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martes, 31 de diciembre de 2013

Canción de año nuevo



A nosotros siempre nos ha gustado cantarle al Año Viejo cada 31 de diciembre. Nos armamos de botes, cacerolas, garrafones del agua vacíos e improvisamos una batería. Nos disfrazamos de viejitos y salimos a cantar “Una limosna, para este pobre viejo, que ha dejado hijos, que ha dejado hijos, para el Año Nuevo”. El año pasado nos propusimos hacerlo hasta la media noche, hasta el último suspiro del Año Viejo. Ya entrada la noche, se nos unió un güerito regordete con acento alemán. Dijo llamarse Robert. Para ser alemán, tenía buen ritmo.
-Yo no tengo problemas con las síncopas y los contratiempos -nos dijo-. También me gustan los staccattos. El que tiene problemas con eso es Richard: lo quiere tocar todo ligado y con ritmos isócronos. ¡Qué aburrido!
Nosotros no sabíamos quién era ese tal Richard y nos importaba un comino. Más, evidentemente, por el tono con que lo dijo, tal vez era un personaje muy importante, pero un tanto pesado y antipático.
Robert sacó una composición suya quesque para cantarla en año nuevo. Iba algo así como ta-tá-ta-tá-ta táa-ra, tá táa-ra; ta-táa-rarará ta-tá. Sonaba anticuada y clásica, salvo por algunos acordes muy novedosos colocados en sitios estratégicos. Luego nos dijo que él podía hablar con Bach para que nos arreglara nuestra canción de año nuevo. Después, si queríamos podríamos tocar ese arreglo a ritmo de jazz. A nosotros nos parecía como que a Robert se le andaban flameando los platinos, pero nos caía muy bien este alemán regordete. Con su pelo lacio cortado a lo “Cleopatra”, se parecía un poco a El Príncipe Valiente.
-Oye –le dijo uno de nosotros –tu arreglo bachiano en jazz ¿No crees que está muy complicado para la gente común y corriente?
-No me importa, –respondió Robert –para mí es más importante captar el momento en que una mariposa se posa en una roca en medio del arroyo que lograr la comprensión de la humanidad.
No supimos qué contestarle, pero, sin duda, creció nuestro aprecio por él. A veces nos parecía que algo no andaba bien con Robert. Como que había algo en su interior que lo desesperaba. Algo grave que podría hacerlo atentar contra su propia vida.
-Es que tengo un tinitus horrible. Me friega las 24 horas del día: hay veces que sube de volumen y me es insoportable.
Ya en la cantina, saboreamos –a petición suya- una serie de cervezas oscuras. Se puso a recitar poemas de Heine y de Goethe. Como que esos poemas se disfrutaban más al calor de las cervezas. Al despuntar los primeros rayos de luz del alba y del Año Nuevo, se esfumó. Desapareció instantáneamente. Nadie lo vio salir.


Les reitero que deseo a todos mis lectores un Año Nuevo colmado de bendiciones, salud, paz y prosperidad.

jueves, 26 de diciembre de 2013

¿Porqué abrí este blog?

