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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Los siete pecados capitales y la seguridad internacional

Acabo de publicar en este sitio una reflexión sobre los siete pecados y, al tratar de compartirla en el facebook, me llegó un anuncio en el que "por razones de seguridad  (¿?)" se me había bloqueado; y, por esa razón, se me prohibía compartir la entrada anterior de este blog el ensayo "Los siete pecados capitales". No entiendo a quién puede dañar u ofender dicho artículo, pues si bien habla del catoliscismo, del protestantismo, del Islam, del judaísmo, del budismo e incluso del comunismo y del capitalismo, por ningún lado creí haber escrito un ataque o una ofensa. Por el contrario, me pareció señalar los puntos de coincidencia que tienen estas religiones en la materia, punto de vista que comparto: los excesos señalados en la Edad Media como pecados mortales, son conductas nocivas para la especie humana, tanto a nivel individual como colectivo.
Por otra parte, mi artículo es una invitación a que la gente viva en paz consigo misma, con su entorno y con los que son diferentes; sin embargo, pensándolo bien, que la gente deje de padecer las conductas tipificadas por los siete pecados capitales si puede ser un asunto de Estado y de Seguridad Internacional. ¿Porqué? Veamos las razones, pecado por pecado.
La gula. ¿Porqué es peligroso que los seres humanos contemporáneos dejen de practicar la gula? La gula produce obesidad y la obesidad puede provocar diabetes, enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer. Si la gente no engordara y no padeciese estas enefermedades, la industria laboratorista, sobretodo la que produce paliativos contra la diabetes (sin curarla), sufriría un colapso financiero. Igual pasaría con las industrias hospitalarias o con las industrias que fabrican productos para adelgazar o servicios de eprogramas para adelgazar. También se vería afectada la industria alimentari, pues tendría que producir menos, aunque el planeta proteste porque ya se lo está cargando el payaso, pues los recursos naturales se agotan.
La pereza: si la gente practicara la pereza, en especial los niños y los jóvenes, sería incapaz de estudiar y de desarrollar su mente. Una mente instruída e inteligente es una amenaza contra cualquier gobierno tiránico.
La codicia: si la gente dejara de practicar la codicia, los grandes empresarios y los más prominentes políticos no tendrían autoridad moral para practicarla ¿Con qué derecho podría un gobernante quitarle sus pensiones a los jubilados si esta conducta fuese mal vista?
La lujuria: quien practica la lujuría puede contraer todo tipo de enfermedades venéreas, incuido el temible SIDA (el VIH). De nuevo, los afectados serían los laboratoristas, los hospitales, la industria farmacéutica y los fabricantes y distribuidores de condones.
La envidia: La envidia lleva a practicar intrigas e incluso a cometer asesinatos o incitar a otros para que los cometan. Al no haber historias, las industrias periodística y la cinematográfica se verían gravemente afectadas. También ciertos ramos de la industria armamentista.
La ira: si la gente ya no se dejara llevar por la ira, sería imposible que los gobiernos y otro tipo de autoridades pudiesen acarrear grandes masas de seres humanos a la guerra. Al no haber guerras, la industria armamentista sufriría grandes pérdidas que la podrían llevar al aniquilamiento. Y, hoy por hoy, es una de las pocas industrias florecientes.
El orgullo, la vanidad. Independientemente de que los pecados capitales se apoyan los unos a los otros y de uno se puede pasar al otro, el orgullo también tiene lo suyo. De un orgullo herido se puede pasar a la ira o a la envidia. O a la codicia: tener una autoestima exageradamente alta, puede hacernos pensar que somos acreedores a los bienes de los demás. Pero una cosa que le es característica a este pecado es hacernos creer que no somos pendejos, que los pendejos son los demás. Nunca escucharemos lo que el otro nos dice, y mucho menos para hacernos ver que hemos cometido un error. Si algunos gobernantes escucharan al otro, al pueblo, a los críticos, tendrían que modificar sus políticas y eso no le conviene al sistema actual.
Ahora entiendo porqué mi artículo anterior fue bloqueado "por razones de seguridad" y seguramente éste correrá la misma suerte. Pero no me importa. Si por hacer estas reflexiones he de quedar fuera de las redes sociales, me consideraré muy honrado; y, sobre todo, estaré bien con mi conciencia.

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