del Sol Naciente.

   Volviendo a los comunicados de Ezequiel, después del meme anterior, publicó otro con el siguiente texto, que ya se los digo directamente en español, en aras de la brevedad: "Si la hidroxicloroquina cura el Corona no hay pánico. Si no hay pánico los americanos regresan a la vida normal. Si los americanos regresan a la vida normal no habrá elecciones por internet. Si no hay elecciones por internet los demócratas no pueden hacer trampa. Si los demócratas no pueden hacer trampa, Trump derrotará a Biden. Simple." Pues puede que tenga algo de razón, aunque la otra teoría es de que el coronavirus le vino como anillo al dedo no sólo a ya saben quien, sino a Trump, para decretar el estado de emergencia y reelegirse sin convocar a elecciones.

   Antes de publicar esto, el día anterior subió al grupo de Whatsapp de "Los sexalescentes" una foto espantosa, la foto de un embrión que parece un trozo de carne chamuscada, porque tiene trazos muy oscuros, seguramente de sangre coagulada. El embrión tiene el aspecto de un renacuajo que abre una boca enorme y tiene los dedos de las manos crispados, como queriéndose asir de algo. Es un embrión humano, quizá ya un feto, al que se le añadió el hashtag #ICANTBREATH, con idea de promover el movimiento "BLM"..."Babies Life Matters", en alusión a otro denominado "Black Life Matters". Esa imagen me perturbó. Los compañeros se hicieron de la vista gorda, las mujeres -todas mayores de sesenta años- lo ignoraron olímpicamente. Mejor hablaron de otra cosa. Buenos días ¿Cómo estás Ángela? Más o menos bien, ya me operaron. Que Dios te cuide.

   La intención de Ezequiel es muy loable, pero el mal gusto con que lo hace es aún más notable ¿Qué quiere que hagamos? No creo que ninguno de nosotros haya provocado el aborto de sus propios hijos o nietos ¿Qué clase de ideología es esa que lleva  a los progenitores a privar de la vida a sus propios hijos? Pues una muy parecida a la que se muestra ampliamente en la serie "El señor del castillo": el nazismo. Una de sus estrategias para "mejorar la raza (o la especie)" era la "eugenesia". Abortar, aplicarle la eutanasia a los enfermos incurables o a los adultos mayores de sesenta años, pues son "consumidores inútiles". O a los grupos humanos diferentes, como lo eran los judíos y los comunistas, "enemigos del estado". Lo curioso es que Ezequiel es partidario de Donald Trump quien, al parecer, es partidario de un "partido ario", pues es claro que aboga por la supremacía de la raza blanca, si es que se puede hablar de razas humanas. En otras palabras, en materia de elecciones, la opción para nuestros vecinos es elegir entre "el pinto o el colorado", pues tan malo es uno como el otro. Los comunistas (en el sentido peyorativo del término, pues realmente me refiero al capitalismo de estado que impera en algunos países del mundo acusados de ser "comunistas") también son estatistas, y, como me hizo notar El Chu-Chuy, es probable que Mao Zedong haya eliminado a más seres humanos que el propio Hitler.

   Cambiando de tema, al Chu-Chuy lo conocí cuando anduvo por nuestra época. Les cuento.  Era el año 9000 a.C. y el estrecho de Bering ya no era apto para transitar a pie o en los lomos de un animal de un continente a otro. Chu-Chuy, un Chamacoterus Erectus Pithecanthropus, era el último de su especie. El paleontólogo Guatemalteco Miguel Ángel Monterroso sabía de su existencia, debido a los vestigios que dejó en algunas cavernas de México, decoradas con las más bellas pinturas rupestres que se hicieron en este continente, las cuales fueron descalificadas por los paleontólogos españoles, quienes, celosos y temerosos de que éstas opacasen la gloria del Toro de Altamira, alegaron que eran apócrifas. La razón más contundente es que por ningún lado se encontraron los restos humanos del Chamacoterus Erectus Pithecanthropus, el eslabón perdido entre el homo erectus y el hombre de Cromagnon, especie a la cual pertenecía Chu-Chuy, quien vivía muy enojado al ver que los nuevos homínidos dejaban la práctica de la cacería y se dedicaban a cultivar la tierra, aprovechando que el clima se había vuelto templado. Comían frutas, semillas y legumbres y eran flacos y debiluchos. O gordos, panzones y flatulentos.

   Chu-Chuy podría haber sido uno de los más antiguos profetas hebreos, de no ser porque sus antepasados, que nacieron en lo que ahora es China, se trasladaron hacia América en la última emigración por las arenas de hielo, antes de que los dioses se enojasen y destruyesen ese puente intercontinental. Irritado, invocaba a los dioses en su caverna favorita, hasta que un día se le apareció un ser de luz. Era el Doctor Krek que venía del futuro a realizar una investigación sobre la dieta paleolítica, pues estaba convencido de que el hombre moderno se alimenta mal y por eso es decadente. En su opinión, el promedio de vida del hombre de las cavernas era superior al de las generaciones boomer, equis y millennial, porque aquel nada más comía carne y vegetales crecidos sobre la superficie de la tierra, en lugar de alimentos industrializados. Gran alegría les dio encontrarse frente a frente. El Doctor Krek no era terrícola, pues provenía del planeta LHS 1140b de la constelación Cetus. Cada vez que su planeta se metía entre la órbita de la tierra y de la estrella LHS 1140, aprovechaba para viajar a nuestro planeta y aterrizar en Chavarrillo, Veracruz, donde su especie tenía una estación interespacial.

   Y así como otros científicos entrenaban a chimpancés para manejar computadoras y comunicarse con los humanos o para conducir naves espaciales, el Doctor Krek entrenó a Chu-Chuy valiéndose de videojuegos terrícolas creados entre 1980 y 1995, entre los que destacaban Super Mario Bross, Street Fighter II, Marathon, Resident Evil y Silent Hill.

   Llegó el día en que el Doctor Krek había reunido toda la evidencia necesaria, entre la que estaba el testimonio de Chu-Chuy y decidió trasladarse al siglo XXI. Con todo el dolor de su corazón, se abstuvo de llevarse a su amigo mesolítico, pues la última vez que transportó a un homínido, un homo erectus, desde la prehistoria al segundo milenio de nuestra era, se arrepintió. Sucede que lo trasladó con su IQ y su anatomía al siglo XXI. No tenía desarrollado el lenguaje, sus manos no podían realizar mayores tareas. Acabó siendo un pordiosero. Afortunadamente era pacífico y no le dio por cazar humanos u otras especies. Vivía alrededor de los basureros y de las tiendas de campaña donde se hacían y vendían fritangas, donde comía desperdicios y lo que algún alma piadosa le obsequiaba. El Chu-Chuy se merecía algo mejor y no era seguro que el entrenamiento con videojuegos lo hubiese capacitado para sobrevivir dignamente en el siglo XXI.