Hace poco estuve charlando con un familiar de mi esposa que me hizo reflexionar sobre lo que publico en las redes sociales.
-No estoy de acuerdo con todo lo que escribes, pero respeto tu derecho a hacerlo -me dijo.
Entre sus desacuerdos está el que pretenda yo ser un artista, de una línea tal que requiere de patrocinios, pues no es comercial, y que al mismo tiempo me maneje como líder de opinión, criticando a los gobiernos de Duarte, Calderón y otros.
-En cuanto ofrezcas un proyecto, ellos consultarán lo que publicas en las redes y no te darán nada.
La verdad es que eso no me preocupa, pues desde hace muchos años me he percatado que personajes como ellos no son mis clientes. No les importa en lo absoluto la cultura producida en México. De hecho, a menudo he percibido una cierta hostilidad a las producciones mexicanas independientes. Lo he podido constatar una y otra vez.
Lo curioso del asunto es que este blog no lo abrí para criticar autoridades, sino para tenerlo como página web gratuita de nuestra pequeña empresa cultural "Katarsis, música y danza", próxima a cambiar de nombre. Es decir, lo hice en un intento por adaptarme al sistema capitalista moderno y utilizarlo como una herramienta de "publicity", para anunciar los cursos de danza de mi esposa, las clases de ajedrez que se impartían en nuestro desaparecido sitio el "Centro de Artes Katarsis", así como anunciar las funciones de música, danza o teatro que estuvieran organizadas por nosotros o donde se presentaran nuestras creaciones artísticas. Y, sobre todo, lo que menos me interesaba era criticar autoridades burocráticas culturales, políticas, judiciales o deportivas. Era algo tan utópico como hacer realidad el sueño americano, el American way of life.
Algo pasó en el trayecto que el blog se me salió de las manos, pero se convirtió en algo así como la botella donde el náufrago tira un mensaje al océano, con la remota esperanza de que alguien lo lea y emprenda una labor de rescate. Para colmo de los males, mis artículos más críticos o molestos para la burocracia, son los que más lectores tienen entre mis publicaciones. Cuando escribo algo con pretensiones literarias, musicales o ajedrecísticas, el número de lectores baja considerablemente. En cuanto vuelvo a publicar un artículo crítico social, los lectores regresan. Y, ahora, se que además de tener lectores en México, también tengo un considerable número de lectores en Estados Unidos, Malasia y Rusia. Cosas de la vida. Les deseo a todos mis lectores un Año Nuevo colmado de bendiciones, salud, paz y prosperidad.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Todavía hay jubilados del IPE que no cobran.

A mi esposa y a mí ya nos llegó nuestra pensión y aguinaldo. Sé que desde anoche, algunos jubilados ya estaban cobrando sus respectivas pensiones; sin embargo, hoy fui a la Plaza Lerdo del centro de Xalapa, y seguía tomada por varios manifestantes del IPE. La razón: que no les han pagado sus pensiones y aguinaldos. Confío en que se los pagarán del día 23 y que todo se trató de un error. Así se lo manifesté a dos jubiladas inconformes y me respondieron que esos "errores" están tomando carta de naturaleza. Una de ellas me comunicó que, como confiaba que su dinero llegaría en el tiempo acostumbrado, el mes pasado, se sometió a una operación de los ojos. Pero el dinero no llegó y no ha llegado aún. La señora perdió su ojo, porque la operación quedó a medias por falta de recursos económicos para llevar a feliz término el proceso quirúrgico. Aquí es donde muchos tenemos que afrontar cuestiones éticas. Agradezco al Señor Gobernador y al Director del IPE que nos hayan pagado a mí y a mi esposa nuestros aguinaldos y pensiones. Pero daña a su reputación de funcionarios el hecho de que a unos se pague y a otros no. También deja mucho que desear el retraso inesperado e injustificado: en el caso de mi esposa, fueron 6 días. Yo no me incluyo en el proceso porque solicité un cambio de banco, y se me advirtió que por tal razón yo cobraría después. En el caso de que se les pague a los que faltan el próximo lunes 23, el retraso será de 9 días.
Pagarles a unos sí y a otros no, da la impresión de que es una estrategia de "divide y vencerás", necesaria para ocultar un gigantesco quebranto económico. Y, someter por la fuerza a ancianos que reclaman sus derechos, hablaría de un gobierno que ejerce violencia estructural y psicológica contra un grupo humano vulnerable. Se agradece que ejerza este tipo de violencia contra el crimen organizado, y que lo haga con valentía. Pero no contra un puñado de adultos mayores que reclaman respeto a sus derechos. Esto es una cuestión de honor, de ética y de imagen pública. Las autoridades responsables deben de tomar cartas en el asunto, para que esta situación no se repita.
Como parte de la desesperación de los automovilistas causada por el bloqueo de las calles céntricas de Xalapa, dos coches chocaron, a dos cuadras de la Plaza Lerdo, congestionando aún más el tráfico. En este caso, fueron dos personas que ni la debían ni la temían, pero que acabaron con afectaciones a su patrimonio. ¿Qué necesidad había de que esto ocurriera? ¿Debían permanecer los jubilados en silencio viendo cómo los despojaban de su dinero? Los jubilados del IPE no sólo son ex-profesores del SNTE: son ex policías, ex-secretarias, ex profesores universitarios, etc., etcétera, que sirvieron al Estado y la pensión por jubilación o incapacidad es parte del pago por sus servicios. Quitárselas equivaldría a una traición por parte del Estado, el cual se comprometió contractualmente a pagárselas a cambio de su fuerza de trabajo, cuando los ahora jubilados estaban fuertes y en plenitud de facultades físicas y mentales. Muchos renunciaron a sueños y proyectos personales, a cambio de esa seguridad social que ahora se les estaría negando. No pagarles su pensión y aguinaldo, y encima de todo macanearlos o arrestarlos en cuanto exijan el respeto a sus derechos, sería una grave ruptura del pacto social que dejaría al gobierno posicionado como una fatídica dictadura. Y esa imagen negativa sería un valioso capital político que harían valer los adversarios políticos del gobernante en turno. Honestamente, prefiero ver que se le pague a todos los jubilados sus pensiones y aguinaldos a tiempo, y que las autoridades correspondientes pasen a la Historia como buenos gobernantes (aunque sean del PRI), que ver a Veracruz en llamas dentro de dos o tres años. Porque la mayoría de los jubilados tienen hijos, sobrinos y nietos a quienes se les estaría enviando un mensaje muy negativo con el maltrato a sus adultos mayores.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Alarmante retraso en pago de pensiones del IPE.

