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lunes, 11 de mayo de 2020

CRÓNICAS PANDÉMICAS CAPÍTULO 6

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CRÓNICAS PANDÉMICAS.
CAPÍTULO 6.

   El seis es el número de la bestia. Hoy me levanté de un humor de la fregada. Ayer fue día de las madres, y como no salimos a ningún restaurante, mi  hija y yo preparamos el banquete. Y algunas cosas quedaron fuera de lugar, por lo que encontrarlas me llevó a enfrentarme una y otra vez más con su ausencia. A medida que su ausencia crecía, mi enojo también. Pues, aunque biológicamente eran las ocho de la mañana y fracción, a causa el estúpido horario de verano ya eran casi las diez.

   Enciendo mi celular. Buenos días grupo uno, buenos días grupo dos. Acá tengo un mensaje del Fifí Número Dos:

   –A los seguidores de AMLO: todavía piensan que su mesías es la esperanza de México????. Si al cuerpo médico le da el mote de “MERCENARIOS MERCANTILES”, ¿qué se puede esperar de este buscabullas?

   Checo mi Google y, en efecto, en la mañanera del viernes dijo:

   –Antes los médicos únicamente buscaban enriquecerse, pues estaban a favor del mercantilismo.

   –Hoy más que en cualquier momento de la historia, la comunidad médica ha mostrado su solidaridad y patriotismo al pueblo de México –Dijo el Colegio Mexicano de Ortopedia y Traumatología.

   La Asociación Mexicana de Retina, por su parte, mostró su rechazo “enérgico” a las declaraciones del mandatario que insinuaron que los médicos anteponen “el interés económico a la salud del paciente”.

   Siguiéndole la corriente al Fifí Número Dos, añadí:

   –Pues, si vas al IMSS o al ISSSTE y tienes más de 50, te dejan morir. Si vas al hospital Ángeles, te cobran un chingo de lana, primero te dicen que te estás recuperando muy bien, pero a la semana siguiente te dicen que te tienes que operar de nuevo, lo haces, te vuelven a sacar un chingo de lana (porque si no pagas por adelantado no te operan), te vuelven a operar y a decir lo mismo una y otra vez hasta que se te acaba la lana y tienes que ir al IMSS o al ISSSTE. Yo corregiría a AMLO de la siguiente manera: antes (pero muy antes, en los siglos XIX y XX) los médicos hacían el juramento de Hipócrates y ahora hacen el de Hypócritas.

   –Me imagino que ya te has hospitalizado tanto en el IMSS como en el ISSSTE y tendrás alguna experiencia en el hospital Ángeles, si no es así, no tienes altura moral como también la tiene AMLO, al criticar al cuerpo médico que le salvó la vida. No seas bocón.

   Pinches fifís, siempre picando la cresta hasta cuando uno les da la razón. Lo de la autoridad moral calienta, después de 50 años de experiencia con ambas instituciones. Ahora verá:

   –Hay papá ¿Con quien crees que hablas? Mis hijos nacieron en el IMSS, en el siglo pasado, y ahí me operaron de un osteocondroma en 1984 y quedé bien. Pero, en 2018, era urgente que me operaran una retina del ojo izquierdo, el cual perdí. Hasta los médicos del IMSS reconocieron la gravedad y urgencia del caso. Pero, a la hora de recoger un análisis, tenía que hacer una cola de ocho horas, empezando a las tres de la madrugada o de lo contrario no pasaría con mi médico familiar y no me darían el pase a quirófano, el cual todavía estoy esperando, razón por la cual me fui al Ángeles, me operaron tres veces, me dijeron que tenía que operar otra vez durante tres veces hasta que perdí mi ojo izquierdo. En el ISSSTE finalmente se negaron a atender a la mayor de mis hermanas porque la epilepsia es incurable y a mis padres por ser mayores de sesenta. Mi trabajadora doméstica se cayó en mi casa, se fracturó todos los huesos de la nariz. Los de la Cruz Roja hicieron muy bien su trabajo, pero en la clínica 11 del IMSS la tuvieron tres horas sin darle tan siquiera una aspirina para calmarle el dolor. Es hipertensa y con la emoción se le había subido aún más. Sus familiares se enojaron y la llevaron al San Francisco, donde tuve que pagar un dineral. En el CEM dejaron morir a una de mis cuñadas. El año pasado mi hija tenía dengue, los del servicio médico de la URCV no tenían tiempo para atenderla, de modo que la llevé al CEM. No la atendieron porque necesitaba el pase del servicio médico de la URCV. Ni siquiera la checaron pero la trataron como a una farsante que estaba fingiendo, razón por la que la llevé con un médico del Doctor Simi quien le ordenó análisis y resultó que sí tenía dengue. Así que me sobra la autoridad moral para decirlo.