   El Doctor Krek ni siquiera se despidió del Chu-Chuy. Abordó sigilosamente su nave, pensando que su amigo prehistórico dormía. Mientras el Doctor Krek se abrochaba el cinturón de seguridad, oprimía botones y movía palancas, Chu-Chuy dejó el control de su videojuego y corrió hacia la nave. Ésta, tras un resplandor de luz de turquesa trasparente, se esfumó. Pero el hoyo de gusano quedó abierto por un instante y Chu-Chuy, corriendo como el chiquillo que va tras de su padre, sin importarle que éste va a trabajar y él no se ha dado cuenta de que su hijo lo sigue imprudentemente, se metió a ese túnel del tiempo antes de que se cerrara y amaneció en Chavarrillo, a las diez de la mañana del dos de agosto del año 2019. Los alfareros del lugar lo confundieron con un extraterrestre y lo trataron con todas las consideraciones del mundo. Él, al ver que confeccionaban toda clase de esculturitas, alebrijes y utensilios, se sintió en un lugar muy acogedor. Los videojuegos le habían capacitado para hablar en inglés, español, francés, italiano, rumano, chino, latín, náhuatl y swahili.

     –¿Cacahuihui? –Le preguntó un alfarero.

    –Hakuna matata –Contestó Chu-Chuy–. Entiendo perfectamente el español.

   Después de intercambiar impresiones, Chu-Chuy preguntó por el Doctor Krek, ampliamente conocido en la región y le indicaron por dónde llegar. Pero lo previnieron, porque el carácter de este ser es voluble y a menudo cambia de domicilio. Probablemente estaría de misión en Xalapa, Veracruz. Así que le indicaron a Chu-Chuy el camino y le regalaron un molcajete con una tapa giratoria que se movía con una manivela de fierro, elemento que le fascinó, pues en el mesolítico no sabían cómo procesar el metal. Por otra parte, la piedra del molcajete era porosa, como dictan las tradiciones, y no como esas horrorosas piedras pulidas sin orificios que elaboran los cromagnones más jóvenes. Mientras encontraba al Doctor Krek, fabricaría harinas con granos ancestrales para aquellos seres decadentes, pero los convencería de que eran mejores las que se procesaban a base de fermentos. En el Egipto de Moisés habría tenido muchos problemas con esta técnica, pero en el México moderno no, puesto que en Chavarrillo había probado el pulque y la cerveza y le parecieron bebidas excelentes y se dio cuenta de que eran muy populares.

   Gran éxito tuvo entre los chairos, fifís y demás jipichis que habitan alrededor de las riberas del rio Pixquiac, desde Briones hasta Coatepec, quienes le compraron todos sus productos y con el dinero obtenido pudo rentar un pisito. Le llamaba la atención que para defecar, en lugar de reaprovechar los excrementos para abonar la tierra se usara un retrete. No le sorprendía que al oprimir un botón se encendiese la luz, pues eso ya lo había aprendido en el laboratorio de Krek y en los videojuegos. Incluso se compró un automóvil compacto. La capacitación del Doctor Krek había sido muy eficiente: Chu-Chuy sabía comunicarse con el hombre moderno, sabía comerciar y hasta manejar automóviles y computadoras. Lo que ambos ignoraban era que, al trasladar un prehomínido al siglo XXI y lograr que éste sobreviviese en las sociedades modernas con una calidad de vida digna dentro de los estándares modernos, la alteración en la línea del tiempo podría desatar el apocalipsis. Y, en efecto, un virus que vino desde China puso al borde de la extinción a la especie humana. El Doctor Krek estaba convencido de que el virus fue fabricado en un laboratorio de farmacéuticos sociópatas y ambiciosos que buscaban esclavizar a la humanidad vendiéndoles vacunas y placebos so pena de la vida, en tanto que la OMS desmentía esta teoría una y otra vez, pues alegaban que el virus saltó de una especie animal a la especie humana. Ninguna teoría era cierta; al menos, no al cien por ciento, pues el virus coexistía en los Chamacoterus Erectus Pithecanthropus y se extinguió cuando esta especie desapareció; pero, por una paradoja en la línea del tiempo, el Chu-Chuy lo trajo al siglo XXI. Las cosas sucedieron más o menos así: mientras que los palentólogos, para beneplácito de los arqueólogos españoles, no encontraban los restos del Chu-Chuy, porque éste vivía en nuestra era hacia el mes de agosto del año 2020, antes de trasladarse a Nueva Zelanda para encontrar la caverna que lo llevaría al centro de la tierra, a la entrada del hoyo de gusano y a la prehistoria, pasó por China, buscando la ciudad de Pekín, donde las leyendas que contaban los ancianos de la tribu decían que habían vivido sus antepasados. También las crónicas modernas hablaban de El hombre de Pekín. No encontró lo que andaba buscando; en parte porque Pekín ahora se llamaba Beijing, pero como tuvo que trasladarse a pie por el campo chino, no pudo resistir la tentación de cazar murciélagos, serpientes, pangolines y venderlos en el mercado de Wuhan o para alimentarse durante la odisea que habría de llevarlo a su Ítaca mesolítica.

sábado, 18 de julio de 2020

Hoy es un día especial para mí

Hola. Hoy es un día especial para mí, pese al encierro. He logrado publicar en papel mi novela "Veneno de nauyaca" que está disponible en:
relinks.me/6079875500
y los lectores españoles en:
La versión electrónica es la misma del libro en papel y ambas están revisadas y corregidas. Cuesta un poco más que la primera, la cual todavía está disponible en formato electrónico.
A veces he querido cambiarle el título; como, por ejemplo "La viuda del procurador" o "Afrodisiaco letal". Tal vez las versiones en lengua extranjera ya tengan otro. Es que, si bien la nauyaca es una serpiente más letal que la cobra, fuera del sur de México nadie la conoce, y en el sur de Veracruz incluso confunden el nombre de esta novela con la historia de un político, con la cual no tiene nada más que ver que el nombre "nauyaca".
El carácter ficticio no le quita verosimilitud a esta obra, la que es un retrato de la clase política mexicana lleno de suspenso, con algo de horror y de humor negro.
Si desean hacerle un regalo a alguien para que se entretenga durante su encierro o ustedes mismos se aburren y quieren probar algo distinto, aquí tienen una oportunidad para hacer algo placentero y quedarse en su casa.

miércoles, 15 de julio de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 30.

CRÓNICAS PANDÉMICAS.
CAPÍTULO 30.

Cadena de errores mezclada con ocurrencias.