Los jubilados del Instituto de Pensiones del Estado de Veracruz no hemos cobrado ni el pago correspondiente al mes de diciembre, el cual tradicionalmente se hace los días quince, y, mucho menos, nuestro aguinaldo. Algunos, ni siquiera hemos recibido una notificación o explicación. Hay una manifestación de jubilados en el centro de Xalapa, frente a Palacio de Gobierno. Ya está un esbirro de Duarte amenazando a los ancianitos con un desalojo violento, como el que ocurrió el día 15 de septiembre. Cada vez está más claro que a este país ya se lo cargó el payaso y estamos frente a una de las dictaduras más temibles.

jueves, 19 de diciembre de 2013

LA OSX Y LOS CARMINA BURANA


Los compositores de música, como todos los seres humanos, tienen que comer para vivir y ganar dinero para poder comer. Normalmente, el dinero se obtiene trabajando. Para trabajar hay que hacerlo en un entorno gobernado por una élite. La música es cultura y la cultura, a su vez, es el departamento de propaganda de las instituciones, sean gubernamentales, religiosas o lucrativas. En especial, las dos primeras suelen inmiscuirse en todas las actividades del ser humano de manera dominante. Claro, depende del régimen en turno que haya más o menos libertades. Así las cosas, Palestrina (s. XVI) fue el músico del Vaticano por excelencia, lo cual no lo mantuvo a salvo de ciertos maltratos psicológicos y económicos; J.B. Lully (s. XVII), en cambio, movió muy bien sus influencias con Luis XIV de Francia, en tanto que J.S. Bach (s. XVIII) trabajó para la Iglesia Protestante, viviendo al final de su vida ninguneado; Melesio Morales (s. XIX) fue el músico favorito de Maximiliano de Habsburgo, pero, al caer el Segundo Imperio Mexicano, se las arregló para escribirle una marcha a Benito Juárez. Rossini (s. XIX) fue aún más lejos: le compuso una marcha militar a un monarca, me parece que del ámbito austro-húngaro y, pasado el tiempo, se la dedicó a su peor enemigo, un monarca francés, ofreciéndosela a éste como obra de creación reciente y escrita en su honor. Cuando el monarca francés se dio cuenta del engaño, Rossini ya estaba en otro país. Héctor Berlioz (s. XIX) estaba muy molesto porque “cada dos años tenía que cambiarse de casaca” cada vez que cambiaba el partido político en el poder, y tenía que pasar de la casaca roja a la azul, para luego sacar del clóset la roja al periodo siguiente. Napoleón III sólo le patrocinó dos obras y fue bastante tacaño con él. Pero, los que quieren desprestigiar al compositor de la Sinfonía Fantástica, aducen que era el compositor favorito de este nefasto personaje, y que su concepción artística respondía a su ideología. Ni qué decir de las difíciles relaciones de Shostakóvich  y Prokofiev con Stalin, en la primera mitad del siglo XX, permanentemente acusados de promover una ideología “pequeño burguesa”.
