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martes, 16 de abril de 2019

Notre Dame en llamas

   No quisiera hablar de esto, pero tengo que hacerlo. Ayer una triste y lamentable noticia sacudió al mundo. Yo pensé que era una broma o un truco publicitario. No. La iglesia de Notre Dame ardía en llamas, como en una película de acción norteamericana.
   Esta iglesia tiene historia. Dijo Heráclito que "todo cambia" y esa iglesia que había sobrevivido desde el final de la Edad Media hasta nuestros días a eventos como la Revolución Francesa y las dos guerras mundiales ayer quedó reducida en llamas a causa de la estupidez humana. La cual, como dijo Einstein, es infinita. Sólamente puedo catalogarla en dos tipos: estupidez simple y estupidez fundamentalista. Al parecer, en este caso fue un accidente, debido al mal manejo de alguna sustancia o equipo de trabajo. No obstante, es alrededor de Semana Santa y las sospechas de un ataque terrorista son inevitables. Supe que poco antes hubo un incendio mortal en el municipio de Saint Denis. Y que, a la hora en que se consumía Notre Dame, también ardía Al-Aqsa, la tercera mezquita más sagrada del Islam.

   ¿El accidente pudo borrar a Notre Dame de la memoria? Yo creo que no. Más que haber estado ahí, yo tuve la suerte de entrar a esta magnífica catedral en el año 2000: el ritual era encontrarse con varios siglos de historia, tanto religiosa como social y artística. Me gané la vida durante más de treinta años hablando de historia de la música, de Leoninus, Perotinus y Guillaume De Machaut. También disfruté de la lectura de El jorobado de Notre Dame de Victor Hugo (personaje que esta vez estuvo ausente) o de oír y tocar el preludio La catedral sumergida de Debussy, así como admirar innumerables cuadros de pintores impresionistas y de otras escuelas, como Chagall y Picasso.

   Hago la siguiente pregunta retórica ¿Se pierden siglos de historia artística? ¿O se hizo tanto que es imposible borrarla de la memoria? Escritores, compositores, pintores, cineastas, directores de orquesta, coros, organistas, orquestas sinfónicas, todos ellos hicieron perdurable su memoria. Y ahora lo harán los arquitectos, los ingenieros, los obreros de la construcción, los curadores y todos los donadores altruístas de fondos financieros que generosamente están aportando los recursos para reconstruírla. Simplemente ya no se olerá la madera antigua. Se olerá la nueva. Yo no voy a misa todos los domingos. Soy, o más bien, "no soy digno". Pero me impactó y entristeció la noticia. Sé que la parte material será reconstruída, pero la memoria nunca fue afectada.
 

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