   Y la verdad es que sólo le comuniqué la punta del iceberg. Como en 1995 gané un concurso nacional de ensayo, en tiempos del presidente Fox quise ganar otro. Esta vez se trataba de la percepción de la imagen de las instituciones y servidores públicos. Ya era abogado y estaba estudiando una maestría en comunicación y mercadotécnica, de modo que contraté como a diez encuestadores y el resultado fue que las instituciones que peor imagen pública tenían eran, en primer lugar, la Secretaría de Seguridad Pública, seguida de cerca por el IMSS, y éstas muy de lejos de las demás. En cambio, la Cruz Roja fue la que mejor imagen pública tenía de todas. Recuerdo que cuando redactaba el ensayo, cundo me tocaba hablar de la imagen pública de AMLO como gobernador del DF y cuando los resultados no le favorecían, mi computadora insertaba un emoticón de alegría sin que yo se lo pidiese. Pero cuando la encuesta no favorecía a Fox, la computadora empezaba a dar problemas. Por supuesto que no gané; pero, al menos, entendí que el mal servicio que en ciertas ocasiones me daba el IMSS no era nada personal, pues era parejo con todos los derechohabientes.

  Ya ni quiero ver con qué babosada me sale el Fifí Número Dos, pues hoy quiero hablar de la pesadilla de mi nieta y la boda de una amiga. Además, ya me hizo despotricar contra todos los médicos y enfermeras; y, la verdad es que cuando uno habla de una colectividad no se deben hacer generalizaciones, pues “de todo hay en la viña del Señor”. Ya lo dijo San Agustín, en la ciudad de Dios: estamos revueltos los buenos con los manos y Él sabe por qué. Antaño hubo médicos mercantilistas, pero también médicos que sí te curaban, como en la actualidad: hay quien te cura y hay quien no. Y algunos no te curan porque no le atinan. Es el riesgo del COVID-19, virus nuevo, hay muchas cosas que se ignoran.

   Mi nietecita a veces se colaba en las clases de danza de las niñas mayores en la academia Epifanía y aprendió a saltar como ranita o a fingir que montaba un caballo. De modo que cuando nos platicaba del monstruo que montaba un caballo bayo, lo reforzaba brincando como ranita o como si estuviese cabalgando un caballito de madera. El caso es que ha seguido con las pesadillas y mi hijo lleva ya una semana con diarreas y no hay médico que lo pueda curar. El último que lo atendió sugirió la posibilidad de un cáncer en el estómago.

   ¡Qué diferente es el día de hoy al 16 de febrero de este año y eso que apenas han transcurrido unas cuantas semanas! Mercedes, la cantante amiga de mi hija, la que me encargó la composición de dos himnos patrióticos, escogió el 14 de febrero para casarse, día del amor y la amistad. Mercedes lucía radiante, siempre sonriente y muy bien arreglada en su traje de novia. Tiene una sonrisa muy estudiada: abre la boca con mucha naturalidad y alegría. Cuando le van a tomar una fotografía, congela la sonrisa incluso durante tres minutos, hasta que se asegura de que le tomaron bien la foto. Su actual esposo, Anand, es de la India. Lo conoció por internet. Trabajaba en Yemen y se lo trajo para acá.

   Nos enviaron una invitación, se casaron en la maravillosa iglesia de San José y al preguntarme que cuántos lugares me reservaba para la recepción en El Recinto de Santa Anna en El Lencero, le pedí tres y medio, pues pensaba llevar a mi nieta.

   –¡Excelente! Y además puede ser damita de pétalos.