   La palabra "ocurrencia" no me agrada, pues tiene una carga peyorativa aunque el diccionario de la RAE no lo diga. Pero a veces hay que usarla y con esa carga. Lo que pasa es que el error original del día de hoy partió de mí. Tenía que recoger mi auto del taller, y confiando en que el mecánico tenía una terminal para tarjetas bancarias, no tomé la precaución de sacar efectivo del cajero automático. El segundo error fue del mecánico, por llevarse a otro lugar el dispositivo para cobrar con tarjeta. La primera ocurrencia es de mi banco, pues fui a una tienda de conveniencia, donde a cambio de una compra, puedes retirar dinero, pero el banco "para mí seguridad", rechazó la operación. Y tuve que ir a la Plaza Crystal, la plaza donde el otro día aparecieron ocho infectados de covid entre los empleados. Como yo soy un fifí atípico, yo no compro ahí sino en la Plaza Ánimas, que está más lejos del taller y en este momento está cerrada por labores de sanitización. La Plaza Crystal es más bien para el "pueblo bueno".
   En este momento aprovecho para enviar saludos a mis lectores de Tabasco. Desde el primer capítulo advertí que estas crónicas se escribirían a vuela pluma, lo que, dicho de otra manera, equivale a decir muchas pendejadas. Pero también dije que uno de los ejes en torno a las que girarían estos escritos es a las hipótesis de Wilhelm Steinitz y Alfred Einstein relativas a la estupidez humana. Para ello, reconocí que soy humano y por tanto estoy afectado de estupidez. No se trata aquí de refutar tal o cual tratamiento contra el covid, ni siquiera de escribir cuáles son los síntomas. Eso ya lo hicieron en otra parte. Sí se le dará entrada a teorías de la conspiración, por su inmenso caudal de fantasía y credibilidad, de cuando en cuando me atreveré a hacer una crítica en materia de política económica, sin que pretenda competir con un premio nobel de la especialidad. Dicho de otra manera, éstas pueden ser mis últimas palabras y lamento no poder emitirlas con mas cuidado, pero también estoy haciendo lo que han hecho muchísimos artistas desde tiempos inmemoriales. Tengo a la mente a Boccaccio, del siglo XIV d.C., quien escribió su Decamerón para entretenerse él y sus acompañantes, mientras estaban encerrados a causa de otra cuarentena, la de la peste negra. Por cierto que él sobrevivió a esa pandemia y a tres años de terminada publicó esta obra, la cual también fue sometida a la censura de su tiempo. Se le obligó a quemar todos los ejemplares publicados; pero, de alguna manera, uno de ellos quedó escondido en algún librero y llegó hasta nuestros días, burlando el celo del inquisidor.
   Retomando el asunto de la plaza Crystal, para poder retirar dinero del cajero automático tuve que estacionar mi auto dentro de la plaza. Para salir, me topé con otra ocurrencia: ya no hay empleados que hagan el cobro a la salida, pues la tarjeta se tiene que pagar en otro sitio. Ningún anuncio visible dice dónde, de modo que entre al súper, armado con mi doble cubre bocas, por el área de la panadería, con ánimo de comprar unos panes para la cena, pues ya anochecía. Las filas para comprarlos eran bastante largas, de modo que me metí a las entrañas del almacén a comprar algunas cosas rápidamente. Como estaba cerca del área de lácteos, tomé una barra de mantequilla y otra de queso de cabra. De ahí, alimento para el gato y unas galletas saladas. Corrí al área de cajas. Había varias filas interminables e inamovibles. Me coloqué en la de menor longitud. Guardando el famoso metro de "Susana Distancia". Poco a poco, muy lentamente, me fui acercando al área de cajas. Ya estando próximo a mi turno, llegó un joven sin cubre bocas a pedirme permiso para pasar a pagar su ticket de estacionamiento. Por supuesto que me negué, pero él se metió a la mala y le cobraron el ticket. En ningún lado decía que uno podía pasar directamente a cajas a  pagar el estacionamiento. Pero el colmo fue que, al salir del almacén con rumbo al sitio donde dejé mi auto, apareció medio escondida una máquina traga monedas (sin ningún aviso que indicara que era para pagar el estacionamiento), que podría ser para pagar el dichoso ticket. 
   Yo tenía que llegar al taller mecánico antes de las ocho pm y llegué a las nueve y veinte. Ya estaba cerrado. Tomé el teléfono y llamé al mecánico. Acababa de cerrar y se fue, pues pensó que yo ya no iba a regresar. Pero estaba cerca, de modo que lo esperé. Mientras, llegó un tipo flaco, mal vestido y con ropas sucias y se paró en la esquina de enfrente, pero cerca de mi auto. Tosió y lanzó un esputo al suelo. Afortunadamente yo traía mis dos cubre bocas y camisa de manga larga. Pero un joven de esos que como no ven al virus creen que no existe, pasó junto a él al poco de haber estornudado. Pasaron dos patrullas de policía con las sirenas encendidas buscando a alguien. Pensé que se llevarían al clochard, pero andaban buscando a alguien que estaba más lejos. En eso, un automóvil guinda dió la vuelta en "u". Era el mecánico. Se disculpó, me disculpé, más bien me desahogué, le pagué. Ví con alivio que el clochard, un zombie pandémico, ya no estaba cerca de mi auto. Abrí la portezuela, me subí, arranqué y me fui de ahí. El auto quedó suave como la seda. Me fui pensando en que algunas estrategias para combatir la pandemia son simples ocurrencias que contribuyen a hacer más grande el problema.

lunes, 6 de julio de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 29.

Crónicas pandémicas.
Capítulo 29.

   Me llegó un video, compartido por mi cuñado, experto en propagar fake news, donde un adulto mayor ecuatoriano denunciaba a Dan Patrick, vicegobernador de Texas, Christine Legarde, Directora del Banco Mundial Europeo y ex directora gerente del FMI, y a Taro Aso, Ministro japonés de Finanzas, donde los tres  de alguna manera manifestaron su deseo porque las personas mayores de sesenta años se den prisa para morir, a fin de que la economía mundial y de sus países esté "sana". Además de calificarlos de "hideputas" (palabra empleada, según él, por Cervantes en El Quijote de la Mancha), los califica de depravados, degenerados, criminales, fascistas y nazis. Conociendo la debilidad de mi cuñado por las fake news, investigué un poco y esto es lo que encontré:
Dan Patrick dijo "Los que tenemos 70 años o más, nos cuidaremos nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país" (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52043274)
En la escuela de Derecho me enseñaron que el bien jurídico más precioso es la vida. Pero para Dan Patrick es "la economía". Y, aunque tiene la decencia de decir que él sí se sacrificaría por su país, de manera indirecta está admitiendo que "hay vidas que estorban", con lo cual se enrola en las filas de los nazis: para los nazis los judíos y los comunistas tenían vidas que debían ser exterminadas, al igual que los pro-aborto, (pues el embrión o feto a abortar también es una vida "que está de sobra"). Y el exterminio es un delito de lesa humanidad, según las normas jurídicas internacionales en materia de Derechos Humanos.
   De Christine Legarde encontré que ella no lo dijo directamente. No hay pruebas de su dicho. (https://maldita.es/malditobulo/2020/04/04/christine-lagarde-tenemos-que-hacer-algo-ya-ancianos-viven-demasiado-y-es-un-riesgo-para-la-economia-mundial/)

