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miércoles, 9 de julio de 2014

El flúor, veneno

Hace ya algunos años, estimulado por un concurso de novela on-line que se llamó to be continued, decidí escribir literatura públicamente, en el sitio soopbook.es. Desde mis tiempos de puberto he escrito, pero rara vez me había animado a publicar, salvo un relato de carácter intimista que escribí para la revista de la escuela secundaria Experimetal, que dirigía don Manuel Vargas, conocido entre nosotros como El Técnico Freinet. A causa de ese relato me gané el apodo de El Sabio Loco. Una de las novelas que escribí en soopbook se llamó Épocas de sol. Durante mucho tiempo tenía muchas más visitas que mi ensayo biográfico sobre Toña la Negra http://store.soopbook.es/products/biografia/tona-la-negra/

 que se ha mantenido por más de dos años como uno de los 25 top más descargados. El capítulo http://larealidad.soopbook.es/chapter/el-doctor-krek/ de Épocas de sol lo traigo a colación, porque habla de un personaje, El doctor Krek, que está inspirado en un personaje de la vida real, que prefiere permanecer en el anonimato debido a que trabajó para algunos laboratorios alimentarios trasnacionales, cuyas prácticas deplora y combate, pero también teme. Pues estas empresas tienen un gran poderío legal.
Una de las cosas que denuncia el doctor Krek es el uso del flúor, sustancia química tóxica que los alemanes usaban con fines perversos y los norteamericanos, una vez que tuvieron acceso a los archivos nazis, en vez de prohibirla, se la recetaron a todo el mundo y con la misma perversidad. El flúor es totalmente prescindible para preservar en buen estado la dentadura humana. Pero, si un adulto de 45 kilogramos ingiere 3 mililitros, puede morirse. Y proporcionarle 0.3 mililitros de flúor a un niño de 5 kilos, puede provocarle la muerte.
En un artículo que salió el martes 8 de julio de 2014 en el Diario Az, página 3E de la sección Salud y Vida, se dice que "Se ha demostrado que la ingestión crónica de fluoruro está relacionada con cáncer, diabetes, fluorosis, artritis y osteoporosis, destrucción de los riñones, del hipotálamo, la pituitaria, trastornos neurológicos y de la tiroides, desequilibrios hormonales, enfermedades cardíacas, pero lo más importante, daño del tejido cerebral y disminución del coeficiente intelectual". En otras palabras, antes de matar, apendeja. Por eso los nazis se los recetaban a los prisioneros judíos en los campos de concentración. Continúa el artículo citado "Ninguna cantidad de flúor es segura para ingerir, y su efecto bioacumulativo durante años es degenerativo".
La Gestapo utilizaba el agua fluorada para esterilizar a los seres humanos y forzar a la gente a la sumisión tranquila.
Un amigo ajedrecista me cuestionó cuando fui a una tienda naturista a comprar una pasta de dientes sin flúor:
-¿Para qué gastas tanto?
-Para evitar introducir ese veneno en mi cuerpo. El flúor apendeja.
-¿Tienes pruebas?
-¿Recuerdas los dientes de los hermanos Garmendez? ¿Por qué crees que son tan buenos ajedrecistas?
-No mames. ¿Ahora vas a salir con que los Garmendez juegan bien al ajedrez porque no se lavan los dientes?
-¡Exacto! ¿No has visto que palizas les dan a los Maestros Internacionales Alemanes? ¡Son sus favoritos!
-Estás loco y eres víctima de la propaganda de los naturistas. Lo dicen para vender más.
Cabe señalar que el amigo ajedrecista partidario de las pastas de dientes con flúor tiene un nivel de juego inferior al de los Garmendez.
-Sin embargo, acuérdate que yo le gané a uno de ellos.
-Lo has de haber agarrado dormido o borracho, ja ja.
-Le gané a la buena.
-Entonces, él apostó en su contra y por eso se dejó ganar, ja ja.
Pese a esa prueba en contrario, he constatado en mi propio cuerpo que al dejar de consumir flúor, mi rendimiento intelectual mejora. Por el contrario, perdí estrepitosamente muchas partidas de torneo, a pesar de ir bien entrenado, después de la comida de medio día, tras de asearme escrupulosamente los dientes con alguna pasta de dientes llena de flúor o de masticar chicle adicionado con flúor.
Y si el flúor por si solo es peligroso, combinado con sodio es dinamita. Y la sociedad de consumo moderna nos atiborra de sal fluorada. ¿Para qué? ¿A quién le conviene que las masas sean pendejas, sumisas, diabéticas, hipertensas y cancerosas? Lo dejo como pregunta retórica, para que cada quien busque sus respuestas.



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