   Santa Anna y su hacienda me mueven muchas emociones y muchos recuerdos. El lugar es precioso y la historia del militar mexicano es apasionante, pero con un final muy amargo: nos costó la mitad del territorio. El personaje es controvertido. Al principio yo lo odiaba, pues sólo había leído el libro Apuntes para la historia de la guerra entre México y Estados Unidos, edición facsimilar de la de 1848 a cargo de editorial Siglo XXI, lamentablemente agotada. Pero, después de leer El seductor de la patria de Enrique Serna,  novela que recomiendo, soy menos duro con el general Santa Anna, pero no paso por alto que vendió La Mesilla y que se puso a las órdenes de Maximiliano de Habsburgo durante la intervención francesa de 1862.

   Por otra parte la Hacienda de El Lencero también estuvo habitada por Gabriela Mistral, Premio Nobel de la literatura. Es un lugar que inspira la poesía y toda clase de Bellas Artes: tiene un enorme estanque de agua verde, con gansos, pero no de los que odian los fifís. Está lleno de pastizales, de árboles y toda clases de flores de clima subtropical. Es un lugar para enamorarse. Recuerdo que una vez mi hija cantó en coro en la capilla del lugar el Miserere de Allegri, que un compañero de trabajo dirigía para grabarlo ahí. Y yo estaba sentado en la silla del confesor y se me acercó un amigo, fingiendo que era Santa Anna, a confesar que había vendido a la patria.

   Ego te absolvo– le dije, marcando un compás de cuatro cuartos con la mano derecha.
  
   Luego me arrepentí, pues ese templo añejo, no por pequeño deja de tener su valor histórico y religioso. Al poco tiempo empezó Donald Trump su primera campaña electoral, basada en un discurso antimexicano que me hizo temer por una tercera intervención norteamericana. Afortunadamente, ya cambió su discurso, aunque se acercan nuevas elecciones. Hay quien dice que todo esto del COVID-19 es para que Trump declare un estado de emergencia en Estados Unidos y retenga el poder otros cuatro años sin elecciones. Y lo dice alguien que pretende ayudarlo. Chequen este link:

ADVERTENCIA A TODA LA GENTE MUNDIAL / WARNING TO ALL WORLD PEOPLE


      A ver, ¿es un sacerdote católico y su señora le ayudó a subir el video?
  
   Les decía que le pedí tres lugares y medio a Mercedes, porque mi nieta acaba de cumplir los tres años de edad.

   –Pero no tenemos comida para niños pequeños.
   –No te preocupes que mi nieta tiene muy bien apetito.
   –Entonces les reservo cuatro y tu nieta puede ser damita de pétalos.

   Como acepté, mi nieta tuvo que ensayar un día antes. Avanzó bien cuatro metros, y después se puso a correr por toda la iglesia. Además, se puso la canastita de sombrero. Mercedes estaba muerta de la risa y nos dijo que la dejáramos hacer lo que quisiera. Pero el día de la boda, mi esposa y yo creímos que la canastita se había quedado en el automóvil. Nos dimos cuenta de que se la llevó puesta a modo de sombrero y se nos olvidó que la dejó en una parte de la casa hasta que llegó el inicio de la boda.

   –¿Y ahora qué hacemos?
   –Nada. Disculparnos.

   Después de todo, durante la misa, mi hija cantaba junto con Carmelita y cada vez que lo hacía, mi nieta estaba fascinada. Era difícil controlarla cuando el sacerdote hablaba u oraba. Le regalaron a mi nieta una campanita dorada y eso la distrajo otro rato. Finalmente la misa terminó y todo mundo se tomó la foto junto a los nuevos esposos. Ya en el auto, hablando con Carmelita, recordé el siguiente pasaje de la misa:

   –Que lo que la carne una no lo separe el hombre.

   (Yo soy abogado). La verdad es que como abogado no logré divorciar ni a Ramiro Wallace, ni a Patricio Miranda y dicen que ahora eso es muy fácil. Pero fue por no proporcionarme el domicilio de sus esposas, no es mi culpa. Finalmente, mi nieta estaba malita de la tos y tanto ella como Angélica se quedaron en casa. Me trastornó mucho que cuando sus padres nos la dejaron encargada, en la guardería no la admitieron porque tenía más de 38º C de temperatura.

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