   Pero el FMI sí dijo que la prolongación de la esperanza de vida acarrea costos financieros, para los gobiernos a través de los planes de jubilación del personal y los sistemas de seguridad social..." (Ver el recuadro "Observaciones fundamentales" que está líneas abajo).
   De modo que también el FMI ve a la longevidad como un riesgo para la economía. De ahí los teóricos de la conspiración plantean la hipótesis de que el COVID19 fue creación de laboratorio por encargo del FMI durante la gestión de Christine Legarde para exterminar principalmente a adultos mayores de 60 años. Yo no lo afirmo ni lo niego, por no ser hechos propios, pero dicen que "cuando el rio suena, es porque agua lleva".
   El que sí lo dijo con todos los puntos sobre las íes fue el Ministro japonés de finanzas Taro Aso:, pues lo dijo más claro que el agua de un lago sin cieno: "que se den prisa por morir". (https://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/22/internacional/1358870209.html)
Ya que él tiene 70 años, que ponga el ejemplo y se haga el harakiri, y que lo haga ante medios de comunicación, para que quede claro que así recuperó su honor. En cambio, Dan Patrick, que se vaya a Siria a combatir como soldado de infantería, para que muera como héroe.
 Todas estas fregaderas de bajarle la pensión a los adultos mayores o de plano exterminarlos, provienen del año 2012.
   En Veracruz javier duarte de ochoa trató de implementarlas, como puede verse a lo largo de este blog en las entradas del 2014 al 2016 (razón por la cual mi blog aún sigue "filtrado", pues mientras otros publican banalidades y tienen miles de visitas al día, acá tenemos que batallar mucho para conseguir unas mil al mes, con censuras por parte de Facebook y ataques de trolles, quienes sí me pueden ofender sin que la red social se percate de que éstos sí están violando sus normas comunitarias). Así es la vida en la era de las postverdades y del mundo al revés.
   La verdad es que, al menos en el caso de Veracruz, el Instituto de Pensiones del Estado (el IPE) fue saqueado por años a la par que las instituciones dejaban de contratar de base a su personal. Conozco bien el caso de la Universidad Veracruzana y de la Secretaría de Cultura del Estado de Veracruz. Esta última, para no dar derechos a los trabajadores artísticos, los tenía como becarios eternos. Hasta que se morían de tristeza o desesperación; es decir, al reducir las contrataciones de base y saquear al IPE lo llevaron al borde de la quiebra. Incluso la misma Universidad Veracruzana fue saqueada en tiempos de javier duarte y estuvo a punto de parar actividades por falta de recursos económicos. Entonces, no es que los adultos mayores seamos una pesada carga, sino que los gobiernos sangraron los sistemas de seguridad social cual vampiros con sed insaciable y así cualquier sistema es insostenible. Y ahora querer que se mueran los adultos sanos mayores de sesenta años para poder paliar tamaño desastre es de un cinismo desvergonzado. Por eso el adjetivo hideputas les viene como anillo al dedo.
   Otra cosa es la muerte asistida para quien la desea o ya está convertido en un vegetal. Es algo que en muchos países no se permite (si es que se permite en algún lado). Y en México desde hace muchos años no se permite, pero los sistemas de seguridad social se niegan a atender a estas personas (lo digo porque me consta) siendo que deben ser atendidos de manera particular, ya sea con sus ahorros, ya sea con dinero de la familia. A estas personas sí se les debe permitir una muerte asistida siempre y cuando sea su voluntad. Privar de la vida a otro, al menos en los códigos penales mexicanos, es cometer el delito de homicidio. Y hacerlo a gran escala, es exterminio o genocidio. Si la hipótesis de las teorías de la conspiración fueran ciertas y se descubriesen autores materiales e intelectuales de la creación, entrenamiento y/o propagación no sólo del COVID19, sino de otros que ya han aparecido y otros por aparecer, se les debería juzgar en una corte como la de Nurenberg, en la que se juzgó a toda la élite nacional-socialista alemana (la jerarquía nazi, pues).



  

lunes, 29 de junio de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 28.

CRÓNICAS PANDÉMICAS.
CAPÍTULO 28.

