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sábado, 3 de septiembre de 2016

Los chairos, Marx y Lenin

Carlos Marx fue un genio que penetró en las entrañas del sistema capitalista y dedujo una serie de leyes tanto del pensamiento científico como de la economía y la política que siguen siendo vigentes pese a haber sido emitidas hace ya más de cien años.
Lenin, otro genio, las entendió bastante bien, aunque no del todo, y con su espíritu oportunista cambió el curso de la historia. De modo que cuando un chairo pretende insultarte diciendo que "eres un oportunista", en realidad te está reconociendo una cualidad, más que un defecto. Pero en su obstusa mente ser "oportunista" es algo malo.
 Para Carlos Marx la infraestructura económica determina "en última instancia" la superestructura social y ésta está constituida por las demás actividades del ser humano, como son la política, la ciencia, la religión, el arte, el deporte y cuanta actividad humana venga a la mente; como, por ejemplo, la guerra.
Esta idea no es exclusiva de Marx. Simplemente se ha expresado de manera más elegante que el refrán popular que dice "con dinero baila el perro". A las críticas idealistas populares que dicen "el dinero no es la vida", los materialistas populares dicen "Sí. Pero calma los nervios"; es decir, el amor no se compra con dinero, pero cuando la pobreza entra por la puerta, a menudo el amor huye por la ventana. En este caso el factor económico influye de manera negativa y determinante sobre una emoción pura y vital para la preservación de la especie humana.
Alfonso Quiróz Cuarón en su libro Medicina Forense, cita una estadística en la cual se observa un aumento de los delitos contra el patrimonio (robo, fraude) o contra la libertad personal (secuestro) cuando hay una fuerte crisis económica, en tanto que éstos descienden (y aumentan los crímenes pasionales) cuando hay un periodo de superavit económico. Tanto los delitos contra el patrimonio como los secuestros se comenten con idea de obtener un lucro indebido y su incidencia aumenta cuando la economía está mal.
Lenin, por su parte, emitió la frase que dice "la cadena se rompe por el eslabón más débil, pero sólo se rompe una vez". Se refiere a lo que Walt Whitman dijo citando la sentencia latina Carpae diem: "Cosecha las semillas de día". Se refiere a lo que decía mi abuelita materna:"No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", porque sólo se vive una vez, y la vida te da oportunidades, pero éstas pueden ser únicas. Si no haces el amor cuando eres joven, a los ochenta años, cuando lo quieras hacer, lo único que harás es el ridículo. En resumen Lenin era un "oportunista", y hay quien dice que yo también lo soy. Agradezco el elogio, aunque no creo estar a la altura de Lenin.
Ser oportunista es saber dar golpes tácticos cuando hay que darlos. El ajedrez es 95% de táctica y 5% de estrategia. Kasparov dice que "un estratega es como el director técnico de un equipo de futbol que dice 'contra tal rival vamos a jugar en formación 4-4-2, dando pases y evitando lucimientos personales', en tanto que el táctico es el extremo izquierdo que llega con el balón al área del enemigo, ve que su centro delantero está marcado y que el portero rival resbala; por consiguiente, en vez de dar pase, dispara y mete gol".
Carlos Marx también dijo que las revoluciones no se hacen "por voluntad de los individuos". Esto lo entendió muy bien Mao Tse Tung quien dijo, con un estilo indudablemente chino: "Cuando la hierba está seca, una sola chispa puede incendiar la pradera". Pero esto es muy difícil de hilar para un simple chairo, quien quiere hacer una revolución cuando las condiciones no están dadas, o quiere hacerlas con medios inadecuados cuando estas condiciones están presentes debido a que su líder le dijo que las manos de los seres humanos tienen tres o cuatro dedos en lugar de cinco. Obedecen ciegamente a su lider, aunque éste los encamine al cadalso. Y, desde lugo, llaman "oportunista" al que disiente, con idea de sacarlo de la jugada. Son tercos como una mula y se guían por dogmas, que en su caso son las líneas que les tiran sus líderes.
Los derechairos son la misma cosa, pero con otra ideología; de hecho, ambos se necesitan mutuamente para crear conflictos interminables que sólo destruyen la obra de terceros inocentes.

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