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domingo, 23 de agosto de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS. CAPÍTULO 31.

Sigo vivo. Tal vez por aquello de que hierba mala nunca muere, pues sigo vivo, a pesar de todo. Muchos amigos ya no lo están, que en paz descansen. Unos se murieron de COVID, otros de un infarto. Ya puedo responderle a Bob Dylan, quien preguntó que ¿Cuántos muertos debe haber para saber que ya son demasiados? Pues yo creo que ya son suficientes. Esto lo dijo en una canción que Los Sexalescentes escuchábamos allá a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado. Por cierto que hoy cumple años Ángela, versión femenina del sustantivo Ángel, que en catalán se pronuncia "ánguel", en inglés "ényel", en alemán "énel" y en plural "énels", el apellido del coautor del Manifiesto del Partido Comunista. Me refiero a Engels.

   A mucha gente les he enviado para celebrar su cumpleaños Las mañanitas en la versión de Alejandro Fernández y últimamente, Las mañanitas en tiempos del Covid, cantadas por Los tres tristes tigres, pero todas esas versionesa fuerza de compartirlas, han perdido su fuerza expresiva, de modo que hoy le mandé a Ángela la versión de Miguel Aceves Mejía, la que, si bien no tenía un video profesional, al menos sí uno caserito con postales enriquecidas con imágenes y pensamientos bonitos. Me llamó la atención que en uno de los versos se citaba la palabra "amapolita". Esto es realmente una prueba de la antigüedad de la canción. Todavía La tigresa Irma Serrano cantaba en El ausente otro verso que decía "pareces amapolita cortada al amanecer". Y es que las amapolas son flores muy bellas, y hasta principios de los setenta del siglo pasado parecían unas florecillas inocentes. Tan es así que cuando la Escuela Normal de Veracruz, aún estaba junto a la Escuela Primaria Carlos A. Carrillo de Xalapa, en uno de sus jardines, junto al jardín de niños donde estudiaron mis hermanos menores, había un campo lleno de amapolas. Incluso, entre mis amigos Los telerines, había una camarada que se llamaba Amapola. Sobra decir que muchos jóvenes que vivimos la década del 68 al 78 éramos simpatizantes del comunismo ¿Para qué negarlo? Excepto Ezequiel Matías, quien, por cierto, también fue mi compañero en la Carlos A. Carrillo y seguramente también pasó por el patio lleno de amapolas. Hoy compartió una serie de memes, encaminados a mostrar que los demócratas de E.U. son comunistas, a partir del COVID, con la siguiente leyenda: "THE REAL VIRUS ARE THE COMMUNIST AND MARXIST DRESSED AS DEMOCRATS. UUPS" y tenía la imagen de un cerrado puño blanco, alzado en pie de lucha e incrustado en un fondo rojo, unido semánticamente a una hoz y un martillo mediante el signo matemático de igualdad, el cual se volvía a aplicar como enlace a otra imagen con el burro rojiazul de las cuatro estrellas, el que representa a los demócratas. O sea, dijo que "El virus real son los marxistas y comunistas disfrazados de demócratas. Ay güey", pero no pensó en que para muchos de nosotros no tiene nada de malo ser comunistas. Claro que comunistas teóricos o utópicos, puesto que el comunismo real nunca se ha aplicado. Lo que ha existido son gobiernos socialistas dictatoriales y nefastos. Ya que hablaba de Engels, él y Marx presentan un catálogo de "socialismos" en el Manifiesto del Partido Comunista y nos previenen de que casi todos son nefastos. Excepto el suyo, claro, "el socialismo científico". El más desastroso fue el nacional socialismo alemán comandado por Hitler. Por cierto que estoy terminando de ver una serie muy buena en Amazon Prime que se llama en español "El hombre del castillo", cuya historia gira en torno a un mundo paralelo donde los nazis y los japoneses le ganaron la Segunda Guerra Mundial a los norteamericanos y EUA estaba repartida entre japos y teutones. La costa oeste, donde vive Ezequiel Matías, estaba en esta serie bajo el control del Imperio del Sol Naciente.