   Hace un calor insoportable. Si bien estoy en una ciudad inmersa en un bosque subtropical de altura, me siento como en el Sahara. Quizá es a causa de la nube que viene desde África. Ojalá y no traiga chupacabras ni galanes árabes, como lo desean algunas ingenuas amigas mías. Lo que sí puedo hacer es aprovechar el fenómeno natural para sacar unas macetas vacías y esperar a que se llenen con las arenas africanas, pues ya se me acabó la tierra y quiero sembrar unas acelgas, pues no me gusta estar saliendo al súper a comprarlas. Es que los xalapeños, pese a habernos portado bien con Susana Distancia ahora estamos en semáforo rojo mientras que tanto en la Ciudad de México como en el Puerto de Veracruz están en semáforo naranja. Como dice la canción “para qué sirve ser bueno, si se ríen en tu cara”.
   Siempre que viajo a la Ciudad de México desde Veracruz tengo que pasar por Chalco, y cuando voy manejando, me gusta entrar por la Avenida Ixtapalapa como atajo. Pero aún viajando en autobús, desde que me voy acercando a la Ciudad de los Palacios, a mano derecha aparecen dos enormes cerros. Uno de ellos es natural, pero está lleno de basura por dentro. El otro es artificial, es un relleno sanitario construido para suplir al natural, que ya se llenó. Son del mismo tamaño. Lo que sucede es que millones de capitalinos generan billones de toneladas. Pero el uso de esos cerros es perceptible nada más para un ojo analítico, pese a que cerca del cerro natural hay unos depósitos enormes para recoger el gas metano mezclado con dióxido de carbono. Cualquiera diría que son depósitos de petróleo, pero no. Están pintados con pintura plateada y franjas azules desde hace décadas. No tienen el logotipo de PEMEX. Esos gases los produce la basura orgánica al descomponerse y son bastante peligrosos.
   Más impresionante es ingresar a Ixtapalapa a media noche y ver los contenedores de plástico llenos de basura, apilados unos encima de otros, hasta formar laberintos con muros de plástico y basura tan altos como un edificio de ocho pisos. Tampoco es agradable la huida de aquel infierno cuando viene uno de regreso al trópico en el Eje Seis con rumbo a la Calzada de Zaragoza a plena luz del día: son hectáreas de terrenos baldíos llenos de basura. Basura, basura y más basura: llantas de automóvil ponchadas, latas de cerveza vacías, envolturas de botanas y alimentos chatarra, frascos llenos de cucarachas, montañas de pet, ratas pululando entre el tiradero, perros callejeros infestados de parásitos, pañales desechables usados, condones y toallas femeninas, latas de sardina o de atún sin más contenido que la mugre, algún sofá destartalado y demasiada miseria: muchos lotes están ocupados por ejércitos de seres humanos sin casa propia ni dinero para alquilar una vivienda. Sus hogares son tiendas de campaña hechas con telas de hule barato y algunos palos o fierros para sostener esos frágiles y mugrosos toldos. Así es la bienvenida y la despedida que la orgullosa capital de la República Mexicana nos da a los provincianos que venimos del Oriente.
   No hay que tomárselo tan a pecho ni tan a la trágica, pues el buen humor ayuda a mantener un sistema inmunológico fuerte y ésta es la mejor defensa contra cualquier agente patógeno, incluido el COVID 19.
   –Hola Fernando ¿Me llamaste?
   –¿Quién habla?
   –Yo. El COVID19.
   –¿Y a ti quien te invitó? Llegaste antes de lo previsto.
   –Claro, al que madruga Dios le ayuda.
   –No por mucho madrugar amanece más temprano.
   –Por supuesto. Pero yo me he deleitado con las muchachas que vienen a hacer jogging y tú ya no verás nada. Sé que, al igual que yo, te quieres reproducir dentro de ellas.
   –No cabe duda de que cada cabeza es un mundo. Yo me reúno contigo contra mi voluntad y tú vienes a presumirme con tus conquistas. Vienes a hablar de la soga en la casa del ahorcado. Sabes que a causa de mi edad ya no puedo jugar con ellas al juego de las ninfas y los sátiros.
   –Es un ejercicio agradable y deberías hacerlo, así me facilitarías las cosas, en vez de estar encerrado y tomando vitaminas. Yo diría que es un ejercicio bastante inspirador: imágenes en movimiento, gente exponiéndose al contagio creyendo que fortalece su salud.
   –Quizá mañana me levantaré más temprano, para comprobarlo. ¿Qué opinas de este cubre bocas que me vendió mi nuera china? Es un KN95. Y lo refuerzo con este otro que hizo Claudia Pensado.
   –Son de muy mal gusto ¿Ya resolviste tu asunto?
   –¿Cuál?
   –El de la herencia. ¿O vas a dejar tus bienes intestados?
   –No. Ese asunto me mortifica. Tuve una charla con el notario.
   –¿En persona?
   –Fue una video llamada.
   –¿Y qué dijo?
   –Que si quieres excluir a alguien de tu testamento debes agregar la frase “lo desheredo por ingratitud”. De lo contrario, tus descendientes lo pueden impugnar.
   –¿Y se puede saber a quién vas a desheredar?
   –Qué te importa.
   –Ya sé, a tu hijo el millennial. Porque no cree en tus teorías de la conspiración.
   –Lo de los terremotos provocados por el fracking no es teoría de la conspiración.
   –Como tampoco las teorías de que el gobierno chino me fabricó ex profeso, ja ja.
   –Me ofendió mucho. Yo sospecho que a ti te entrenaron en un laboratorio para interactuar con las células humanas.
   –Y tu hijo te dijo “cómo eres pendejo”, ja ja. Pero no olvides que el que da y quita con el diablo se desquita. Yo prefiero ser tu verdugo, no me gustaría que murieses a manos de tu hijo. Me gusta que, aunque los humanos se mueran de otra cosa, los forenses digan que yo los maté.
   Fernando Iturbide Senior tomó un recipiente con Lysol Aerosol y lo accionó empapando al virus sin consideración alguna, el cual se derritió como el hielo en el Sahara. El abogado empezó a ver una luz al final del túnel. Una luz de esperanza. Se acordó de sus amigos Laura y Jaime, quienes planean festejar los 20 años del grupo de danza Epifanía con una nueva versión del performance “Luz de esperanza”, el que estrenaron poco después del once de septiembre del 2001. Pero esa nueva luz se debía a que al final del túnel venía Darth Vader con una espada lasser encendida. Era su nietecita disfrazada con ese atuendo. Fernando se rió de la situación, pues parecía un meme del Whatsapp. Tomó a su nieta, la cargó y salió al patio a ver si la arena del Sahara ya había llenado las macetas.



martes, 23 de junio de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 27.


CRÓNICAS PANDÉMICAS.
CAPÍTULO 27.