Carl Orff (1895-1982), compositor alemán bávaro, no fue la excepción: tuvo que vivir bajo el régimen nazi de Adolfo Hitler. De modo que si quería permanecer con vida en su adorada Baviera, sólo le quedaba de tres sopas para beber o derramar: o era aceptado por el nazismo, o huía, como lo hizo Béla Bartók (Hitler se anexó el imperio Austro-Húngaro y Bartók fue de los que no le aplaudieron), o acababa convertido en jabón y su piel en pantallas para lámparas, zapatos o carteras (esto no es un recurso retórico, es literal). Mucho se ha escrito de la filiación pro-nazi o no de Orff . Según el autor del blog La Música y el holocausto, “Orff se las ingenió para encontrar un lugar para él y su música en la Alemania nazi. La música de Orff, como la de Paul Hindemith y Ernst Krenek, solía estar catalogada como ‘degenerada’, pero los intentos del artista por congraciarse con el régimen dieron sus frutos. A principios de 1940, su música era celebrada por muchos nazis de la elite y su ópera Carmina Burana fue una de las piezas más populares de la Alemania nazi” http://holocaustmusic.ort.org/es/politics-and-propaganda/third-reich/orff-carl/
Esto lo logró Orff pese a ser considerado izquierdista. Tenía muchos amigos judíos, y colaboró con Brecht, de marcada afiliación marxista. Y posiblemente Orff era en parte  judío, un hecho que lo hacía más vulnerable. El hecho es que nunca se resistió ni se opuso abiertamente o secretamente a las políticas nazis.
El musicólogo Enric Riu también nos da cuenta de las difíciles y acomodaticias relaciones de Orff con los nazis, quien se propuso mostrar con una obra escénica lo que su Schulwerk podía lograr. Por consiguiente, adaptó el proyecto académico para alcanzar la aceptación de las autoridades nazis. “Y esto implicaba una obra descargada de intelectualismos, en una palabra: fácil, tanto de interpretar, como de dirigir, como de escuchar; una obra de masas”. http://www.mundoclasico.com/ed/documentos/doc-ver.aspx?id=12993b7b-6188-49d8-91f4-288f880c73b8
El hecho de escoger unos textos medievales tenía el poder altamente simbólico de nutrirse con las raíces de la cultura alemana, acudiendo a los buscados y amados orígenes de lo ario. Veinticuatro poemas procedentes del Codex Buranus proporcionaron el texto a esta bella cantata coral, tomados de una extraordinaria colección de cerca de trescientos poemas escritos por goliardos durante los siglos XII y XIII. Elección algo sospechosa en un momento en que las relaciones de los nazis con las iglesias protestante y católica de Alemania estaban en crisis: gran parte de los altos cuadros del gobierno y del NSDAP estaban apostatando de una manera abierta.
De lo que no hay duda es del acierto que este compositor tuvo al tomar como fuente de inspiración a los simpáticos Monjes Buranos de la Edad Media, quienes no eran monjes, sino estudiantes de las universidades medievales que se disfrazaban de clérigos para meterse a las tabernas a cantarle al amor, a las mujeres y al vino, cantando a menudo en latín “macarrónico” (vulgar). Al mezclar el saber y los instrumentos modernos con las técnicas medievales, Orff no sólo hizo su mejor obra, sino una de las más populares del siglo XX. Y la Orquesta Sinfónica de Xalapa le apostó a ella los días 13, 14 y 15 de diciembre de 2013, con una intensa campaña publicitaria que incluyó anuncios espectaculares: finalmente, el sábado 14 cumplió con su meta mercadológica: la novedosa Sala Tlacná estaba repleta: incluso la sección reservada a las autoridades tenía inquilinos (pues normalmente, esta área permanece vacía), como puede verse en el vídeo que publiqué en http://youtu.be/lXaGeV5h_AQ

