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martes, 12 de junio de 2018

Herencia de títulos de nobleza en México

Sin duda la mal llamada Reforma Educativa ha puesto sobre la mesa el asunto de la herencia de plazas de profesor a hijo u otro pariente, lo cual, a la luz del artículo 12 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, parece ser inconstitucional. Pero ¿realmente una plaza de profesor trabajada durante 30 años con sueldo de aproximadamente diez mil pesos mensuales es un título de nobleza? Por otra parte, quienes más se rasgan las vestiduras criticando a los profesores suelen ser partidarios de algún político quien, tras dos o seis años de servicio, de alguna manera también le está "heredando" su cargo de gobernador o presidente al familiar con un sueldo muy superior al del profesor. Esto último es aún más indignante, pero tampoco es una violación al artículo 12 ya citado, porque ser gobernador, aunque se parezca al cargo de un virrey, tampoco es tener un título de nobleza. 
Lo que sí queda muy en claro es el doble discurso y cómo entre los más pobres es mal visto heredar el oficio al pariente que entre los ricos y poderosos, a quienes se les aplaude y se les permite usar gran parte del aparato de Estado para lograr este propósito. Mi veredicto es que ambas son prácticas medievales que deberían superarse o legislarse de una manera más adecuada. Por ejemplo, si el hijo del virrey es un tarado que va a gobernar hasta que se muera, pues menudo problema tendrá la gente de ese reino. Por el contrario, si quien va a dar las clases es el hijo de un brillante profesor que no logró inculcarle la vocación de servicio a su vástago, éste irá forzado por las circunstancias a dar clase (en tanto que encuentra otro oficio y se zafa del heredado) y habrá una infinidad de problemas entre el maestro y sus educandos. Pues al profesor "heredero" no le gustará prepararse y resolver todos los gajes del oficio en tanto que sus alumnos recibirán un servicio de pésima calidad que retribuirán con mala conducta, protestas, críticas, desgano o hasta deserción escolar.
Pero ¿Qué pasa con el hijo del profesor que arde en deseos de impartir cátedra y se ha preparado para ello? ¿Se le debe prohibir que herede la plaza del padre o la madre? ¿Dónde quedaría lo dispuesto por el artículo 5 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que dice "A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode siendo lícitos"? ¿En que caso sería lícito heredar la plaza de profesor? Pues cuando el hijo presentase un exámen de oposición y fuese seleccionado por ser el mejor. De hecho, no se la estaría heredando, sino que su vástago se la estaría ganando, lo cual es mucho mejor. Ahora que, en estricta técnica jurídica ¿Lo mismo aplica para los políticos? Recientemente Margarita Zavala contendió para la Presidencia de la República o ahora Miguel Ángel Yunes Márquez está aplicándose para ser el próximo gobernador de Veracruz. Esto puede entenderse no como una "herencia", sino como un intento por perpetuar una dinastía; es decir, como un intento de superar legalmente la prohibición que reza "sufragio efectivo, no reelección", lo cual provoca una contradicción no sólo con el artículo 5 ya citado, sino con otro, el artículo 35, que define los derechos del ciudadano y en su segunda fracción establece el derecho a ser elegido en votaciones populares. Por lo tanto, no son ni fueron ilegales las candidaturas de Margarita Zavala y de Miguel Ángel Yunes Márquez, pero sí producen escozor, porque dan la sensación de querer perpetuar una dinastía de cuya gestión no se han recibido los frutos que los votantes esperaban. Lo que sí ya puede ser censurable o ilícito es el empleo de los recursos del Estado para imponer el triunfo de estos candidatos; y, dado el poder de quien los está "heredando", suele ser muy difícil separar el origen de los recursos que financían las campañas de los delfines a empoderarse y averiguar cuál es lícito y cuál proviene del lavado de dinero desviado de los fondos estatales. Por eso lo más sano es que los familiares de los presidentes de la república o de los gobernadores, se abstengan de competir, aunque tengan derecho a hacerlo.Yo, por mi parte, por si las dudas, cuando esto ocurre, voto por alguno de los rivales de estos "delfines".

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