    Estaba revisando los elogios que me llegaron por escribir el capítulo 26 de estas crónicas, sentado en el retrete, haciendo algo serio, cuando una especie de mareo me llegó. De repente empezó a tronar la estructura de la casa.
   –¡Está temblando! –gritó mi hijo.
    Observé el agua del retrete y ésta brincaba, como si tuviese un pequeño huracán. Me aseé rápidamente, deseando que no se cayese la casa en ese momento y salí rápidamente a la calle, aún en piyama. Mi familia ya estaba en la calle, al igual que varios vecinos. No había duda. Se sintió una especie de mareo por espacio de un minuto y medio, pero los postes de las mufas de la electricidad ya no se movían. El susto había pasado. Ahora a googlear ¿Dónde fue? Otra vez en Oaxaca, un sismo de 7.2 de la escala Richter.
   Se me apareció Fernando Iturbide, el último abogado de Javier Berlanga. Más que asustado, estaba muy enojado.
   –¡Qué no se dan cuenta de que estos sismos están provocados por la actividad humana!
   –No papá –Dijo Fernando Iturbide junior. Son normales.
   –No sabes lo que dices. El fracking, la minería a cielo abierto y la extracción indiscriminada de petróleo socavan los soportes y los amortiguadores de las placas tectónicas.
   –Eso no es cierto, lo que pasa es que México está dentro del cinturón de fuego.
   –Sí, pero antes no ocurrían los sismos con tanta frecuencia.
   ­–Pues si los últimos fueron hace cuatro años.
  –Precisamente por eso lo digo: en 2017 hubo dos muy fuertes, con casi un mes de separación entre uno y otro.
   –Uno fue la réplica del otro.
   –Y antes los sismos estaban más espaciados: el que tiró en Ángel de la Independencia fue en 1956, luego hubo otro muy fuerte en 1972, de ahí del de 1985 y ahora a cada rato.
   –Es que también hay nuevas explosiones solares y la luna ha cambiado de posición. Y en la falla de San Andrés, California, a cada rato tiembla.
   –De nuevo me das la razón: Roman Polansky, en la primera película de China Town, hace mención de una serie de terremotos inusuales en California debidos a la extracción desmesurada de petróleo.
   –No lo creo.
   ­–No lo crees, porque eres un millenial a quien televisa le controló la mente durante sus primeros quince años, y después Bill Gattes.
   –Ahora vas con Bill Gattes, luego saldrás con que la tierra es plana.
   –Los que creen que la tierra es plana no somos los boomers. Como toda la vida has vivido con la mente controlada y en una situación de desastre ambiental y de denegación de derechos humanos piensas que siempre ha sido así y que así está bien.
   –¿A poco antes estaban mejor las libertades humanas?
   –Por lo menos no había tanto peligro.
   –Ustedes vivieron en la Guerra Fría atemorizados por una conflagración mundial.
   –Y ahora a eso hay que añadir el derretimiento de los casquetes polares, la destrucción de las selvas, el envenenamiento de los mantos freáticos y los sismos provocados por el fracking, la extracción de petróleo, de agua y el programa H.A.A.R.P. ¡Ah! y la tecnología 5g. Chéca lo que dice este youtuber:
https://www.youtube.com/watch?v=tbtU-Mz6xZE
   –Ya enloqueciste viendo tanto video conspiranoico.
   –¿Qué es el programa H.A.A.R.P.? –Preguntó Laura, la esposa del abogado.
   –Explícale a tu mamá. Yo me voy.
   –Esa es otra teoría de la conspiración.
   –Bla bla bla tus ideas están equivocadas no quiero oír bla bla dijo Fernando Iturbide Senior, mientras ascendía por las escaleras de la casa, pisando con furia cada escalón.
   –Mira mamá –Dijo Fernando Iturbide Junior y googleó H.A.A.R.P. en su celular y apareció la siguiente información:
   «High Frequency Active Auroral Research Program o HAARP —en español: Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia— fue un programa financiado por la Fuerza Aérea y la Marina de los Estados Unidos, la Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA) y la Universidad de Alaska.​ Su objetivo fue estudiar las propiedades de la ionosfera a fin de desarrollar y mejorar la tecnología que utiliza sus propiedades para transmitir las radiocomunicaciones y su uso en los sistemas de vigilancia estratégica, como por ejemplo, los sistemas de detección de misiles. Las actividades del programa se realizaban en la Estación de Investigación de HAARP (en inglés, HAARP Research Station), una instalación situada cerca de Gakona, en Alaska.»
   –Ya lo dijeron Steinitz y Einstein: la estupidez humana no tiene límites.
   En otra dimensión, el multicampeón del mundo de ajedrez E. Lasker observaba una partida de ajedrez entre su amigo Alfred Einstein y su rival Wilhelm Steinitz.
   –Yo dije que la inteligencia humana es limitada, pero su estupidez es infinita –Dijo Steinitz.
   –Y yo dije que sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, pero de la primera no estoy seguro –Dijo Einstein.
   –No toques esa torre Alfred, o Wilhelm te dará mate en ocho jugadas –Dijo Lasker, mientras encendía un puro y les tiraba el humo en la cara sin la menor consideración.
   –Yo lo dije primero –dijo Steinitz.
   –Pero yo lo demostré con límites más amplios.
   –Yo puedo refutar las teorías de los dos –dijo Lasker–, excepto en lo que concierne a la estupidez humana.
  –Me parece que es empate. Pero dale las gracias a tu amigo, pues ya te ibas a equivocar. Los mirones son de palo –le dijo Steinitz a Lasker, algo enojado, pues por su culpa un aficionado al ajedrez le había sacado un empate.
   Los dos jugadores acordaron tablas y se estrecharon la mano. En seguida Lasker destapó una botella de Tokay que le habían regalado en el último torneo que jugó en Hungría. Tomó tres vasitos de cristal cortado de Bohemia y los llenó. Los tres brindaron a la salud de la estupidez humana. Fernando Iturbide Senior cambió de opinión y desciende unos escalones para continuar con sus alegatos.
   –Gracias al programa H.A.A.R.P. ocurrieron los sismos de Chile y Haití en el 2010.
   –¿Y cómo funciona esa chingadera? –preguntó Laura.
  –Dice la Wikipedia que «El dispositivo principal de la Estación HAARP es el Instrumento de Investigación Ionosférica IRI, acrónimo de su nombre en inglés Ionospheric Research Instrument, un potente radiotransmisor de alta frecuencia que se emplea para modificar las propiedades electromagnéticas en una zona limitada de la ionosfera. Los cambios que ocurren en la zona modificada son analizados mediante instrumentos diversos, como radares en las bandas de radiofrecuencia UHF y VHF, sondeo digital, y magnetómetros de saturación y de inducción.» -dijo Fernando Iturbide Junior.
   –Eso y la tecnología 5g –dijo Fernando Iturbide Senior.
  –¡Cállate! No me interrumpas. Sigue diciendo la wiki que «La Estación HAARP empezó a funcionar en 1993. El IRI actual opera desde el año 2007 y su contratista principal fue BAE Advanced Technologies. Hasta 2008, H.A.A.R.P. había gastado aproximadamente 250 millones de dólares, financiados con impuestos para su construcción y costos operacionales.»
   –2007. Horario de verano, huracanes, tsunamis, terremotos, derretimiento de casquetes polares. Desde 1993 ha aumentado la frecuencia y la magnitud de esos desastres.
   –Por eso perdiste el juicio contra el gasoducto, porque no entiendes su finalidad, la que te parece enigmática porque tienes poco conocimiento científico –dijo Fernando Iturbide Junior.
   –Yo entiendo que el tsunami de 2004 fue algo nunca visto. Y que el paisaje de Oaxaca parece la superficie de otro planeta, a causa del abuso de la minería a cielo abierto. Digo, el agua y el petróleo sirven de base o de amortiguadores a las placas tectónicas.
   –En eso tal vez tengas algo de razón, pero el humano no es tan poderoso como para hacer tanto desastre.
   –¿No será que ayer maté una cucaracha? –Dijo Citlali, la hermana de Fernando Iturbide Junior.
   Todos se quedaron helados: Citlali es tan espiritual como su amiga Deyanira, la experta en Danzas Árabes. El que una persona espiritual y vegana e incapaz de matar una mosca haya privado de la vida a un pobre ser invertebrado que buscaba comida o abrigo, es algo imperdonable para el universo. Por eso “ellos” nos mandaron el coronavirus y los temblores, para exterminarnos y acabar de una buena vez con todos nuestros pecados.
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lunes, 22 de junio de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 26.

CRÓNICAS PANDÉMICAS.
CAPÍTULO 26.