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Héroe sin gloria.


Hay un poema escrito por el Profesor Cirilo Pitalúa Cobos, en Orizaba, hacia el año 1970, que se titula “Maestro ‘Héroe sin Gloria’” cuyos primeros versos dicen “Maestro, no eres culpable de que en tu noble profesión abunden impostores, la culpa en todo caso es del Sistema y sus errores, desde el momento mismo en que habilita falsos profesores, que medran frente a un grupo de pequeños, asesinando sus conciencias y sus sueños. ¿Maestro, dónde está el monumento que el pueblo y el gobierno en tu honor han levantado? ¿Dónde? ¿Dónde está el monumento? Si fueras militar y trajeras un fusil colgado al hombro te darían mil medallas por cada ser humano asesinado…”
Este poema lo traigo a cuento no porque quiera hacerle una mala pasada a ciertas autoridades, sino porque está escrito en la programación de una fiesta celebrada por los profesores normalistas egresados de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana en 1963, la generación “Diamantes”, a la cual pertenece mi esposa. Eso me confirió el privilegio de poder acompañarlos en su hermosa fiesta, ayer sábado 7 de diciembre.  La fiesta inició, tras las palabras protocolarias de rigor y las luces de bengala, con los bellos acordes y los ritmos candentes de la orquesta de Carlos Campos, que nos hicieron vibrar de emoción: la sección de metales tocando acordes mayores con sexta añadida que nos hicieron sentir emociones de película. De película de Tin Tan u otro filme mexicano de los años cincuenta, pero, finalmente, de película. De aquella época de oro, de cuando la Revolución Mexicana “se bajó del caballo y se subió al Cadillac”, como decía el caricaturista Rius. Pues, tras la paz de 1917 y el nacimiento de la SEP, gracias al genial José Vasconcelos apoyado por el Gral. Álvaro Obregón, y, finalmente, tras la expropiación petrolera y primeros gobiernos civiles (Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán, Adolfo Ruíz Cortínez y Adolfo López Mateos), México ingresó a la modernidad y a una época de bastante auge económico. Si bien nunca se erradicó la pobreza, sin duda la calidad de vida de aquellos momentos era mucho mejor para la mayoría (en materia de bienestar económico-social) que la de los gobiernos posteriores a López Mateos. El cine mexicano era bastante exitoso y taquillero, los artistas mexicanos cuya obra surgió en periodo 1924-1963 ganó reconocimiento internacional y a menudo es considerada, junto al arte prehispánico, como lo mejor que han producido los artistas de estas latitudes geográficas, pasando de los nacionalistas como Agustín Yáñez, Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Carlos Chávez, Silvestre y José Revueltas, hasta los vanguardistas-cosmopolitas de los cincuentas y principios de los sesenta: RufinoTamayo, Vicente Rojo, Manuel Enríquez, etc., etcétera. Tal vez mi alegría al oír la música de Carlos Campos es que me remite a mi infancia, al Distrito Federal de 1956, y a la Xalapa de 1962, y, por consiguiente, tanto a imágenes vivenciales como a las proyectadas por el celuloide. Volviendo a la fiesta de los “Diamantes”, la Orquesta Municipal de Xalapa dirigida por el joven Rubén Valdivia alternó exitosamente no sólo con la orquesta de Carlos Campos, que es un clásico en su género, sino con el cantante Carlos Cuevas. El caso es que aquello fue una orgía de ritmos y sonidos candentes: ora la orquesta de Carlos Campos con sus temas clásicos, ora con un arreglo del intermezzo de Ponce. Si algo ha caracterizado a esta orquesta es tomar temas provenientes de la antiguamente llamada música de concierto tales como la obertura de El Barbero de Sevilla o un pasaje de alguna ópera de Verdi, hasta danzones y chachachás con toda la barba. La Orquesta Municipal de Xalapa se lanzó de lleno a tocar varios de los más candentes mambos popularizados por Pérez Prado, remitiéndome otra vez al D.F. de los ‘40s-‘50s. Muy bien esta joven orquesta. Todos los que estaban en mi mesa preguntaban ¿Quiénes son? ¡Tocan muy bien! Tras estas brillantes orquestas, tocó el turno a Carlos Cuevas, nacido en 1961, quien cantó vibrantes boleros y canciones antes popularizadas por Víctor Iturbe Pirulí y otras compuestas por los inmortales Armando Manzanero, Juan Gabriel y Roberto Cantoral, acercándome más en el tiempo y remontándome a las décadas de los setenta y los ochenta. Tal vez ya estoy viejo y por eso pienso que fueron mejores los tiempos pasados. In illo tempore...

