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viernes, 28 de noviembre de 2014

¿Y si obedeciéramos los 10 mandamientos de La Ley de Dios?

Hoy amanecí pensando ¿Y si los mexicanos obedecieramos los 10 mandamientos de La Ley de Dios? El primer mandamiento dice "Amarás a Dios sobre todas las cosas". Pues la naturaleza es Dios, Dios está en todas partes, la naturaleza está en él. Amar a la naturaleza, es amar a Dios. En consecuencia, seríamos más amables con nuestro entorno y con nuestra naturaleza interior. No voy a analizar uno por uno, pues no soy sacerdote ni teólogo. Pero sí me interesa comentar algunos preceptos de esta ley, ya que si los respetásemos, otro gallo nos cantaría: "Honrarás a tu padre y a tu madre". Es decir, no te harás el desmemoriado respecto de los que te dieron vida y te cuidaron cuando eras frágil. Cuídalos cuando tu estés fuerte y ellos frágiles. Entiendo que no todos los progenitores quisieron y pudieron cumplir con sus obligaciones filiales. Me refiero a quien cumplió a la medida de sus posibilidades, se le debe honrar. E incluso pienso que los maestros son una extensión de los padres y por esa misma razón también se les debe honrar. Lo mismo que a los artistas y científicos de épocas pasadas. Pero, en México, se cree conveniente y ético borrar de la memoria a las generaciones pasadas, sobre todo las de quienes no encajan con la ideología dominante. "No matarás". Entiéndelo: No matarás por ningún motivo, porque el que a hierro mata, a hierro muere; o, dicho de otra manera, la violencia, sólo engendra más violencia. Si te pones violento, sembrarás el terror y abusarás hasta que alguien te mate violentamente. Y quien logre ser más violento que tú, no necesariamente será el mejor ser humano. Tal vez será alguien más bruto que tú, pero que se hizo así a causa de tu ejemplo. "No robarás". La corrupción, cáncer de nuestra sociedad, está profundamente hermanada con el deseo de robar. ¿Cuántas veces un político le ha dicho a otro: "ya se acabó tu periodo. Ya robaste demasiado. Convoca a elecciones porque ahora me toca robar a mí". Por eso estamos como estamos."No dirás falso testimonio ni mentirás". En especial, éste se lo recomiendo a los políticos, a los medios de comunicación y a las partes involucradas en un juicio. Si mientes, tal vez en la otra vida arderás en el infierno, a causa de todas las injusticias que cometiste. Tal vez pienses que el infierno está aquí arriba, y en esta vida y que por eso no te pasará nada en la otra, porque no hay vida más allá de la muerte. Si mientes, difamas o calumnias, cuanto mayor sea el daño que generes, cuanto mayor será la mala vibra que se estará tejiendo a tu alrededor. Y tarde o temprano lo pagarás. "No codiciarás los bienes ajenos". En otras palabras, no seas envidioso. Ni ratero. La envidia es un sentimiento negativo que conduce al odio y el odio también destruye al que odia.
Lo medievales acuñaron el concepto de los siete pecados capitales. Cometer tan sólo uno, en su cosmología, equivalía a adquirir un pasaporte al infierno con boleto de sólo ida. Estos son: la lujuria, la pereza, la gula, la ira, la envidia, la avaricia y la soberbia. ¿Cuántos de éstos comete alguno de los malos políticos que abundan hoy en día? Aparte de que matan, roban, difaman y codician los bienes de la nación, llevan una vida de lujuria y gula, atrapados entre la envidia y la soberbia. Pero no nada más este tipo de políticos los practica: también los criminales organizados, cierto tipo de empresarios, etc., etcétera. Incluso, hasta ciertos religiosos, que con su ejemplo hacen más daño a su credo que una bomba atómica. Si me equivoco, que alguien me corrija. Esto lo digo de buena fe.
¿Qué será de un país donde desde el más humilde ciudadano hasta los más poderosos hombres se dediquen a transgredir los Diez Mandamientos y a practicar todos los pecados capitales? ¿O de un país donde estas transgresiones se glorifiquen y las mentiras se repitan mil veces a diario por todos los puntos cardinales? Realmente, no son necesarios tantos cuerpos normativos aplicados por costosos jueces que prevarican a cada rato. Con que obedeciésemos los 10 mandamientos y no incurriéramos en los excesos señalados por los medievales con el nombre de pecados capitales, nuestro país sería un lugar muy amable para vivir. Sería el paraíso terrenal. No es que comer o tener sexo sea cometer un pecado capital: lo pecaminoso es hacerlo y pensar en ello hasta llegar a lo grotesco y a la negación de la negación. O sea, al nivel de lo malo sumado a lo más perjudicial y aberrante. En fin, que Dios nos agarre confesados, como decían mis abuelitas.

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