   Pedrito vivía en la zona más árida de la Huasteca Potosina. Sus padres emigraron al norte, en busca del sueño americano. No quisieron exponer a su hijo a los peligros que conlleva el cruzar el río Bravo de manera ilegal. Pedrito no sabe si llegaron con vida a ese paraíso o si cambiaron de rumbo y acabaron en el paraíso celestial. Ninguna de las dos ideas le agradaba, pero lo hería aún más una tercera: lo dejaron en la casa de la tía porque les estorbaba, porque no lo querían. Para el caso, daba lo mismo: estaba solo, la tía tenía que trabajar y por las noches se iba horas y horas con el novio. A menudo regresaba poco antes del amanecer.
    Lo bueno de los campos desérticos, en la opinión de Pedrito, es que eran canchas de futbol al natural. Dos pares de árboles secos eran las porterías. A él y a sus amigos no les importaban las piedras y los trozos de grava que endurecían la cancha y sacaban sangre en cada lance debido a una caída violenta, fuese una barrida, una atajada del portero o el resultado de una zancadilla fraudulenta.
   Él era el Chicharito, Juan era Messi, Martín, era Pelé; Salvador era Maradona y el novio de la güera María era Piqué, pues cada uno de ellos era un crack, de los mejores de cualquier época.
   Todas las tardes se reunían después de las cuatro, a dos horas de haber comido, para evitar la congestión, si bien a veces no hacía falta tomar tantas precauciones, porque la comida era frugal, cuando la había. Jugaban hasta que el sol se ponía grande, anaranjado rojizo y el paisaje se tornaba de un color pardo oscuro, como si fuesen las estepas del infierno iluminadas por grandes fogatas y ellos unos diablillos jugando al calor de esa atmósfera. No importaba que no hubiese agua para bañarse, ni siquiera para limpiarse los raspones. La tía siempre dejaba un sartén de frijoles refritos y otro con quelites salteados. Con eso y unas tortillas recalentadas en el comal era más que suficiente.
   El futbol era algo mágico, el futbol lo llenaba de alegría y de energía positiva. Algún día sería grande; y, tras de jugar en la tercera fuerza municipal, iría ascendiendo hasta jugar en un equipo de Primera División. Y, ¿por qué no? ¡Sería seleccionado nacional y defendería con orgullo los tres colores de la bandera nacional! Lo contrataría un equipo internacional y con el dinero recibido haría excavar pozos a los que se les extraería el agua con bombas eléctricas, haría construir canales, molinos, silos, un estadio de futbol, hospitales, mercados, escuelas y así San Juan de los Peñascales sería un lugar próspero y sus padres ya no tendrían que trabajar en el norte. Regresarían a casa y la familia se reuniría de nuevo. Pues no había nada más sagrado para Pedrito que la familia. Pero llegaron los tiempos del COVID19. Él no quería creer que el virus fuese algo cierto: si él no lo veía, éste no existía. Nadie se murió del maldito virus en San Juan de los Peñascales. Pero algunos amigos dejaron de ir a los partidos. Al poco, ya nada más quedaban tres, quienes tenían que conformarse con jugar a “el que mete su gol, para”. Cada vez que Pedrito se cansaba de patear la pelota, anotaba y pasaba a defender la portería. Pronto quedaron dos. Lo mejor que podían jugar era a ganar una serie de penalties. Eran Pedrito y Juanito, el novio de María.
   Pedrito nunca supo si Juanito se aburrió o en su casa lo encerraron sus papás para ponerlo a salvo del virus. Las canchas habían vuelto a ser lo que siempre habían sido: unos páramos inhóspitos, sedientos e infinitos. Sin las voces de los adolescentes, al final del atardecer la sierra se veía triste y oscura. La tía también se encerró. Pero se encerró con el novio. Pedrito sólo escuchaba el rechinar del catre durante diez o quince minutos y después un silencio de cuatro horas, hasta que el catre volvía a rechinar. Otras veces, la tía se iba con el novio.
   –Ya sabes dónde están las tortillas, los frijoles y los quelites. Enciende y apaga con cuidado la estufa. Me voy de compras a la ciudad.
   El viaje a la capital le tomaba dos días. Pedrito se quedaba solo, sin sus padres, sin sus amigos, sin el futbol. Tal vez sus padres habían muerto ahogados en el río Bravo. O los habían asesinado en los Estados Unidos. Era lo más probable; porque, al menos su madre sí le escribiría una carta o les mandaría una remesa, como lo hacen los padres de Salvador.
   Pedrito se reuniría con sus padres sin esperar a que acabase la cuarentena, la cual parecía infinita. Aunque el sol ya tiñe de rojo al horizonte, aún se puede ver algo en aquel páramo solitario. Pedrito se acerca al pozo. Tira de la correa hasta que la cubeta queda fuera, y con un cuchillo la separa de la cuerda. Después separa a ésta del travesaño del pozo y se la lleva a casa. Se sube a una silla, la hace girar, la lanza, falla una y otra vez hasta que logra pasarla al otro lado de la viga. La amarra fuertemente. Con el otro extremo ata el lazo que habrá de quitarle la vida. Antes de suicidarse, escribe en un papel “perdóname tía. Pero no soporto vivir sin mis padres y sin el futbol”.

domingo, 14 de junio de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 25.


