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martes, 7 de mayo de 2019

A la memoria de Saúl Ramírez Huerta

   A Saúl, al fin estudioso de las Leyes, le gustaba hacer bromas empleando la jerga jurídica. Hoy me viene a la mente una, pero no en plan de bromas entre amigos, como solíamos hacerlo, sino por un hecho muy doloroso. "No hay plazo que no se cumpla". Sí, nuestro estimado Saúl se nos adelantó en el viaje al más allá.
   Es el primero de los compañeros que tuve en la Facultad de Derecho que lo hace. Era más joven que yo. Siempre duele hablar de estos temas, pero tarde o temprano hay que hacerlo. Saúl era un profundo conocedor de las leyes, pero no le gustaba litigar. Su misión era otra, también muy importante. No fue un gran magistrado ni un poderoso juez federal. Fue algo mejor: fue un gran amigo, una persona que te entregaba su amistad sin condiciones ni intereses adicionales. Que te ayudaba en lo que podía hacer. Su charla siempre fue amena y era un hombre entregado a repartir bendiciones entre amigos y familiares, al grado de que a veces me sentía mal por no corresponder a tantos buenos deseos en la medida en que él me los otorgaba. La última vez que lo ví fue en una de esas reuniones que de cuando en cuando hacemos los excompañeros de la Facultad. Lamentablemente, en esa ocasión hubo poco "quorum", pero nos la pasamos muy bien. Las últimas palabras que me escribió fueron, tras enviar una imagen con bendiciones, "Buen inicio de semana, y felices vacaciones" seguida de un emoticón sonriente. Esto fue el 15 de abril pasado. Si bien Saúl ya no se presentaba a nuestras reuniones quizá a causa de su afección cardiaca, la verdad es que pocos de nosotros nos imaginábamos que ya estaba con un pie en el más allá.

   Ayer abrí de manera tardía el Whatsapp de los excompañeros de Leyes. Estoy en varios grupos similares y tengo amigos y familiares que ellos mismos publican la misma cantidad de mensajes que un grupo. A veces se me juntan las ocupaciones, pese a estar jubilado. El caso es que abrí los mensajes de los compañeros de Leyes como a las cuatro y media y ahí me enteré de que Saúl había sufrido un derrame cerebral. Varias compañeras pidieron rezar por él. Yo no me sé muchos rezos, así que inicié un Padre Nuestro y como a la mitad de la oración explotó el foco del techo de la habitación donde yo estaba. La tormenta aún no entraba, todavía estaba despejado el cielo. Fue sin duda un mal presagio ¿Coincidencia? ¿Un mensaje del más allá? A medida que somos jóvenes nos volvemos ateos y a medida que envejecemos volvemos a creer en Dios ¿Qué pasó? ¿La tormenta estaba cerca de Xalapa y una sobrecarga hizo que el foco saliera disparado como tapón de sidra? Nunca me había sucedido eso. El caso es que la oración quedó a la mitad, porque llegó la persona con la que tenía un asunto que atender. En la noche una compañera me sugirió que fuese a visitarlo, para despedirme de él. No pensé que el deceso fuese a ocurrir tan rápido y desoí el consejo de mi abuela "nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Me preparé para visitarlo hoy, hacia las nueve y media de la mañana. Estaba en la clínica 11 del IMSS. Sólo llegué para enterarme de que su cuerpo ya no estaba en la cama 10. Ahora sólo espero que los amigos me informen en dónde lo van a velar. Descansa en paz, estimado amigo Saúl.

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