   Volviendo a los comunicados de Ezequiel, después del meme anterior, publicó otro con el siguiente texto, que ya se los digo directamente en español, en aras de la brevedad: "Si la hidroxicloroquina cura el Corona no hay pánico. Si no hay pánico los americanos regresan a la vida normal. Si los americanos regresan a la vida normal no habrá elecciones por internet. Si no hay elecciones por internet los demócratas no pueden hacer trampa. Si los demócratas no pueden hacer trampa, Trump derrotará a Biden. Simple." Pues puede que tenga algo de razón, aunque la otra teoría es de que el coronavirus le vino como anillo al dedo no sólo a ya saben quien, sino a Trump, para decretar el estado de emergencia y reelegirse sin convocar a elecciones.

   Antes de publicar esto, el día anterior subió al grupo de Whatsapp de "Los sexalescentes" una foto espantosa, la foto de un embrión que parece un trozo de carne chamuscada, porque tiene trazos muy oscuros, seguramente de sangre coagulada. El embrión tiene el aspecto de un renacuajo que abre una boca enorme y tiene los dedos de las manos crispados, como queriéndose asir de algo. Es un embrión humano, quizá ya un feto, al que se le añadió el hashtag #ICANTBREATH, con idea de promover el movimiento "BLM"..."Babies Life Matters", en alusión a otro denominado "Black Life Matters". Esa imagen me perturbó. Los compañeros se hicieron de la vista gorda, las mujeres -todas mayores de sesenta años- lo ignoraron olímpicamente. Mejor hablaron de otra cosa. Buenos días ¿Cómo estás Ángela? Más o menos bien, ya me operaron. Que Dios te cuide.

   La intención de Ezequiel es muy loable, pero el mal gusto con que lo hace es aún más notable ¿Qué quiere que hagamos? No creo que ninguno de nosotros haya provocado el aborto de sus propios hijos o nietos ¿Qué clase de ideología es esa que lleva  a los progenitores a privar de la vida a sus propios hijos? Pues una muy parecida a la que se muestra ampliamente en la serie "El señor del castillo": el nazismo. Una de sus estrategias para "mejorar la raza (o la especie)" era la "eugenesia". Abortar, aplicarle la eutanasia a los enfermos incurables o a los adultos mayores de sesenta años, pues son "consumidores inútiles". O a los grupos humanos diferentes, como lo eran los judíos y los comunistas, "enemigos del estado". Lo curioso es que Ezequiel es partidario de Donald Trump quien, al parecer, es partidario de un "partido ario", pues es claro que aboga por la supremacía de la raza blanca, si es que se puede hablar de razas humanas. En otras palabras, en materia de elecciones, la opción para nuestros vecinos es elegir entre "el pinto o el colorado", pues tan malo es uno como el otro. Los comunistas (en el sentido peyorativo del término, pues realmente me refiero al capitalismo de estado que impera en algunos países del mundo acusados de ser "comunistas") también son estatistas, y, como me hizo notar El Chu-Chuy, es probable que Mao Zedong haya eliminado a más seres humanos que el propio Hitler.

   Cambiando de tema, al Chu-Chuy lo conocí cuando anduvo por nuestra época. Les cuento.  Era el año 9000 a.C. y el estrecho de Bering ya no era apto para transitar a pie o en los lomos de un animal de un continente a otro. Chu-Chuy, un Chamacoterus Erectus Pithecanthropus, era el último de su especie. El paleontólogo Guatemalteco Miguel Ángel Monterroso sabía de su existencia, debido a los vestigios que dejó en algunas cavernas de México, decoradas con las más bellas pinturas rupestres que se hicieron en este continente, las cuales fueron descalificadas por los paleontólogos españoles, quienes, celosos y temerosos de que éstas opacasen la gloria del Toro de Altamira, alegaron que eran apócrifas. La razón más contundente es que por ningún lado se encontraron los restos humanos del Chamacoterus Erectus Pithecanthropus, el eslabón perdido entre el homo erectus y el hombre de Cromagnon, especie a la cual pertenecía Chu-Chuy, quien vivía muy enojado al ver que los nuevos homínidos dejaban la práctica de la cacería y se dedicaban a cultivar la tierra, aprovechando que el clima se había vuelto templado. Comían frutas, semillas y legumbres y eran flacos y debiluchos. O gordos, panzones y flatulentos.