jueves, 5 de diciembre de 2013

Dos poemas prosaicos o dos prosas poéticas


Alfa y omega.

Por: Francisco González Christen

Recuerdo.

Me encontraba en casa de un amigo cuando la vi; era la nueva vecina, una muchacha de cabellos rubios. Tuve buena suerte: alguien nos presentó y no hallé dificultad para conversar con ella.

Al día siguiente, sentados en el patio de su casa, sentíamos cómo el sol de la tarde bañaba nuestras espaldas, produciéndonos un agradable calor que propició la unión de nuestras miradas y algo más…

¡Qué agradable fue ese atardecer! Mas ahora pertenece al recuerdo. Los recuerdos son como las estrellas: percibimos su luz aunque ya no existen. ¡Cuántas ilusiones! Ilusiones desvanecidas cual nubes pasajeras que vacían su rocío, golpeteando como martinetes afelpados sobre la ansiosa tierra, sin saciarla… sólo levantando el polvo…

Después, la tierra se seca y se parte… ninguna semilla germinará en ella ¡Qué agradable fue todo eso! Aunque ahora ese recuerdo sólo pertenezca al pasado y esté oculto tras la niebla del olvido y del desengaño.

Ella.

Los viejos libros de una biblioteca que ya no existe eran el fondo para esa fotografía, último testigo mudo de su belleza fugaz. Sus ojos tiernos y tristes, como los de un ciervo herido, eran el remate de aquel vestido, de ese tiempo de amor, mi amor, que no volverá.

“Ulises ya no pasa” ¿quién escribió ese verso? Es demasiado fuerte para mí que estoy aquí y ahora, entre estas cuatro paredes, lejos de ti. Podría gritarlo con rabia y desesperación o recitar susurrándolo con resignación. Yo soy Ulises, ya no paso por tu jardín, pero me duele en lo más profundo del alma.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Música y nazismo


