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sábado, 12 de julio de 2014

Eres semilla y fruto

Eres, lo que más quiero en este mundo eso eres, dice una canción de Café Tacuba en cuyo video se ven imágenes de secundarianos, uno de ellos enamorado. Esta canción no estuvo presente anoche en la fiesta de graduación de los niños de la escuela primaria Graciano Valenzuela, que la festejaron en el salón Ángeles. Tal vez la cantarán y bailarán cuando inicien la secundaria.
Todo en esta vida es fruto y germen, ciclos que terminan cuando otros inician. Yo recuerdo el día en que salí de la primaria y tenía una mezcla de nostalgia, alegría y enamoramiento. Pues ya las hormonas pubescentes me estaban alterando el organismo. Mi esposa lloró cuando dejó la primaria. Le pregunté a Alondra, una de las egresadas:
-¿Sientes alegría o nostalgia?
-¡Alegría! -me respondió, sin titubear.
Cada quien vive la pubertad a su manera. Pero es una edad en que cada quien empieza a afirmar su personalidad adulta. A marcar límites a la autoridad paterna, a pensar como adultos aunque se actúe como niños. A sentir atracción por otros seres. Y dejar atrás seis años de escuela, parece una empresa fácil, pero no lo es. En el siguiente ciclo vendrán emociones fuertes, vendrán los enamoramientos. Como los del chavo de la canción Eres.
Me vinieron a la mente los de Café Tacuba, porque, al estar escribiendo sobre mi padre y los niños de Morelia, me encontré conque, ya mayorcito, él frecuentaba este famoso café. Yo mismo lo debo de haber visitado en mi respectiva juventud. El café aún existe. Me topé con esta canción y asocié con los recuerdos inmediatos de la fiesta de ayer. El salón Los Ángeles estaba lleno, las mesas de manteles largos, con varitas luminosas; al fondo, los "diyéis", con su escandaloso equipo de luz y sonido. Para mi gusto, estaba demasiado fuerte el volumen y me tuve que colocar unos pedazos de servilleta dentro de mis oídos a modo de tapones, para protegerlos; no obstante, ahí estaban los chamacos bailando en su fiesta de graduación sin dejar de mirar sus dispositivos electrónicos. Los más viejos portaban sus tabletas. Qué razón tenía mi abuelo Pepe: la música bailable de los jóvenes se resume en un "bum, bum, bum, bum". Y eso que lo decía hace ya medio siglo, cuando yo era adolescente. Creo que a ese estilo ahora le llaman Gang nam o gang nam style. Hace unas décadas le decían el punchis-punchis. Tal vez este último género tenía un ritmo muy variado en comparación con los ritmos actuales, porque era un ritmo de dos fases, en vez de los ritmos actuales, que son monofásicos. Desde luego, me refiero a la llamada música "pastelera", la de las fiestas. No al jazz ni al metal, que están llenos de ritmos bastante complejos. En estas fiestas, de vez en cuando se aparecen giros melódicos que recuerdan las canciones de los 60's del siglo pasado: La hiedra venenosa o El orangután. Pero con sonidos extraídos de la M-box o de un secuenciador, distorsionados y divertidamente ruidosos. Sin duda, la reina de estos bailes es la cumbia con su ritmo insistente e incitante. Como que se mueve a graciosos brinquitos, al igual que los bailarines. Y no tiene edad: lo mismo la bailan los púberes que apenas se asoman al mundo, que su padres y sus abuelos. Los ritmos monofásicos y las danzas grupales los hacen semejarse a una tribu primitiva. Más no tan primitiva, pues son habitantes de la urbe y se mueven al son de música electrónica. Así se la pasaron los chiquillos de la Graciano y sus acompañantes, hasta que la fiesta terminó. Y no era para menos. Han dejado de ser semilla para transformarse en fruto. Y en una nueva semilla: estudiantes de secundaria que florecerán y serán fruto cuando pasen al bachillerato. Y así sucesivamente hasta donde la voluntad y el destino les permita llegar. En hora buena.

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