   Chu-Chuy podría haber sido uno de los más antiguos profetas hebreos, de no ser porque sus antepasados, que nacieron en lo que ahora es China, se trasladaron hacia América en la última emigración por las arenas de hielo, antes de que los dioses se enojasen y destruyesen ese puente intercontinental. Irritado, invocaba a los dioses en su caverna favorita, hasta que un día se le apareció un ser de luz. Era el Doctor Krek que venía del futuro a realizar una investigación sobre la dieta paleolítica, pues estaba convencido de que el hombre moderno se alimenta mal y por eso es decadente. En su opinión, el promedio de vida del hombre de las cavernas era superior al de las generaciones boomer, equis y millennial, porque aquel nada más comía carne y vegetales crecidos sobre la superficie de la tierra, en lugar de alimentos industrializados. Gran alegría les dio encontrarse frente a frente. El Doctor Krek no era terrícola, pues provenía del planeta LHS 1140b de la constelación Cetus. Cada vez que su planeta se metía entre la órbita de la tierra y de la estrella LHS 1140, aprovechaba para viajar a nuestro planeta y aterrizar en Chavarrillo, Veracruz, donde su especie tenía una estación interespacial.

   Y así como otros científicos entrenaban a chimpancés para manejar computadoras y comunicarse con los humanos o para conducir naves espaciales, el Doctor Krek entrenó a Chu-Chuy valiéndose de videojuegos terrícolas creados entre 1980 y 1995, entre los que destacaban Super Mario Bross, Street Fighter II, Marathon, Resident Evil y Silent Hill.

   Llegó el día en que el Doctor Krek había reunido toda la evidencia necesaria, entre la que estaba el testimonio de Chu-Chuy y decidió trasladarse al siglo XXI. Con todo el dolor de su corazón, se abstuvo de llevarse a su amigo mesolítico, pues la última vez que transportó a un homínido, un homo erectus, desde la prehistoria al segundo milenio de nuestra era, se arrepintió. Sucede que lo trasladó con su IQ y su anatomía al siglo XXI. No tenía desarrollado el lenguaje, sus manos no podían realizar mayores tareas. Acabó siendo un pordiosero. Afortunadamente era pacífico y no le dio por cazar humanos u otras especies. Vivía alrededor de los basureros y de las tiendas de campaña donde se hacían y vendían fritangas, donde comía desperdicios y lo que algún alma piadosa le obsequiaba. El Chu-Chuy se merecía algo mejor y no era seguro que el entrenamiento con videojuegos lo hubiese capacitado para sobrevivir dignamente en el siglo XXI.

   El Doctor Krek ni siquiera se despidió del Chu-Chuy. Abordó sigilosamente su nave, pensando que su amigo prehistórico dormía. Mientras el Doctor Krek se abrochaba el cinturón de seguridad, oprimía botones y movía palancas, Chu-Chuy dejó el control de su videojuego y corrió hacia la nave. Ésta, tras un resplandor de luz de turquesa trasparente, se esfumó. Pero el hoyo de gusano quedó abierto por un instante y Chu-Chuy, corriendo como el chiquillo que va tras de su padre, sin importarle que éste va a trabajar y él no se ha dado cuenta de que su hijo lo sigue imprudentemente, se metió a ese túnel del tiempo antes de que se cerrara y amaneció en Chavarrillo, a las diez de la mañana del dos de agosto del año 2019. Los alfareros del lugar lo confundieron con un extraterrestre y lo trataron con todas las consideraciones del mundo. Él, al ver que confeccionaban toda clase de esculturitas, alebrijes y utensilios, se sintió en un lugar muy acogedor. Los videojuegos le habían capacitado para hablar en inglés, español, francés, italiano, rumano, chino, latín, náhuatl y swahili.