Uno de los compositores que más conflicto de aceptación me crea, es Richard Wagner (22 de mayo de 1813-13 de febrero de 1883). En primer lugar, fue un gran compositor, con excelente dominio de la orquesta y una gran capacidad para la dramaturgia, cualidades que le valieron para posicionarse como uno de los tres mejores compositores de ópera de todos los tiempos. Pero, según Aaron Copland, lo mejor de Richard Wagner ocurre en el foso de la orquesta: el Preludio a Tristán e Isolda, La Muerte de Sigfrido, el Preludio al Holandés Errante, los preludios a los actos I y III de Lohengrin,  y La Cabalgata de las Valquirias, la cual me remite a Apocalypsis Now de Francis Ford Coppola. Aunque mi interés reciente en este filme se debe a la necesidad de analizar la edición de Walter Murch, justamente este afán me llevó a la escena de los helicópteros con marines norteamericanos atacando una humilde aldea de pescadores y campesinos vietnamitas.
-Esto es guerra psicológica- dice el personaje principal, desde su helicóptero, y hace sonar como música de fondo La Cabalgata de las Walkirias, la cual se oye magnífica en las bocinas del cine, como saliendo del helicóptero.
Y la guerra psicológica, creo que no iba dirigida exclusivamente hacia los vietnamitas, sino al público bien informado: Wagner era el compositor favorito de Adolfo Hitler, y, en vida, escribió escritos antisemitas. En ese momento, los norteamericanos quedaron equiparados a los nazis: soldados imperiales agrediendo con ventaja tecnológica a un pueblo notoriamente humilde, y, para colmo, inspirados por la música favorita de quien pregonó el racismo y la superioridad de la raza blanca. Francis Ford Coppola, inteligentemente, se deslindó de inmediato del punto de vista del protagonista, al mostrar a una esbelta joven vietnamita, con cuerpo de adolescente, que se acerca a uno de los helicópteros, sin que los marines se den cuenta a tiempo, y les arroja una granada al interior del aparato, el cual explota casi de inmediato. La vietnamita no corre la suerte de la protagonista de Los juegos del hambre, pues la persigue otro helicóptero y termina acribillada por la espalda a causa de una ráfaga de ametralladora; esto es, muere asesinada en un acto de cobardía, en todos los sentidos. Después de esta escena, es difícil que una persona sensible siga siendo partidaria del bando norteamericano. Siempre he creído que las mejores películas bélicas son las antibélicas: Patrulla Infernal de Stanley Kubrick, Hermandad de Guerra de  Taegukgi Hwinalrimyeo, La Conquista del Honor y Cartas desde Iwo Jima de Clint Eastwood, por citar algunas. La escena de los helicópteros de Apocalypsis Now no sólo es un ejemplo de un excelente manejo de la imagen, de una edición impecable de material visual tomado por ocho cámaras en movimiento, sino de una combinación psicológica de música e imagen: justo como lo hacía Wagner en sus óperas. Qué paradoja. Los personajes de Wagner por eso son tridimensionales. El director de orquesta Zubin Meta lo sabía y por eso se atrevió a hacer un programa entero con música de Wagner en Tel Aviv. La idea era separar la belleza musical de las tonterías racistas del compositor. Ocurrió que los israelitas mayores de edad se sintieron insultados y se retiraron del teatro, en medio de innumerables protestas. Y no era para menos: cuando los nazis dejaban salir el gas letal para envenenar a los prisioneros judíos encerrados en los campos de concentración, como guerra psicológica, hacían sonar la música de Wagner. ¿Si éste hubiera sabido lo que Hitler haría con su música en el futuro la habría compuesto? ¿O le habría aplaudido al genocida? Lo cierto es que Richard Strauss se erigió en el principal continuador de Wagner y compuso excelentes óperas como Salomé y Elektra. Más Richard Strauss era amigo del judío Stephan Zweig y, aunque llegó a ser la máxima autoridad musical de Hitler, la amistad con este escritor judío terminó por arruinar la carrera del autor de Salomé. Además, Strauss componía “sumando”. Karl Orff, el compositor de Carmina Burana, en cambio, componía “restando”. De modo que el músico que se ajustaba perfectamente  a los preceptos nazis para el arte no era Strauss, sino Karl Orff, cuya obra, está escrita decididamente para las masas. Me gusta la música de Wagner, en especial la ópera Tristán e Isolda, pero me repugnan los crímenes de guerra del nazismo. Ese es mi conflicto con la música de Wagner. Y con la de Orff.