   Me he retrasado con la entrega de estas crónicas. 
   Mi equipo ha estado demandando actualizaciones, so pena de dejar de ser funcional. Independientemente de mi campaña contra los revisores y encargados de la censura en el fésibuc y sus consecuentes crackeos, algo pasa. Resulta que casi de inmediato a la publicación del capítulo 15, a mi correo electrónico llegó un mensaje de seguridad, que si yo había accedido a mi cuenta desde el convento de Churubusco. Y lo más extraño es que quien intentó acceder a mi cuenta lo hizo en el año de 1847. Cada día están más locos los robots del internet y de las redes sociales. Tuve que cambiar el sistema operativo de mi computadora y mis contraseñas. Por más que hice respaldos por aquí y respaldos por allá, hubo programas que dejaron de funcionar porque se desconectaron y había que volver a instalarlos. Todo eso, más la contraseñitis aguda y los tarjetazos bancarios.
   La señora de las tortillas oyó mis mensajes telepáticos y ayer se presentó a vendernos sus hermosas tortillas hechas a mano, como las sabe hacer una mujer de las de antes, más sus indispensables tlacoyos de frijol. Mi mujer también hizo frijoles y abrió una lata de chilorio marca Doña Chata que yo compré en marzo, para cuando la crisis pandémica estuviese en su momento más crítico y no andar saliendo a comprar a cada rato. Estaba muy sabrosa. El problema es que antes de comer, tras dos meses de veda respecto a los productos de la señora de las tortillas, me hice un taco con queso de cabra y devoré uno de sus tlacoyos. El chilorio, desde luego que me lo comí con tortillas y lo acompañé con una cerveza bien fría, la que al entrar a mi estómago de inmediato hizo gases y me inflé. Como ese día salí a comprar algo, pensé que ya me había dado el virus, porque me dolía horrible a la altura del diafragma. La solución fue salir a caminar -enmascarado con el cubre bocas y el protector que me vendió la compañera de la Facultad de Leyes- y me fui a caminar desde el panteón de Palo Verde hasta el centro de Xalapa. Cada cien metros me asfixiaba a causa de los cubre bocas, pero no podía quitármelos por mucho tiempo, porque cada cien metros había seres humanos. Algunos hasta estaban ocultos tras de una puerta, pero se asomaban cuando yo pasaba por ahí. Anteayer ensayamos con los integrantes del grupo de danza de mi esposa, para hacer una presentación con idea de celebrar el fin de la cuarentena. Creo que el espíritu de Beethoven nos ayudó a hacer bien las cosas.
   –En efecto –dijo Ludwig–, la pandemia a mí también me jodió los festejos. Espero que para el 16 de diciembre puedan festejar mi cumpleaños con una hermosa función en un teatro sin invitar a Susana Distancia.
   –Hablando de eso –dijo una de las bailarinas–, cuando López Gatell dijo que las funciones de teatro o danza iban a tener cincuenta espectadores, los artistas escénicos se pusieron muy contentos.
   Examino mi celular y veo una noticia cuyo encabezado dice “Es hora de romper con Surcorea: hermana de Kim” y veo una mujer que no se parece a Kim Kardashian, de la cual soy fan. Y es que no se trata de la hermana de la hermosa morena sino de la de Kim Jong-Un. ¿Pues a poco tienen relaciones? Yo pensé que estaban peleados desde antes de que yo naciera. Y dale con la Guerra Fría. Yo empecé estas crónicas citando una frase de Einstein que hace alusión a la infinitud de la estupidez humana, frase parecida a otra que emitió W. Steinitz, campeón mundial de ajedrez en el siglo XIX, quien a su vez lo dijo así: “La mente humana es limitada, pero la estupidez humana es ilimitada”. En plena lucha contra un virus desconocido (pero que tal vez fue creado o manipulado en laboratorios) Trump por un lado, la hermana de Kim por otro, los fifís por acá, los chairos por allá, todos preocupados por darse en la torre, en vez de quedarse en sus casitas y fortalecer su cuerpo y su espíritu alimentándose bien, haciendo ejercicio, tomando vitaminas y leyendo mis Crónicas Pandémicas.
   En otras palabras, el hecho de pensar que el COVID19 así como el virus del SIDA fueron creaciones de laboratorio de “inteligencia militar” me pone los cabellos de punta. En primer lugar, porque “inteligencia militar” es un oxímoron. Recurrir a las armas quiere decir que no se tuvo la inteligencia para resolver los conflictos de interés de una manera menos destructiva. Y luego, que para ganar la guerra, se suelten “bichos” como el ántrax, el SIDA o el COVID19. O que me censuren la cuenta del féisbuc por insinuar que así lo hicieron. Desde luego que yo no tengo las pruebas, sólo externo mis sospechas y mi malestar contra la situación. Pues yo sí considero que el ser humano es capaz de volarse la tapa del cráneo con una explosión nuclear para demostrar su superioridad sobre las otras especies.
   Una cosa que me impresionó es que, antes de ensayar con el grupo Epifanía, me presenté a la escuela de mi esposa para asearlo un poco y regar las plantitas que, aunque son de sombra, tras dos meses de estar sin agua, estaban a punto de marchitarse. De por sí yo estaba triste porque no venía la señora de las tortillas, y también porque el local donde compro el café de Huatusco estaba cerrado en día y hora hábil (mala señal). Pero lo que más me mortificó es que el tendero de al lado siempre recogía los recibos del agua y luz de los dueños del edificio o de los otros vecinos y ví que había llegado el recibo del agua. Me dirigí a su tienda, y en vez de ver la nevera puesta como barrera para mantener la sana distancia, como fue la última vez que me atendió, ahora la puerta de acceso estaba libre y la tienda la atendía un muchacho mucho más joven. Todavía pregunté por el tendero y el muchacho me vió con cara de what. Al poco tiempo llegó uno de los inquilinos para informarme que él había comprado la tienda.
   Son las cosas a las que habrá que acostumbrarse cuando todo esto acabe: muchos negocios o estarán cerrados, o cambiaron de dueño. Un amigo me compartió un video de un youtuber de nombre Estulin, quien, tras una explicación de cerca de dos horas, aderezada con espectacularidades conspiranoides que ponen en riesgo su credibilidad, da unas recomendaciones bastante sensatas para enfrentar la crisis económica post pandémica que se avecina:
   Mientras varios estados del país ya regresaron al semáforo naranja, Veracruz, que antes era de los que tenía pocos casos de COVID19, va al alza. En 25 municipios la cosa está de color de hormiga. Y Xalapa está en esa lista. Veo la noticia pero la tapa un anuncio del panteón “Jardines del Recuerdo”. Casi les faltó hacer una oferta: “compre dos nichos por el precio de uno”, pero así no se hace el marketing de los panteones ni el de las funerarias. Tienen que ser muy respetuosos con el dolor humano. El caso es que estamos hablando del semáforo en rojo y de 25 municipios veracruzanos en los que está aumentando el número de contagios por COVID19. Mi nuera se quejaba “uno encerrado desde hace dos meses y por gente inconsciente la pandemia sigue su curso y la cuarentena nunca se va a acabar”. Yo lo ví ayer que salí a caminar: cada cien metros me topaba no con un humano, sino con parejas y grupos de seres humanos, de los cuales sólo el 40% traía cubre bocas. Los demás andaban como si no hubiese ningún peligro. Hoy tuve que comprar un destapa caños en la ferretería más cercana a mi casa y en el mostrador había un anuncio muy elocuente: en la columna izquierda estaban caricaturas de contagiados por COVID19 y en la derecha, caricaturas de gente sana. En la primera fila, de arriba para abajo, el contagiado no tenía cubre bocas y el sano sí: el porcentaje de contagio es del 70%. En la segunda fila, el contagiado tiene cubre bocas y el sano no: el porcentaje de contagio es del 5%. En la tercera fila, las dos caritas tienen cubre bocas y el porcentaje de contagio es del 1.5%. Chécate este video, lo dice mejor que yo:

   Yo pienso que es mejor creer que el virus fue creado o manipulado en un laboratorio aunque sea mentira, y quedarse en casa o usar el cubre bocas y tomar otras precauciones cuando se tiene que salir, a creer en la teoría conspiranoide que afirma que el COVID19 es un nuevo “chupacabras”, es decir, una mentira, una infodemia. Hay de teorías a teorías. El hecho es que, entre más dure la cuarentena, peor va a ser la crisis económica resultante.
   Ya ni les quiero insinuar que si AMLO sugirió un decálogo para enfrentar la nueva realidad, en el que sugiere practicar mejores hábitos alimenticios y hacer ejercicio, lo dijo para que los fifís hagan lo contrario y salgan a hacer sus marchas anti-AMLO, para que se contagien y se mueran. Y tal parece que así es, pues aunque muchos  ya se echaron para atrás con lo del BOA, los de FRENA ya convocaron a otra caravana  fifí para los días de ayer y hoy.
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