     –¿Cacahuihui? –Le preguntó un alfarero.

    –Hakuna matata –Contestó Chu-Chuy–. Entiendo perfectamente el español.

   Después de intercambiar impresiones, Chu-Chuy preguntó por el Doctor Krek, ampliamente conocido en la región y le indicaron por dónde llegar. Pero lo previnieron, porque el carácter de este ser es voluble y a menudo cambia de domicilio. Probablemente estaría de misión en Xalapa, Veracruz. Así que le indicaron a Chu-Chuy el camino y le regalaron un molcajete con una tapa giratoria que se movía con una manivela de fierro, elemento que le fascinó, pues en el mesolítico no sabían cómo procesar el metal. Por otra parte, la piedra del molcajete era porosa, como dictan las tradiciones, y no como esas horrorosas piedras pulidas sin orificios que elaboran los cromagnones más jóvenes. Mientras encontraba al Doctor Krek, fabricaría harinas con granos ancestrales para aquellos seres decadentes, pero los convencería de que eran mejores las que se procesaban a base de fermentos. En el Egipto de Moisés habría tenido muchos problemas con esta técnica, pero en el México moderno no, puesto que en Chavarrillo había probado el pulque y la cerveza y le parecieron bebidas excelentes y se dio cuenta de que eran muy populares.

   Gran éxito tuvo entre los chairos, fifís y demás jipichis que habitan alrededor de las riberas del rio Pixquiac, desde Briones hasta Coatepec, quienes le compraron todos sus productos y con el dinero obtenido pudo rentar un pisito. Le llamaba la atención que para defecar, en lugar de reaprovechar los excrementos para abonar la tierra se usara un retrete. No le sorprendía que al oprimir un botón se encendiese la luz, pues eso ya lo había aprendido en el laboratorio de Krek y en los videojuegos. Incluso se compró un automóvil compacto. La capacitación del Doctor Krek había sido muy eficiente: Chu-Chuy sabía comunicarse con el hombre moderno, sabía comerciar y hasta manejar automóviles y computadoras. Lo que ambos ignoraban era que, al trasladar un prehomínido al siglo XXI y lograr que éste sobreviviese en las sociedades modernas con una calidad de vida digna dentro de los estándares modernos, la alteración en la línea del tiempo podría desatar el apocalipsis. Y, en efecto, un virus que vino desde China puso al borde de la extinción a la especie humana. El Doctor Krek estaba convencido de que el virus fue fabricado en un laboratorio de farmacéuticos sociópatas y ambiciosos que buscaban esclavizar a la humanidad vendiéndoles vacunas y placebos so pena de la vida, en tanto que la OMS desmentía esta teoría una y otra vez, pues alegaban que el virus saltó de una especie animal a la especie humana. Ninguna teoría era cierta; al menos, no al cien por ciento, pues el virus coexistía en los Chamacoterus Erectus Pithecanthropus y se extinguió cuando esta especie desapareció; pero, por una paradoja en la línea del tiempo, el Chu-Chuy lo trajo al siglo XXI. Las cosas sucedieron más o menos así: mientras que los palentólogos, para beneplácito de los arqueólogos españoles, no encontraban los restos del Chu-Chuy, porque éste vivía en nuestra era hacia el mes de agosto del año 2020, antes de trasladarse a Nueva Zelanda para encontrar la caverna que lo llevaría al centro de la tierra, a la entrada del hoyo de gusano y a la prehistoria, pasó por China, buscando la ciudad de Pekín, donde las leyendas que contaban los ancianos de la tribu decían que habían vivido sus antepasados. También las crónicas modernas hablaban de El hombre de Pekín. No encontró lo que andaba buscando; en parte porque Pekín ahora se llamaba Beijing, pero como tuvo que trasladarse a pie por el campo chino, no pudo resistir la tentación de cazar murciélagos, serpientes, pangolines y venderlos en el mercado de Wuhan o para alimentarse durante la odisea que habría de llevarlo a su Ítaca mesolítica.