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jueves, 30 de mayo de 2013

¿Para qué sirven las luces del semáforo?

Pareciera que este es un artículo anodino y que estoy escribiendo sobre una verdad de perogrullo. Pero no es así. Cada día es mayor el número de personas que cree que en la república mexicana, la luz verde del semáforo significa "alto" y que las luces roja y amarilla significan "siga". Tal vez se debe a que la materia Educación Vial es una de tantas que, debido a la crisis económica, ya no se imparten. O porque, aunque está en la matrícula, los devaluados profesores que deberían impartirla, están enfrascados en una lucha de carácter político participando en alguna manifestación o algún otro evento extramuros, sin atender a sus alumnos.
La verdad es que no tengo conocimiento de que la señalética mexicana para regular el tráfico se haya derogado o reformado a tal punto que verde significa "alto" y las otras "siga". Pero, el día de hoy, estando a 30 metros del crucero, en el semáforo, se puso la luz amarilla. Si bien yo iba algo rápido, no me alcanzaría el tiempo para llegar al crucero de Rébsamen y Circuito Presidentes (con dirección a Xalapa 2000) y pasarlo antes de que entrara la luz roja. Razón por la cual, frené. De inmediato, escuché unas llantas rechinando tras de mí. Razón por la cual avancé otro poco y volví a frenar, para evitar el impacto. De nuevo escuché el rechinar de llantas. La luz roja del semáforo entró treinta segundos antes de que yo llegara al crucero. Esta vez, frené definitivamente, volví a escuchar las llantas rechinando y un airado claxonazo. Me enfurecí. Me costó trabajo contener la ira, pues tenía ganas de bajarme del auto, romper el cristal del conductor de atrás y pescarle la manzana de Adán con mis manos y arrancarle la tráquea de un tirón. Lo cual no es recomendable, por ningún motivo. Pero eso no fue todo: un taxista, que venía aún más atrás, se abalanzó sobre circuito Presidentes con ánimo de pasar, como si yo estuviera parado estorbando deliberadamente a quien tiene derecho a pasar. Se quedó a media calle, arrepintiéndose y frenando, pues los del otro lado ya venían. Quedó con el auto sesgado, tapando con la mitad de su coche el espacio que me correspondería. Claro está que, al entrar la luz verde, ya me empecé a comportar agresivo, metiéndole de claxonazos una vez que la luz me autorizó a avanzar. Ya en Circuito Presidentes, con rumbo a la Avenida Murillo Vidal, los que entraban de Rébsamen con dirección a Los Berros, observaron que el semáforo pasó de la luz amarilla a la roja y, aunque no podían pasar, porque los de más adelante estaban bloqueados por el tráfico, pretendieron ponerse de tal manera que nos bloquearían el paso. Inmediatamente los agredimos con el claxon y, dudándolo, recularon y nos dejaron pasar. De otra manera, nos habrían bloqueado el paso no sé por cuanto tiempo. Y esto pasa todos los días, a todas horas y en cualquier lugar. Por eso el tráfico está atascado: los que bloquean al lugar A, obligan a que éstos bloqueen el lugar B, donde los del lugar C no pueden pasar y, por consiguiente, los del lugar C bloquean al del lugar A. Además, mientras unos sabemos que la luz roja significa "alto" y frenamos, los que creen que significa "siga" aceleran y, tarde o temprano, se produce un choque. Y el choque hace más lento el tráfico: los autos, inservibles, se quedan ahí, esperando al ajustador de seguros, a los peritos y, en su caso, a la grúa.
Otra buena razón de esto es que muchos conductores no tienen licencia de manejo o la obtuvieron mediante sobornos. Y están en esas condiciones, porque no saben manejar. Como tampoco saben que para frenar se necesita una distancia y, entre mayor es la velocidad del auto, más distancia se requiere para frenar. Así que, o no guardan su distancia respecto del de frente, o la invaden, o no miden la que necesitan para frenar antes de chocar en relación a su velocidad. Para colmo, los que no traen licencia, a menudo tampoco traen el coche asegurado. En fin, que Dios los hace y ellos se juntan. Que Dios nos libre de tanto pe...rverso conductor.

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